domingo, 1 de junio de 2008

Odisea de un israelí español: epílogo

A modo de Epílogo
por Moshe Yanai

No soy escritor, a lo sumo un periodista que ha incursionado en otro campo, y espero que el relato haya podido presentar debidamente una situación tan poco agradable como en la que se vio mi familia en aquellos años. Desde luego, no presumo decir que fue una terrible desgracia: salir con vida en esa época nefasta para el judío europeo como fueron los años cuarenta, de por sí ya era tener suerte. Seis millones de correligionarios míos no la tuvieron, y entre ellos familiares de mi mamá en Francia y la pluralidad de los de mi esposa, ella misma superviviente del Holocausto. Espero tener la oportunidad de describir próximamente las peripecias sufridas por esa familia; en comparación con las que yo acabo de publicar, las nuestras fueron meras nimiedades. La diferencia reside en que nosotros vivimos bajo el régimen franquista en España, mientras que ellos tuvieron la desgracia de encontrarse en Grecia bajo la ocupación nazi. Que conste que hubo una gran diferencia.

Moshé Yanai en Barcelona

Quisiera precisar una cosa en forma llana y terminante. Nada de lo que se ha escrito es imaginario, ocurrió tal y cual se describe, con la salvedad de que haya algún pequeño detalle erróneo sin importancia. Además de mis recuerdos personales, he consultado una amplia bibliografía. He leído libros de los historiadores israelíes Haim Avni y y Bauer, he consultado muchas obras de la época en la bibliotecas de la Universidad de Tel Aviv y la de Beit Hatzefutzot, así como en la del Instituto Cervantes en esta ciudad, y he tratado de aclarar algún que otro detalle en mis viajes a España. Mi relato es verídico; yo soy responsable de lo que he escrito. Las declaraciones antijudías que cito de Francisco Franco, Serrano Suñer y de Queipo de Llano, han sido obtenidas de fuentes españolas impecables.

La Barcelona de los años 30 del siglo XX con sus padres
En base a este amplio estudio realizado puedo afirmar que el régimen franquista tuvo una tendencia anti-judía, por no decir antisemita. Lo dijo claramente Franco en varias oportunidades, lo que se puede verificar en la documentación que existe. Tampoco se puede poner en tela de juicio un hecho histórico: el dictador español salvó a judíos españoles. No tantos como hubiera podido, y muy a desgana y seguramente presionado por las circunstancias. Pero los salvó, y eso lo digo con pleno conocimiento de causa. Fue un cínico juego de intereses, pero permitió ahorrar vidas y esto es lo que cuenta. Es cierto que salvó vidas, pero no menos verdad que no que amparó a los judíos salvados. Una vez llegados a España, tenían que salir del país. Hasta que no lo hicieran, no entraría el próximo contingente. La nueva España no quería judíos en su sociedad; tal vez pensaba que podrían contagiar al resto de la población.

Con sus padres en Barcelona

Asimismo, el arresto y encarcelamiento de varias decenas de judíos de Barcelona y Madrid es un hecho histórico: el problema es que no ha sido debidamente documentado. Es por ello principalmente que he tratado de escribir lo que se ha leído; que yo sepa no lo ha hecho nadie más. Los recuerdos de esa época tan aciaga son tan dolorosos, que muchos supervivientes, en España o en el resto de Europa, no quieren hasta ahora acordarse de ellos. Mucho menos, hablar sobre el tema. Mi papá, por ejemplo, eludía referirse a ese tema. Se veía que le dolía mucho, en especial porque tenía tanto afecto por esa tierra. Decía que valía más mirar hacia el futuro.

Los sucesos que he relatado y mi condición de veterano israelí bien arraigado en este país, no han dado lugar a que le guarde rencor a España. Los españoles como tales se portaron muchas veces en forma decente. Incluso el comandante de un campo de concentración como el de Miranda de Ebro se habría tomado la molestia de preguntar a Madrid por qué habría de considerar a mi padre un preso peligroso, y luego le otorgó los mismos derechos que a los demás reclusos. El jefe de la policía de Cádiz hizo caso omiso de las órdenes que seguramente tenía, y mi padre y mi tío pudieron reunirse con su familia esos días de espera hasta el embarque, en lugar de languidecer en alguna prisión gaditana. Serán detalles marginales, pero para nosotros tuvieron una importancia capital, y afianzaron nuestro convencimiento sobre la hidalguía de ese pueblo como tal. Diferenciamos plenamente entre el régimen dictatorial y el proceder del pueblo español. Por eso me encanta cada vez que voz a mi ciudad natal, y por eso escribí hace poco en un periódico que “Barcelona es siempre buena” (“La Vanguardia”, sección “Página Abierta”, 08.09.05) Lo dije entonces y lo repito ahora. Que no se me acuse de anti-españolismo, puedo afirmar que he sido siempre un fiel embajador no acreditado para difundir en Israel todo lo bueno que a mi modesto modo de ver tiene ese incomparable país.

Agradezco a todos los lectores que escribieron para hacer conocer su parecer. Incluso a los que me criticaron. Pero repito una cosa: no creo haber inventado nada. Ya sé, dícese que quien dice las verdades pierde las amistades. Espero que no sea así en mi caso. Un cordial saludo a todos.

Moshé Yanai

(Nota publicada por Es-Israel)
Desde Es-Israel.org felicitamos a Moshé Yanai por su relato y la emotividad que nos ha transmitido en sus palabras y en su intimidad. También queremos hacer constar, a tenor de las discusiones; que incluso en el absurdo caso de que el régimen fascista de Franco no hubiese perseguido a los judíos -cosa que ya hemos visto que no fue verdad- ; el mero hecho de que fuese una dictadura que asesinó impunemente miles de personas, que prohibió lenguas, que apoyó al eje nazi-fascista, refugió nazis y los amparó de la justicia, merece todo nuestro desprecio y condena... y; por supuesto, nos repugna la idea de que alguien pretenda defenderla en nombre de la libertad y el amor a Israel y los judíos. Israel votó en su día contra la entrada de la España fascista a la ONU por todas estas razones...que no lo olvide nadie. En Es-Israel.org mantenemos la memoria

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