lunes, 18 de febrero de 2008

Justicia para Serbia

Justicia para Serbia
José García Domínguez (http://www.libertaddigital.com)
Hoy debería ser un día de inmensa felicidad para las plañideras transversales de la izquierda y la derecha que corrieron a encender sus velitas y sus mecheritos cuando se les apareció en la Plaza Mayor el espectro de Mendiluce travestido de ángel exterminador de Yugoslavia. ¿Se acuerdan? Fue muy emocionante. Además de muy útil, claro. Pues aquellas filantrópicas llamas iluminarían al compañero Javier Solana con tal de que ninguno de los misiles cargados de uranio empobrecido que debía lanzar contra las entrañas de Serbia dejase de arrasar su objetivo. Gracias a las velitas, todo salió a la perfección: no falló ni uno. Tan perfecto salió todo que ni siquiera al culiparlante Rodríguez se le ocurrió estropear la fiesta con su cantinela favorita, la de las guerras ilegales que no están ungidas con el caldito del Consejo de Seguridad de la ONU.
Teníamos que ayudar a destruir un estado soberano que quedaba a dos horas de avión a fin de que Alemania volviese a disponer de su patio trasero de siempre en Mitteleuropa. Pero, sobre todo, urgía sentar el precedente internacional que nos permitiera a nosotros mismos dar un paso definitivo hacia el abismo. Otro propósito que también coronamos con gran éxito de crítica y público. Así, gracias a la lucidez estratégica que nos guió en los Balcanes, a estas horas la única Yugoslavia que aún resta en pie en el continente ya se llama España. Acaso sólo faltó que a Garzón le hubiera dado por encerrar a Peter Handke en Alcalá-Meco para que, cautivo y desarmado el instinto de conservación nacional, las alegres tropas de la miopía histórica hubieran alcanzado sus últimos objetivos.
Nos sobran los motivos, pues, para descorchar una botella de cinismo y, mientras la parte de los criminales de la UCHK que no anda desvalijando urbanizaciones en Marbella proclama la secesión de Kosovo, emborracharnos con la espuma de nuestra genial estupidez. Ellos y sus primos-hermanos, los ustachi que aplicaron su propia limpieza étnica en Croacia sin que las boquitas de piñón de la Unión Europea dijesen ni mu, son, como diría Kissinger, nuestros hijos de puta. De ahí que el muy rebelde y pacifista Gobierno español se haya apresurado a besar los pies del pato cojo que habita la Casa Blanca, ofreciéndose como alfombra para lo que sea si de lo que se trata es de violar la legalidad internacional en esa provincia serbia.
En fin, Rajoy, en un alarde de optimismo antropológico, le acaba de pedir al Adolescente que sepa estar "a la altura de las circunstancias" en ese asunto. Aunque uno se conformaría con que el propio Partido Popular no se escondiese au dessu de la mêlée tras la bendición de Bush a la próxima carnicería en suelo europeo. Veremos.

La semilla de la guerra

La semilla de la guerra
Juan Carlos Girauta (http://www.libertaddigital.com)
Es estúpido impulsar un cambio en el status quo cuando no hay unidad sobre su conveniencia ni siquiera en el seno del club impulsor, la Unión Europea, cuyas radicales discrepancias en asuntos tan serios como el respeto a las fronteras establecidas, las vías de acceso a la soberanía o la evaluación de los riesgos colectivos ilustran a la perfección las razones del estrepitoso fracaso de aquella Constitución Europea, arrogante e ingenua.
Es temerario, sobre reprobable, alentar y apadrinar una violación de la legalidad internacional cuando lejos de protegerse los derechos humanos se está poniendo en peligro a una minoría acorralada. Particularmente temerario cuando tal minoría cuenta con un Estado valedor, Serbia, y un megaestado nuclear históricamente aliado y protector, Rusia.
En tan temeraria estupidez ha incurrido el grupo de estados en cuyas manos reside la paz mundial y la efectiva garantía de los valores occidentales: Estados Unidos y los grandes de Europa. Para entender que ese territorio que fugazmente (en las magnitudes de la historia) un día se llamó Yugoslavia es un polvorín –que lo fue antes de Tito y lo siguió siendo después, que lo es ahora mismo–, no hace falta haber leído mucho. De hecho, basta con constatar que nuestro tercer contingente militar internacional en número de efectivos está desde 1999 protegiendo la seguridad de la minoría serbia en Kosovo. ¿Por qué la estaríamos protegiendo junto con treinta y cuatro países más si no existiera riesgo para los 120.000 serbios que se han quedado allí tras el abandono de 200.000? ¿Por qué cree la sabia diplomacia europea que salieron huyendo esos 200.000?
Hallo en la crónica de María Ramírez en El Mundo un párrafo que contiene la clave de la catástrofe que se avecina: "Aunque en privado los diplomáticos europeos dudan de la viabilidad del desastrado país, [de] la conveniencia de crear un 'Estado puro' en los Balcanes o [de] las consecuencias de violar la legalidad internacional, en público, los grandes de la UE (...) establecerán relaciones diplomáticas en las próximas horas."
Añado que algún pequeño de la UE, algún disminuido voluntario de la UE, como España, combina su público rechazo a la declaración unilateral de independencia kosovar con una inexplicable contribución a la misión europea, consagrada a desplegar un nuevo funcionariado policial y aduanero que ha de dar cuerpo a un Estado inconveniente, indeseado e ilegal. Otra vez la semilla de la guerra en Europa. Felicidades, idiotas.

Vuelta a empezar

Se abre otra caja de Pandora en los Balcanes
FELIPE SAHAGÚN (http://www.elmundo.es)
Con la declaración de independencia, los albano-kosovares consiguen, con la ayuda de EEUU, Francia, la RFA e Italia, el sueño de su vida, pero abren otra caja de Pandora con graves riesgos de desestabilización dentro y fuera de los Balcanes.
La independencia de Kosovo cierra el círculo de las guerras balcánicas iniciadas por Slobodan Milosevic cuando proclamó, a finales de los ochenta, en territorio kosovar su proyecto de una Gran Serbia que incluía dos tercios de Bosnia, un tercio de Croacia, todo Montenegro y Kosovo.
Aunque el derecho internacional está claramente de parte de Serbia, que considera "nula e ilegal" la independencia kosovar, hace muchos años que, con su represión y violencia, el régimen serbio perdió su autoridad moral sobre la mayoría albano-kosovar.
Parte de Serbia desde el siglo XIII, las migraciones y las guerras dieron la mayoría demográfica a los musulmanes a principios del siglo XX, pero el territorio siguió formando parte de Yugoslavia y desde 1974 se convirtió en provincia autónoma de la antigua Yugoslavia.
La retirada de la autonomía por Milosevic desató el proceso que desembocó en 1997-98 en la organización de la guerrilla UCK y en los bombardeos de la OTAN durante diez semanas de 1999. Desde entonces, el territorio ha estado en un limbo jurídico, administrado por la ONU y protegido por la OTAN, que se ha comprometido a mantener los 16.000 soldados desplegados hoy en Kosovo.
Los dirigentes serbo-bosnios han amenazado con seguir los pasos de los albano-kosovares. Con el control del 50% de Bosnia, si lo hacen romperían los acuerdos de Dayton que pusieron fin a las últimas guerras balcánicas en 1995 y entraríamos en otro periodo de fuertes convulsiones en la zona.
Vitaly Churkin, embajador ruso en la ONU, advirtió el jueves en el Consejo de Seguridad del peligro de "graves amenazas para la seguridad de la población local, de violencia interétnica y de actividades extremistas en Kosovo y en el resto de los Balcanes".
Otros pueblos este-europeos como los de Nagorno-Karabaj, Ossetia del Sur, Abjazia y Trandsnistria pueden ver en la independencia kosovar un modelo a seguir e intensificar sus demandas de independencia.
Si Serbia retira embajadores, impone sanciones o rompe relaciones con los Estados que reconozcan al nuevo país, se aislará peligrosamente del resto de Europa y se echará en brazos, para sobrevivir, de Rusia, que acaba de adquirir el control de la petrolera estatal serbia y que estaría encantada de abrir bases militares permanentes en los Balcanes, de donde fue expulsada por Tito tras la segunda guerra mundial.
"Serbia hará lo que tiene que hacer cualquier país con un mínimo de dignidad", advirtió el jueves por televisión el primer ministro serbio, Vojislav Kostunica. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha insistido hasta la saciedad en que la independencia kosovar es ilegal y peligrosa, y ha anunciado que Rusia tiene a punto un plan para lo que ya se veía venir desde hace meses o años, aunque no ha concretado el contenido de dicho plan.
Grecia es uno de los seis países de la Unión Europea que hasta primeros de febrero seguían oponiéndose también a la independencia de Kosovo. España, con graves problemas separatistas en el Pais Vasco y Cataluña, comparte sus temores, aunque ha preferido mantener un perfil bajo en esta crisis por su incapacidad para modificar el resultado final.
La ministra de Exteriores griega, Dora Bakoyannis, viajó a Washington el 14 de febrero para reiterar por enésima vez su temor de que el norte de Chipre decida imitar a Kosovo, y que los albaneses de Macedonia y de Albania, con grupos radicales fuertemente armados, se sientan legitimados para lanzarse a la realización de su sueño de una Gran Albania.
La fuerza de 2.000 policías, jueces y funcionarios que la UE va a desplegar desde este fin de semana, que irá sustituyendo a la ONU durante una fase de transición de cuatro meses, no es suficiente para asegurar el orden si la minoría serbo-kosovar, formada por unas cien mil personas, decide proclamar su propia independencia en el norte del país, con Mitrovica como capital, y enfrentarse abiertamente a las autoridades de Pristina.
Obviamente, lo que hagan dependerá de las órdenes, organización, financiación, equipamiento y dirección de Belgrado, y de la estrategia que Rusia esté dispuesta a seguir en la región.
Las medidas que Serbia y Rusia pueden utilizar para ahogar al recién nacido Kosovo van desde el cierre de fronteras a un embargo comercial, el rechazo de los pasaportes kosovares y cortes de los suministros de petróleo, gas, electricidad, teléfono, agua y servicios de internet.
Es probable que la coalición gobernante en Belgrado, incapaz de ponerse de acuerdo sobre la mejor respuesta a la independencia de Kosovo, se rompa en las próximas semanas. En tal caso, el presidente Boris Tadic se vería obligado a adelantar las elecciones legislativas de 2011 a mayo de este año.
La votación se convertiría en otro referéndum sobre el futuro del país, que tendría que optar de nuevo por la UE o por Rusia. De volver a las urnas, es más que probable la victoria del Partido Radical, lo que alejaría y complicaría la futura integración de Serbia en la UE.