En su libro "Este es mi pueblo" Alberet Einstein publicó el siguiente artículo:
¿Qué es en verdad un judío?
La formación de grupos tiene un efecto fortaleciente en todas las esferas del esfuerzo humano, debido sin duda muy a menudo a la lucha entre las convicciones y los fines que representan los distintos sectores.
Los judíos integran también reales agrupaciones con un carácter definido que les es propio, y el antisemitismo no es más que una actitud antagónica producida entre los no judíos por el grupo judío. Es ésta una reacción social normal. Sin el error político que es su consecuencia nunca habría sido designado con un nombre especial.
¿Cuáles son las características del pueblo judío? En primer lugar, ¿qué es un judío? No existe una respuesta categórica a esta pregunta. La más clara sería la siguiente: un judío es una persona que profesa la religión judía. El carácter superficial de esta respuesta se reconoce en seguida mediante una simple comparación. Planteemos la pregunta: ¿qué es un caracol? Una respuesta semejante a la dada más arriba sería ésta: Un caracol es un animal que habita una pequeña concha. Tal respuesta no es del todo incorrecta ni tampoco exhaustiva, pues la pequeña concha no es más que uno de los productos materiales del caracol. De igual modo la religión judía sólo es una de las creaciones
características de esta comunidad. Se sabe, además, que un caracol puede arrojar su caparazón sin dejar por eso de ser caracol. El judío que abandona su religión (en el sentido formal del término) se halla en una posición análoga. Sigue siendo judío.
Las dificultades de este género aparecen siempre que se trata de explicar el carácter esencial de un grupo.
El vínculo que ha unido a los judíos durante miles de años y que los une hoy es sobre todo el ideal democrático de justicia social, ligado a la concepción de ayuda mutua y de tolerancia entre los hombres.
Hasta los escritos religiosos más antiguos de los judíos están impregnados de estos ideales sociales, que han gravitado fuertemente sobre el cristianismo y el islamismo y han ejercido una influencia provechosa sobre la estructura social de gran parte de la humanidad. La introducción de un día de reposo semanal debe recordarse aquí como un profundo beneficio para todos los hombres. Personalidades tales como Moisés, Spinoza y Carlos Marx, por diferentes que sean, han vivido y se han sacrificado por el ideal de justicia social y la tradición de sus antecesores, es la que los ha condicionado sobre este riesgoso camino. Las realizaciones únicas de los judíos en el terreno de la filantropía nacen de la misma fuente.
El segundo rasgo característico de la tradición judía es la alta estima con que se considera toda forma de aspiración intelectual y el esfuerzo del espíritu. Estoy convencido de que este gran respeto por la tarea del intelecto es la razón decisiva de las contribuciones, por parte de los judíos, al progreso del conocimiento en el sentido más amplio del término. Si se tiene en cuenta su número reducido en cantidad y los enormes obstáculos exteriores colocados siempre en su camino en todos los aspectos, la extensión de esas contribuciones merece la admiración de los hombres sinceros. Me parece que esto no se debe a una riqueza de talento especial, sino al hecho de que el valor de que goza el trabajo intelectual entre los judíos crea una atmósfera favorable en
particular al desarrollo de los talentos que puedan existir. Al mismo tiempo, un fuerte espíritu crítico impide la obediencia ciega a cualquier autoridad moral.
Me he limitado aquí a esos dos rasgos tradicionales que considero los decisivos. Estos modelos e ideales hallan su expresión tanto en las cosas insignificantes como en las grandes. Se transmiten de padres a hijos; animan la conversación y los juicios entre amigos, llenan los escritos religiosos y otorgan a la vida en comunidad del grupo su impronta inconfundible. En esos ideales distintivos advierto la esencia de la naturaleza judía. Que tales ideales resulten imperfectamente realizados en el grupo -en su vida rutinaria concreta- es algo natural. Sin embargo, si se quiere dar una ligera expresión del carácter del grupo, debe siempre formularse por vía del ideal.
¿Qué es en verdad un judío?
La formación de grupos tiene un efecto fortaleciente en todas las esferas del esfuerzo humano, debido sin duda muy a menudo a la lucha entre las convicciones y los fines que representan los distintos sectores.
Los judíos integran también reales agrupaciones con un carácter definido que les es propio, y el antisemitismo no es más que una actitud antagónica producida entre los no judíos por el grupo judío. Es ésta una reacción social normal. Sin el error político que es su consecuencia nunca habría sido designado con un nombre especial.
¿Cuáles son las características del pueblo judío? En primer lugar, ¿qué es un judío? No existe una respuesta categórica a esta pregunta. La más clara sería la siguiente: un judío es una persona que profesa la religión judía. El carácter superficial de esta respuesta se reconoce en seguida mediante una simple comparación. Planteemos la pregunta: ¿qué es un caracol? Una respuesta semejante a la dada más arriba sería ésta: Un caracol es un animal que habita una pequeña concha. Tal respuesta no es del todo incorrecta ni tampoco exhaustiva, pues la pequeña concha no es más que uno de los productos materiales del caracol. De igual modo la religión judía sólo es una de las creaciones
características de esta comunidad. Se sabe, además, que un caracol puede arrojar su caparazón sin dejar por eso de ser caracol. El judío que abandona su religión (en el sentido formal del término) se halla en una posición análoga. Sigue siendo judío.
Las dificultades de este género aparecen siempre que se trata de explicar el carácter esencial de un grupo.
El vínculo que ha unido a los judíos durante miles de años y que los une hoy es sobre todo el ideal democrático de justicia social, ligado a la concepción de ayuda mutua y de tolerancia entre los hombres.
Hasta los escritos religiosos más antiguos de los judíos están impregnados de estos ideales sociales, que han gravitado fuertemente sobre el cristianismo y el islamismo y han ejercido una influencia provechosa sobre la estructura social de gran parte de la humanidad. La introducción de un día de reposo semanal debe recordarse aquí como un profundo beneficio para todos los hombres. Personalidades tales como Moisés, Spinoza y Carlos Marx, por diferentes que sean, han vivido y se han sacrificado por el ideal de justicia social y la tradición de sus antecesores, es la que los ha condicionado sobre este riesgoso camino. Las realizaciones únicas de los judíos en el terreno de la filantropía nacen de la misma fuente.
El segundo rasgo característico de la tradición judía es la alta estima con que se considera toda forma de aspiración intelectual y el esfuerzo del espíritu. Estoy convencido de que este gran respeto por la tarea del intelecto es la razón decisiva de las contribuciones, por parte de los judíos, al progreso del conocimiento en el sentido más amplio del término. Si se tiene en cuenta su número reducido en cantidad y los enormes obstáculos exteriores colocados siempre en su camino en todos los aspectos, la extensión de esas contribuciones merece la admiración de los hombres sinceros. Me parece que esto no se debe a una riqueza de talento especial, sino al hecho de que el valor de que goza el trabajo intelectual entre los judíos crea una atmósfera favorable en
particular al desarrollo de los talentos que puedan existir. Al mismo tiempo, un fuerte espíritu crítico impide la obediencia ciega a cualquier autoridad moral.
Me he limitado aquí a esos dos rasgos tradicionales que considero los decisivos. Estos modelos e ideales hallan su expresión tanto en las cosas insignificantes como en las grandes. Se transmiten de padres a hijos; animan la conversación y los juicios entre amigos, llenan los escritos religiosos y otorgan a la vida en comunidad del grupo su impronta inconfundible. En esos ideales distintivos advierto la esencia de la naturaleza judía. Que tales ideales resulten imperfectamente realizados en el grupo -en su vida rutinaria concreta- es algo natural. Sin embargo, si se quiere dar una ligera expresión del carácter del grupo, debe siempre formularse por vía del ideal.
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