viernes, 27 de julio de 2007

La infamia de un infame



El acto de infamia de Avrum Burg

Isi Leibler
20 de julio de 2007

Virtualmente en cada era de la historia judía, los judíos renegados han emergido como eficaces diseminadores del odio hacia los de su especie. Durante la Edad Media, un buen número de judíos conversos al cristianismo se convirtieron en los promotores más eficaces del antisemitismo, adeptos a distorsionar los textos judíos con el fin de demonizar a los judíos, a los que retrataban como emisarios de Satán. Pero su impacto raramente se extendía más allá de la región en la que residían o la circulación limitada de los manuscritos o tratados que redactaban.
En el actual entorno global de comunicación instantánea a través de los medios de Internet, los demonizadores judíos contemporáneos del pueblo judío o su vástago, Israel, pueden lograr difusión instantánea global.
Es el motivo de que ignoremos los estallidos difamatorios de los enemigos judíos contemporáneos de Sión a nuestra propia costa. No deberíamos ser víctima de ninguna ilusión: a lo largo de las últimas décadas, los renegados judíos han sido un factor contribuyente crucial a la creciente deslegitimación de Israel.
Los antisemitas, obligados a trabajar desde el anonimato desde el Holocausto, se han visto reforzados, volviendo a sus esfuerzos tradicionales agresivos de convertir a los judíos en parias.
En este contexto, las inclementes salidas de tono expresadas por Avrum Burg en entrevistas relativas a su libro Derrotar a Hitler, equiparando repetidamente a los israelíes con los Nazis, se calificarían según cualquier rasero como actos de infamia.
Burg no es ningún pensador profundo. Sus crudos ataques son simplemente una reelaboración de los textos estándar llenos de clichés ideados por aquellos que buscan deslegitimar al estado judío. Pero en virtud de sus antiguos cargos, la difamación de Israel por parte de Burg se convierte sin duda en un arma crucial para los antisemitas y todos aquellos que buscan la destrucción del estado judío.
El actual estallido de Burg es un plagio de un artículo anterior de difamación a Israel escrito en septiembre de 2000 y que fue ampliamente difundido por todo el mundo. Ya entonces Burg había descrito al estado sionista como una entidad basada en "un molde de corrupción y unos cimientos de opresión e injusticia". También racionalizaba a los terroristas suicida - "se encomiendan a Alá en lugares de recreo porque sus propias vidas son tortura".
En su extensa entrevista con el periodista del Haaretz Ari Shavit, Burg continuaba difamando a Israel y al sionismo sin tapujos. Describía a Israel como un estado fallido racista, y una entidad espiritualmente muerta y demente. Visualizaba a la Knesset en el futuro aprobando una legislación prohibiendo las relaciones sexuales entre judíos y árabes. Repetidamente conjuraba distorsionadas analogías de crímenes cometidos por israelíes y Nazis. El concepto de democracia judía es "nitroglicerina". Burg denunciaba la Ley de Retorno ("una imagen reflejada de Hitler"), y aparentemente aprueba un estado binacional.
En una observación más reciente con la que los antisemitas de todo el mundo sin duda estarán exultantes, expresaba su determinación a combatir "las manipulaciones del lobby israelí que insta a la doble lealtad". La solución propuesta por Burg para los israelíes es seguir su ejemplo y convertirse en ciudadanos del mundo obteniendo un segundo pasaporte. Ha adoptado la nacionalidad francesa y proclama orgullosamente que viajó a París expresamente para depositar su voto en las elecciones presidenciales francesas contra Nicholas Sarkozy, quien representa "una importante amenaza para la seguridad mundial". Blandiendo su universalismo, Burg también nos informa que en contraste con Israel, Europa representa el verdadero entorno judío (¿?).
Para la mayor parte de los israelíes, los desvaríos de Burg son simplemente reflejos elementales de los libelos corrientes dirigidos contra nosotros por nuestros enemigos. Pero tentador como pueda ser ignorarle y depositar sus salidas de tono en el cubo de la basura al que pertenecen, no nos podemos permitir hacerlo, porque la procedencia de Burg garantiza que nuestros enemigos le explotarán como vehículo primordial con el que demonizarnos y deslegitimar al estado judío.
Sus palabras también refuerzan y proporcionan respetabilidad a todos los judíos renegados que promueven campañas anti-Israel, incluyendo a aquellos involucrados en los recientes boicots sindicalistas académicos del Reino Unido contra Israel.
Pero Burg no es simplemente un pirado post-sionista más. Es vástago de una de las familias religiosas sionistas más distinguidas del país, cuyas vidas se dedicaron al bienestar de Israel y el pueblo judío. El reverenciado difunto padre de Burg, Joseph, era un refugiado de la Alemania Nazi que se convirtió en miembro de la primera Knesset y alcanzó la dirección del Partido Nacional Religioso. Su madre, Rivka, perdió a la mayor parte de su familia durante la masacre árabe de los judíos de Hebrón de 1929. Avrum ingresó en Paz Ahora y rápidamente se convirtió en el Tío Tom "religioso" y mascota del estamento político de la extrema izquierda. Esto le permitió servir como diputado laborista entre 1988 hasta 1995, cuando dimitió de la Knesset para convertirse en el presidente de la Agencia Judía y la Organización Sionista Mundial. En 1999 volvió a la Knesset y se convirtió en portavoz. En el 2001 Burg no logró convertirse en presidente del Partido Laborista cuando se dio a conocer que le votó un número de drusos superior al número de drusos que había en el partido. Burg, con vergüenza por el pucherazo, se retiró a continuación de la política. Antes de graduarse como post sionista radical de medio pelo, Burg se jactó repetidamente ante mí de que llegaría a ser primer ministro. Su mandato en la Agencia Judía, por decirlo diplomáticamente, fue efervescente. Durante ese período, su veterana relación con el Secretario General del Congreso Judío Mundial caído en desgracia ya, Israel Singer, se hizo más íntima y el plan para que Burg sucediese a Singer en el cargo de Secretario General del Congreso solamente fue torpedeado cuando fue denunciado públicamente de manera prematura. Una de las últimas iniciativas de Burg antes de adoptar la ciudadanía francesa fue su implicación en una empresa de inversiones en quiebra, encabezando un consorcio para adquirir una compañía relacionada con la fabricación de armamento. El fiscal del estado y la policía intervinieron y la venta fue cancelada entre informaciones ampliamente difundidas que alegan que Burg habría evitado por poco el procesamiento judicial a causa de sus prácticas empresariales sin escrúpulos.
El acto público más reciente de Burg fue su acción judicial infructuosa y ampliamente publicitada contra la Agencia Judía, que se negaba a pagarle 200.000 NIS de sueldo (33.800 EUR) y proporcionarle un coche de lujo y un chofer vitalicios - además de privilegios similares que recibía como antiguo portavoz de la Knesset. Uno solamente puede especular con lo que motiva a Burg a promover libre de los tan virulentos contra su pueblo. Atribuir su comportamiento al complejo freudiano de Edipo - el acto de rebelión definitivo y rechazo a sus padres sionistas ortodoxos - podría ser una explicación parcial. Sin embargo es más probable que habiendo fracasado tanto como empresario como político, simplemente esté buscando crearse un nuevo papel para sí mismo.
Es probable que en esto tenga éxito. Avrum Burg, el ex presidente de la Agencia Judía y ex portavoz de la Knesset, que ha adoptado sin tapujos la ciudadanía francesa y que está dispuesto a difamar públicamente a su pueblo y deslegitimar a su propio país, ya no será simplemente el ojo derecho de los post sionistas israelíes.
Asumirá el papel de icono del estamento anti-Israel global y de todos los antisemitas. Se verá desbordado de compromisos para conferencias y, con o sin su psicodélica kippá, será invitado y logrará el estatus de estrella en las recepciones patrocinadas por aquellos que buscan poner fin al estado judío. Pocos israelíes derramarán una lágrima si Avrum Burg se establece permanentemente en Francia.

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