jueves, 20 de noviembre de 2008

Genes judíos

Genes Judíos
Por el Rab Iaacov Kleiman - AishLatino
http://noti.hebreos.net/enlinea

Una investigación publicada en el campo de la genética molecular - el estudio de las secuencias del ADN - indica que las poblaciones judías de las distintas comunidades de la diáspora no han perdido su identidad genética a lo largo de todo el exilio. A pesar de las enormes distancias geográficas entre las comunidades y el paso de miles de años, las alejadas comunidades comparten un perfil genético común. Esta investigación confirma la ascendencia y el origen geográfico común del mundo judío.
Los hombres judíos de comunidades que se desarrollaron en el Cercano Oriente - iraníes, iraquíes, kurdos y yemenitas - y los judíos europeos tienen perfiles genéticos muy similares, casi idénticos.

“A pesar de un largo período de residencia en diferentes países y un aislamiento entre las comunidades, la mayoría de las poblaciones judías, no son significativamente diferentes en un nivel genético. Los resultados, apoyan la hipótesis que plantea que el gen paterno de las comunidades de Europa, África del Norte y el Medio Oriente descienden de una antigua población común del Medio Oriente, y sugiere que la mayoría de las comunidades han permanecido relativamente aisladas de comunidades vecinas no judías durante y después del exilio” (M. F. Hammer, Academia Nacional de Ciencias, 9 de mayo del 2000).
La base de este nuevo campo de investigación de poblaciones es el estudio del cromosoma Y, que es transmitido, prácticamente sin cambio alguno, de padre a hijo. Las mutaciones raras - que son cambios en la porción no codificada de su ADN - pueden servir como señalizadores que pueden distinguir a las personas. Al estudiar las señales genéticas de varios grupos se pueden hacer comparaciones para determinar las relaciones genéticas entre estos.
La investigación del cromosoma Y del pueblo judío comenzó como resultado del estudio de los cohanim - la familia sacerdotal judía. Estos estudios mostraron una gran afinidad genética entre los cohanim de hoy en día - indicando que tienen un antepasado paterno común que vivió estimadamente hace 3000 años.
Esta investigación genética consiste en obtener muestras de ADN y hacer un análisis de laboratorio comparando los señalizadores de ADN en el cromosoma Y - que es transmitido de padre a hijo - y en el mtADN (ADN mitocondrial) - que es transmitido de madre a hijo. Esta antropología genética promete ser particularmente informativa para trazar la historia de las poblaciones judías y para ayudar a resolver el debate de los orígenes y emigraciones de las comunidades judías en la diáspora.
Los investigadores propusieron contestar a la siguiente pregunta: ¿Los grupos dispersos de judíos modernos son realmente los descendientes de los antiguos hebreos de la Biblia, o algunos grupos de judíos modernos son conversos (no judíos que se han convertido al judaísmo) o el resultado de los matrimonios mixtos, y como consecuencia de eso les queda muy poco de sus “genes judíos”?
La compleja historia registrada de la dispersión de la Tierra de Israel y subsecuentemente la residencia y movilización entre varios países de Europa, el Norte de África y el Medio Oriente, se espera que produzca un patrón complejo de relaciones genéticas dentro de las poblaciones judías, y entre estas mismas poblaciones y las poblaciones no judías dentro de las cuales vivieron.
La investigación se ha basado en muestras de 29 poblaciones, 7 judías, categorizadas principalmente en cinco divisiones: judíos, no-judíos del Medio Oriente, europeos, africanos del norte y del África subsahariana.
Los resultados de la investigación fueron que la mayoría de las comunidades judías, separadas unas de las otras en Europa, el Norte de África, el Cercano Oriente y la península Arábica, realmente parecen ser genéticamente similares, y parecen estar muy relacionadas unas con las otras, compartiendo un origen geográfico común.
Estas comunidades judías están mucho más relacionadas unas con las otras y con las poblaciones semitas del Medio Oriente - palestinos, sirios y drusos - que con sus comunidades vecinas de la diáspora.
Los resultados también indican un bajo número de mezcla (matrimonios mixtos, conversiones, violaciones etc.), en el contenido genético de estas diversas comunidades judías.
Dentro de las comunidades que fueron tomadas en consideración para este experimento, los norafricanos (Marruecos, etc.), fueron los más relacionados con los judíos babilonios (iraquíes). Estas poblaciones pueden ser las que representan mejor el contenido genético paterno de las antiguas poblaciones judías-hebreas con origen en el período del Primer Templo, antes del exilio babilónico (hace 2500 años aprox.).
Las señales del cromosoma Y de los judíos yemenitas son también similares a aquellos de otras poblaciones semitas y judías. En contraste, el contenido del gen paterno de los judíos etíopes se asemeja más a los de los etíopes de origen no judío.
El Nexo Ashkenazí
Aunque la comunidad ashkenazí (europea) se separó de sus antepasados del mediterráneo hace 1200 años y vivieron dentro de comunidades gentiles del centro y este de Europa, su contenido genético paterno todavía se asemeja a los de otros judíos y grupos semitas con origen en el Medio Oriente.
Una baja taza porcentual de matrimonios mixtos entre judíos de la diáspora y gentiles es la razón principal para esta continuidad. Ya que los judíos se establecieron primeramente en Europa hace más de 50 generaciones, se estimó que los matrimonios mixtos fueron sólo del 0.5% en cada generación.
El contenido genético paterno ashkenazí no parece ser similar al de los pueblos de habla turca de hoy en día. Este hallazgo se opone a la sugerencia que indicaba que los ashkenazies son descendientes de los kuzares, el imperio turco-asiático que se convirtió masivamente al judaísmo en el siglo VIII de la era común.
Los investigadores continúan expandiéndose en sus estudios, particularmente sobre la comunidad ashkenazí. Ellos esperan que al examinar los señalizadores del ADN en las poblaciones judías de diferentes partes de Europa, van a poder obtener patrones demográficos e históricos de las poblaciones ashkenazies.
Además de preguntas de interés médico, existen muchas posibilidades interesantes concernientes al origen de las comunidades ashkenazies y sus migraciones a Europa. Parece ser que los judíos comenzaron a llegar al este de Europa probablemente hace 1000 ó 1200 años, cuando la infraestructura ya estaba lo suficientemente desarrollada como para proveerles oportunidades de vida.
Una teoría plantea que los judíos del este de Europa descienden predominantemente de los inmigrantes de las zonas del Rin o de Italia, siendo así descendientes directos de las antiguas poblaciones judías/hebreas.
Una segunda teoría sugiere que fue una inmigración desde los Balcanes o del centro de Asia, con la posibilidad de conversiones en masa de eslavos y kuzares al judaísmo.
Esta discusión es similar a la controversia que existe con respecto al origen del idish - el idioma de los judíos del este de Europa. Una teoría propone que los judíos inmigrantes de las zonas del Rin y regiones vecinas hablaban un antiguo alemán que llegaría a ser la base del idish.
Otros estudiosos niegan que el alemán sea el origen del idish. Estos expertos en lingüística ven la gramática del idish como fundamentalmente eslava, con el idish moderno desarrollado mediante la incorporación de un gran número de palabras hebreas y alemanas dentro de un contexto básicamente eslavo en gramática y sintaxis.
No ha habido suficiente evidencia histórica para decidir sobre esas teorías. Hoy en día, con los desarrollados métodos genéticos, es posible probar estas ideas, por ejemplo probar si hubo alguna contribución significativa de los eslavos a la comunidad ashkenazí. Indicaciones tempranas de este estudio parecen apoyar el patrón que plantea la corriente “Mediterráneo - Europa - Este de Europa”.
Los investigadores planean continuar su estudio, investigando la variación genética en las poblaciones que pueden trazar sus antepasados judíos a comunidades de Europa, para un mejor entendimiento de la historia y el desarrollo de la comunidad ashkenazí.
Estos estudios genéticos, apoyan la tradición judía - tanto la escrita como la oral.
Después de mil años de historia en la Tierra de Israel, los judíos se esparcieron por muchas y distantes localidades alrededor del mundo.
Algunas comunidades judías exiliadas estuvieron relativamente estables durante dos milenios - como por ejemplo Babilonia (Irak) y Persia (Irán). Otras comunidades se desarrollaron unos siglos después, siguiendo con migraciones al norte de África y Europa.
Todas estas comunidades mantuvieron sus costumbres judías y su observancia religiosa, a pesar de largos períodos de persecuciones. Los judíos permanecieron, en general, culturalmente aislados de sus vecinos no judíos. Estos estudios genéticos son un testimonio de la fe familiar judía.
Sólo el pueblo judío en la historia de la humanidad, ha retenido su identidad genética por más de 100 generaciones estando esparcidos alrededor del mundo. ¡Esto es realmente único e inspirador!

¿Qué es en verdad un judío?

En su libro "Este es mi pueblo" Alberet Einstein publicó el siguiente artículo:

¿Qué es en verdad un judío?

La formación de grupos tiene un efecto fortaleciente en todas las esferas del esfuerzo humano, debido sin duda muy a menudo a la lucha entre las convicciones y los fines que representan los distintos sectores.
Los judíos integran también reales agrupaciones con un carácter definido que les es propio, y el antisemitismo no es más que una actitud antagónica producida entre los no judíos por el grupo judío. Es ésta una reacción social normal. Sin el error político que es su consecuencia nunca habría sido designado con un nombre especial.

¿Cuáles son las características del pueblo judío? En primer lugar, ¿qué es un judío? No existe una respuesta categórica a esta pregunta. La más clara sería la siguiente: un judío es una persona que profesa la religión judía. El carácter superficial de esta respuesta se reconoce en seguida mediante una simple comparación. Planteemos la pregunta: ¿qué es un caracol? Una respuesta semejante a la dada más arriba sería ésta: Un caracol es un animal que habita una pequeña concha. Tal respuesta no es del todo incorrecta ni tampoco exhaustiva, pues la pequeña concha no es más que uno de los productos materiales del caracol. De igual modo la religión judía sólo es una de las creaciones
características de esta comunidad. Se sabe, además, que un caracol puede arrojar su caparazón sin dejar por eso de ser caracol. El judío que abandona su religión (en el sentido formal del término) se halla en una posición análoga. Sigue siendo judío.
Las dificultades de este género aparecen siempre que se trata de explicar el carácter esencial de un grupo.

El vínculo que ha unido a los judíos durante miles de años y que los une hoy es sobre todo el ideal democrático de justicia social, ligado a la concepción de ayuda mutua y de tolerancia entre los hombres.
Hasta los escritos religiosos más antiguos de los judíos están impregnados de estos ideales sociales, que han gravitado fuertemente sobre el cristianismo y el islamismo y han ejercido una influencia provechosa sobre la estructura social de gran parte de la humanidad. La introducción de un día de reposo semanal debe recordarse aquí como un profundo beneficio para todos los hombres. Personalidades tales como Moisés, Spinoza y Carlos Marx, por diferentes que sean, han vivido y se han sacrificado por el ideal de justicia social y la tradición de sus antecesores, es la que los ha condicionado sobre este riesgoso camino. Las realizaciones únicas de los judíos en el terreno de la filantropía nacen de la misma fuente.

El segundo rasgo característico de la tradición judía es la alta estima con que se considera toda forma de aspiración intelectual y el esfuerzo del espíritu. Estoy convencido de que este gran respeto por la tarea del intelecto es la razón decisiva de las contribuciones, por parte de los judíos, al progreso del conocimiento en el sentido más amplio del término. Si se tiene en cuenta su número reducido en cantidad y los enormes obstáculos exteriores colocados siempre en su camino en todos los aspectos, la extensión de esas contribuciones merece la admiración de los hombres sinceros. Me parece que esto no se debe a una riqueza de talento especial, sino al hecho de que el valor de que goza el trabajo intelectual entre los judíos crea una atmósfera favorable en
particular al desarrollo de los talentos que puedan existir. Al mismo tiempo, un fuerte espíritu crítico impide la obediencia ciega a cualquier autoridad moral.

Me he limitado aquí a esos dos rasgos tradicionales que considero los decisivos. Estos modelos e ideales hallan su expresión tanto en las cosas insignificantes como en las grandes. Se transmiten de padres a hijos; animan la conversación y los juicios entre amigos, llenan los escritos religiosos y otorgan a la vida en comunidad del grupo su impronta inconfundible. En esos ideales distintivos advierto la esencia de la naturaleza judía. Que tales ideales resulten imperfectamente realizados en el grupo -en su vida rutinaria concreta- es algo natural. Sin embargo, si se quiere dar una ligera expresión del carácter del grupo, debe siempre formularse por vía del ideal.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El mito kazaro y el nuevo antisemitismo

El mito kazaro (jázaro) y el nuevo antisemitismo
Steven Plaut - Jewish Press - Traducción Blog Safed-Tzfat
http://noti.hebreos.net/

• “Los israelíes no tienen ninguna historia en esta tierra porque ellos son kazaros, y por lo tanto no están conectados a esta tierra” - Al Hayat Al Jadida, 16 de junio de 2003

• “Curiosamente, los sionistas eran en su mayoría de origen no judío, cuyos antepasados se habían convertido al judaísmo alrededor del 800 d.C., en un lugar llamado Kazaria, en las montañas del Cáucaso, entre el Mar Caspio y el Mar Negro. Literalmente eran caucásicos” - web Judicial-inc

• “El año 1917 fue un hito importante para los judíos kazaros con la creación de su propio estado en Palestina. Ese mismo año también se produjo la Revolución bolchevique en Rusia, seguido de un holocausto cristiano como el mundo no ha conocido. Los judíos kazaros, una vez más, tomaron el control de Rusia después de más de 900 años, y se dedicaron a la tarea de destruir a los cristianos rusos, más de 100 millones, al mismo tiempo que más de 20 millones de judíos religiosos también murieron a manos de los judío kazaros” – web Al-jazeerah.info

Es una de las grandes ironías del s.XXI que, antisionistas y antisemitas de izquierda y de derecha, hayan retomado los argumentos racistas en contra de los judíos, hecho que la mayoría de nosotros pensaba que había desaparecido después de la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los aspectos más extraño de esta “re-racialización” del antisemitismo es el papel desempeñado por el mito kazaro.

La nueva moda de los kazaros sostiene que la mitología moderna ashkenazí, y especialmente el liderazgo europeo del movimiento sionista, no es totalmente judía, en el sentido racial, sino descendiente de los kazaros no judíos, por lo tanto, y según esa aseveración de los “teóricos” del origen kazaro, sionistas e Israelíes no tienen reivindicaciones legítimas sobre la Tierra de Israel.

Sería difícil considerar como una exageración el pensar que actualmente se ha generalizado la utilización indebida del mito kazaro en aquellos que buscan deslegitimar a Israel y a los judíos. Una reciente investigación mostró que casi 30.000 web utilizan la “teoría” de los kazaros para atacar a Israel y al sionismo.

Cerca de doscientas de esas web describen una cábala conocida como el Kazarismo Sionista Bolchevique (KZV). Las web neo-nazis y de los negacionistas del Holocausto están particularmente felices con el mito kazaro. También está creciendo su popularidad entre las correspondientes a los extremistas de la izquierda antisionista.

Propagandistas islamofascistas árabes, desde hace mucho tiempo, abrazan la teoría de los askenazíes kazaros, al igual que los dirigentes de Irán están encantados con ella. Al-Jazeera ha estado utilizando la supuesta historia de los kazaros para instar a los cristianos de todo el mundo a una guerra religiosa contra los imperialistas kazaros pseudo-judíos.

Grupos que promocionan los Protocolos de los Sabios de Sión suelen citar el infame papel de los kazaros como “prueba” de una conspiración judía mundial (cerca de unas 700 web). E inclusive, judíos antisionistas como Alfred M. Lilienthal y el sueco “Israel Shamir”, han utilizado el mito kazaro para atacar el sionismo.

¿Por qué están tan interesados estos diversos grupos en un lugar arcaico y un esotérico grupo de personas del Asia central que casi desaparecieron hace un milenio?

La respuesta es muy simple. Según la teoría de los kazaros de los nuevos antisemitas, la mayoría de los judíos de hoy, en particular los judíos askenazíes, no son racialmente judíos, sino descendientes de la tribu turca de los kazaros, cuya clase dirigente, y partes de su élite y de su población, se convirtió al judaísmo a principios de los siglos VIII o IX d.C. Por lo tanto, argumentan estos entusiastas de los orígenes raciales, los judíos askenazíes no tienen derecho a vivir con los racialmente semitas en el Oriente Medio y, sobre todo, nunca en la Tierra de Israel.

Para los judíos, la historia de la conversión de los kazaros al judaísmo es mejor conocida gracias a los relatos de “El Kuzari: en defensa de la fe despreciada”, un libro medieval compuesto por el gran poeta y filósofo español Judá Ha-Levi.

En realidad, sólo una parte del libro trata en realidad del reino kazaro, sobre el cual poco se sabe, y las evocaciones históricas sobre ellos incluidas en ese libro no se consideran plenamente fiables.

En cualquier caso, el relato “El Kuzari” tiene por objeto los debates que en la corte real kazara supuestamente tuvieron lugar para la conversión de su élite al judaísmo. Otros altos funcionarios judíos de los reinos musulmanes del Al-Andalus tuvieron correspondencia con el reino kazaro, especialmente el rabino de Córdoba, Hasdai ibn Shaprut, cuyas cartas han sobrevivido. Y el gran sabio iraquí, Saadia Gaon, se cree que mantuvo correspondencia con los judíos del reino kazaro.

Comúnmente se piensa que parte de la motivación para la “conversión” de los kazaros fue establecer la neutralidad política del reino kazaro, enfrentado a posibles amenazas tanto de la Cristiandad como del Islam.

Los kazaros en sí mismos no han dejado registros documentales. El historiador árabe Ibn Fadlan escribió sobre ellos, pero lo hizo dos siglos después de que las conversiones al judaísmo se hubieran producido. Algunos judíos, tras haber buscado refugio ante las persecuciones bizantinas, probablemente vivieron en el reino kazaro mucho antes de la conversión de su realeza.

Un irónico giro histórico es que los kazaros han contribuido al alfabeto cirílico, utilizado por el ruso, el eslovaco y otros idiomas. San Cirilo llegó a Kazaría en el 860 d.C., en un intento de convertir a los kazaros al cristianismo. Dado que el hebreo de los kazaros y el griego eran los principales alfabetos conocidos por San Cirilo y los primeros eslavos, hubo prestamos entre ambos.

El interés occidental por los kazaros fue estimulado en gran medida por el libro publicado en 1976 “La decimotercera tribu”, de Arthur Koestler, un escritor más conocido por haber combatido a lo largo de toda su vida contra todas las formas de totalitarismo. El libro de Koestler se basa en gran medida en un libro precedente, “La historia de los judíos kazaros”, del historiador D.M. Dunlop.

Dunlop rechazó la idea de que en un gran número de judíos askenazis se pudieran rastrear sus orígenes kazaros, pero no fue el caso de Koestler. En una equivocada y extraordinariamente exagerada estimación de su papel y del número de descendientes kazaros entre los judíos europeos, Koestler, un destacado sionista por otro lado, inadvertidamente proporcionó todo ese tipo de munición que los racistas y los antisemitas actuales soñarían, y es por ello que muchos de entre ellos suelen citar su libro como base para sus denuncias racistas de Israel.

Una serie de libros más serios sobre los kazaros están ahora en el mercado, incluido “Los judíos de Kazara”, de Kevin Alan Brook. El rabino Bernard Rosensweig fue una de las principales figuras en desacreditar la teoría de los orígenes kazaros de los judíos askenazíes. En “Escribiendo la Tradición” la desestimó como una de esas “tambaleantes suposiciones académicas sin apoyo histórico”.

Asimismo, el arqueólogo sueco Bozena Werbart, un experto en los kazaros, escribió: “En el reino zazaro, Koestler quería ver el origen de los judíos de la Europa oriental. Sin embargo, todas las pruebas y hechos históricos y lingüísticos contradecían sus teorías.”

En “La Enciclopedia del judaísmo” se afirma enfáticamente: “La noción de que los judíos askenazíes eran descendientes de los kazaros no tiene absolutamente ninguna base en la realidad”.

El verdadero reino kazaro fue sometido en parte por los primeros rusos en el siglo X, y todo lo que restaba fue aniquilado como consecuencia de las invasiones mongolas desde el Asia central.

Lo que les paso a los judíos kazaros simplemente se desconoce. Aquellos que conservaron su judaísmo probablemente se integraron en las restantes comunidades judías de todo el mundo. Algunos grupos de kazaros se sumaron a la invasión magiar de lo que luego se convirtió en Hungría, y se fusionaron con los judíos que ya vivían en esas tierras. De hecho, los arqueólogos han encontrado estrellas judías en los restos de aldeas kazaras húngaras.

Pequeños grupos de mercenarios kazaros probablemente encontraron refugio en otros lugares. Lo más probable es que la mayor integración de los judíos kazaros en otras comunidades judías se llevara a cabo en Irán y en Irak, donde existían las comunidades judías más grandes y más cercanas al reino kazaro, y con quien habían mantenido estrechos vínculos (algunos han especulado con que los judíos montañeses del Caucaso Oriental descienden en parte de los kazaros. Varios grupos turcos que viven actualmente en el Norte del Caucaso podrían descender de kazaros que adoptaron el Islam…).

(Una leyenda urbana sostiene que el color rojizo del pelo de los judíos los identifica como descendientes de los kazaros, a pesar de que difícilmente se podría explicar en el caso del Rey David, por no hablar de Esaú. Arthur Koestler aseguraba que muchos eran rubios con ojos azules.)

En cualquier caso, la existencia política de los kazaros terminó hace ya más de mil años.

Entonces, ¿qué hacer con el mito kazaro relativo a los judíos ashkenazíes y, por lo tanto, la supuesta falta de reivindicaciones legítimas por parte de Israel debido a sus orígenes kazaros? La mayor ironía es que inclusive si la teoría de los judíos ashkenazíes como descendientes de los kazaros fuera correcta - y prácticamente no hay ninguna prueba de que lo fuera -, sería totalmente irrelevante. El judaísmo nunca ha definido a los judíos por motivos raciales. Cualquier persona de cualquier raza es bienvenida como converso al judaísmo, siempre y cuando sea sincera.

Los propios israelitas bíblicos ya poseían una mezcolanza racial. Ellos absorbieron a la “multitud mixta” que salió con ellos de Egipto en el momento del Éxodo. Hay referencias bíblicas a judíos con diferentes características raciales, incluyendo la piel negra de Shulamita mencionada en el Cantar de los Cantares.

Los judíos siempre se han definido a ellos mismo por criterios religiosos, étnico-nacionales y a veces en términos lingüísticos, pero nunca siguiendo unas líneas raciales. Si todos los judíos ashkenazíes fueran kazaros convertidos, como asegura la actual reclamación racial antisionista, no serían menos legítimamente judíos y, como tal, tendrían los mismos derechos legítimos a una patria judía, como cualquier otro grupo de judíos (y dada la tradicional deferencia hacia los justos convertidos, tal vez tendrían más).

Los detalles reales del mito de los kazaros con relación a los orígenes de los judíos europeos son simplemente elucubraciones pseudo-históricas y pamplinas mentales.

Los judíos ya vivían en Europa un millar de años antes de que el reino kazaro se formara. No existen marcadores o indicadores genéticos que muestren que todos los judíos ashkenazíes son descendientes de tribus turcas. De hecho, existe una considerable evidencia genética que muestra como los judíos están más cerca del Levante y de los árabes sirios, que de asiáticos originales del Asia Central.

Después de la invasión mongola, los kazaros probablemente fueran asimilados por las comunidades judías de Irán y de Irak, que, por supuesto, eventualmente surgieron como importantes centros sefardíes [N.P.: dentro de esa más amplia identificación sefardí como originario del Mediterráneo y del Oriente], conformados principalmente por judíos con características raciales semitas, descendientes de los emigrantes y de los exiliados judíos de la Tierra de Israel. En cualquier caso, actualmente hay más judíos “semitas” sefardíes en Israel que judíos askenazíes de origen europeo. Y si los kazaros eran turcos, ¿cómo se podrían dar judíos askenazíes de complexión europea?

Hay otros problemas. Si todos los judíos ashkenazíes fueran descendientes de kazaros convertidos, ¿por qué hay Cohen y Levi entre ellos? Uno hereda la condición de Cohen (sacerdote) o de Levita (dedicado al culto y al servicio del Templo) del padre. Los descendientes de los kazaros conversos a través de la línea masculina nunca podrían ser un Cohen o un Levi.

¿Y por qué no hay apellidos kazaros entre los askenazíes, o nombres kazaros de pueblos y ciudades en Europa, allí donde vivieron los judíos? ¿Y por qué la mayoría de las comunidades askenazíes hablaban variantes del idish en lugar del turco?

Como ya se mencionó antes, la popularidad del mito kazaro entre los antisemitas representa un retorno actual a los modelos de intolerancia racista antijudía de los años 1930 y anteriores.

Casi todas las web antisemitas y neonazis denuncian a los sionistas y a los israelíes como “kazaros”. Las listas de chat de esas web donde se cataloga a los defensores de Israel como a “usurpadores kazaros” son demasiado numerosas para contarlas.

El racismo, una vez más en boga, sostiene que los judíos “sólo tendrían unas legítimas reivindicaciones al derecho a su autodeterminación en su patria histórica si fueran verdaderamente semitas desde un punto de vista racial”. Así pues, Palestina se ha convertido para ellos en una Lebensraum racial antisemita y los que no poseen la correcta marca racial no tienen nada que hacer allí. La pureza racial, de repente, es la nueva base de los derechos nacionales.

He descubierto decenas de web neonazis afirmando que los “kazaros sionistas” estaban realmente detrás del ataque del 11-S. He encontrado miles de web afirmando que “los kazaros pretendidamente judíos” formaban parte de una liga conspirativa con la Masonería, el Vaticano, los Illuminati y otros para controlar el mundo.

El “conspiracionismo kazaro” llega hasta estos días; una web del Ku Klux Klan afirma que el evangelista pro-Israel Pat Robertson realmente es un judío kazaro. La red neo-nazi “Américan Patriots Friends” afirma que los kazaros realmente descienden de la raza de Magog y desean secretamente controlar América.

Si llevamos este argumento racista hasta su conclusión lógica, los árabes palestinos tienen todo el derecho a reclamar su soberanía en Israel debido a que racialmente son más verdaderamente judíos (en tanto semitas), mientras que los sionistas son judíos kazaros, es decir, impostores raciales y usurpadores.

Llevando las cosas hasta ese punto, hay que señalar que los mismos árabes son, por supuesto, una mezcla de cepas raciales, en particular con un gran componente caucásico debido a la mezcla con pueblos europeos, como el español y el italiano, con los bereberes caucásicos, con vándalos, con godos, e incluso algunos vikingos [inclusive musulmanes bosnios y circasianos que emigraron en el s. XIX].

La deslegitimación racista del sionismo como un “imperialismo kazaro” incide en la misma loca teoría que sostiene que “Jesús fue palestino” [N.P.: Palestina se crea, como entidad geográfica que designaba los territorios del antiguo principado de Judea, con posterioridad a la rebelión judía de Bar Kojba, en el 135 d.C., cuando el emperador romano Adriano intenta eliminar todo vestigio de la civilización hebrea] y que afirma que todos los verdaderos judíos (desde un punto de vista racial) se convirtieron al Islam después de la conquista árabe de Palestina a finales de s. VII, y pasaron así a ser árabes palestinos.

Uno también puede encontrar un gran número de sitios web alegando tales cosas.