sábado, 15 de noviembre de 2008

El mito kazaro y el nuevo antisemitismo

El mito kazaro (jázaro) y el nuevo antisemitismo
Steven Plaut - Jewish Press - Traducción Blog Safed-Tzfat
http://noti.hebreos.net/

• “Los israelíes no tienen ninguna historia en esta tierra porque ellos son kazaros, y por lo tanto no están conectados a esta tierra” - Al Hayat Al Jadida, 16 de junio de 2003

• “Curiosamente, los sionistas eran en su mayoría de origen no judío, cuyos antepasados se habían convertido al judaísmo alrededor del 800 d.C., en un lugar llamado Kazaria, en las montañas del Cáucaso, entre el Mar Caspio y el Mar Negro. Literalmente eran caucásicos” - web Judicial-inc

• “El año 1917 fue un hito importante para los judíos kazaros con la creación de su propio estado en Palestina. Ese mismo año también se produjo la Revolución bolchevique en Rusia, seguido de un holocausto cristiano como el mundo no ha conocido. Los judíos kazaros, una vez más, tomaron el control de Rusia después de más de 900 años, y se dedicaron a la tarea de destruir a los cristianos rusos, más de 100 millones, al mismo tiempo que más de 20 millones de judíos religiosos también murieron a manos de los judío kazaros” – web Al-jazeerah.info

Es una de las grandes ironías del s.XXI que, antisionistas y antisemitas de izquierda y de derecha, hayan retomado los argumentos racistas en contra de los judíos, hecho que la mayoría de nosotros pensaba que había desaparecido después de la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los aspectos más extraño de esta “re-racialización” del antisemitismo es el papel desempeñado por el mito kazaro.

La nueva moda de los kazaros sostiene que la mitología moderna ashkenazí, y especialmente el liderazgo europeo del movimiento sionista, no es totalmente judía, en el sentido racial, sino descendiente de los kazaros no judíos, por lo tanto, y según esa aseveración de los “teóricos” del origen kazaro, sionistas e Israelíes no tienen reivindicaciones legítimas sobre la Tierra de Israel.

Sería difícil considerar como una exageración el pensar que actualmente se ha generalizado la utilización indebida del mito kazaro en aquellos que buscan deslegitimar a Israel y a los judíos. Una reciente investigación mostró que casi 30.000 web utilizan la “teoría” de los kazaros para atacar a Israel y al sionismo.

Cerca de doscientas de esas web describen una cábala conocida como el Kazarismo Sionista Bolchevique (KZV). Las web neo-nazis y de los negacionistas del Holocausto están particularmente felices con el mito kazaro. También está creciendo su popularidad entre las correspondientes a los extremistas de la izquierda antisionista.

Propagandistas islamofascistas árabes, desde hace mucho tiempo, abrazan la teoría de los askenazíes kazaros, al igual que los dirigentes de Irán están encantados con ella. Al-Jazeera ha estado utilizando la supuesta historia de los kazaros para instar a los cristianos de todo el mundo a una guerra religiosa contra los imperialistas kazaros pseudo-judíos.

Grupos que promocionan los Protocolos de los Sabios de Sión suelen citar el infame papel de los kazaros como “prueba” de una conspiración judía mundial (cerca de unas 700 web). E inclusive, judíos antisionistas como Alfred M. Lilienthal y el sueco “Israel Shamir”, han utilizado el mito kazaro para atacar el sionismo.

¿Por qué están tan interesados estos diversos grupos en un lugar arcaico y un esotérico grupo de personas del Asia central que casi desaparecieron hace un milenio?

La respuesta es muy simple. Según la teoría de los kazaros de los nuevos antisemitas, la mayoría de los judíos de hoy, en particular los judíos askenazíes, no son racialmente judíos, sino descendientes de la tribu turca de los kazaros, cuya clase dirigente, y partes de su élite y de su población, se convirtió al judaísmo a principios de los siglos VIII o IX d.C. Por lo tanto, argumentan estos entusiastas de los orígenes raciales, los judíos askenazíes no tienen derecho a vivir con los racialmente semitas en el Oriente Medio y, sobre todo, nunca en la Tierra de Israel.

Para los judíos, la historia de la conversión de los kazaros al judaísmo es mejor conocida gracias a los relatos de “El Kuzari: en defensa de la fe despreciada”, un libro medieval compuesto por el gran poeta y filósofo español Judá Ha-Levi.

En realidad, sólo una parte del libro trata en realidad del reino kazaro, sobre el cual poco se sabe, y las evocaciones históricas sobre ellos incluidas en ese libro no se consideran plenamente fiables.

En cualquier caso, el relato “El Kuzari” tiene por objeto los debates que en la corte real kazara supuestamente tuvieron lugar para la conversión de su élite al judaísmo. Otros altos funcionarios judíos de los reinos musulmanes del Al-Andalus tuvieron correspondencia con el reino kazaro, especialmente el rabino de Córdoba, Hasdai ibn Shaprut, cuyas cartas han sobrevivido. Y el gran sabio iraquí, Saadia Gaon, se cree que mantuvo correspondencia con los judíos del reino kazaro.

Comúnmente se piensa que parte de la motivación para la “conversión” de los kazaros fue establecer la neutralidad política del reino kazaro, enfrentado a posibles amenazas tanto de la Cristiandad como del Islam.

Los kazaros en sí mismos no han dejado registros documentales. El historiador árabe Ibn Fadlan escribió sobre ellos, pero lo hizo dos siglos después de que las conversiones al judaísmo se hubieran producido. Algunos judíos, tras haber buscado refugio ante las persecuciones bizantinas, probablemente vivieron en el reino kazaro mucho antes de la conversión de su realeza.

Un irónico giro histórico es que los kazaros han contribuido al alfabeto cirílico, utilizado por el ruso, el eslovaco y otros idiomas. San Cirilo llegó a Kazaría en el 860 d.C., en un intento de convertir a los kazaros al cristianismo. Dado que el hebreo de los kazaros y el griego eran los principales alfabetos conocidos por San Cirilo y los primeros eslavos, hubo prestamos entre ambos.

El interés occidental por los kazaros fue estimulado en gran medida por el libro publicado en 1976 “La decimotercera tribu”, de Arthur Koestler, un escritor más conocido por haber combatido a lo largo de toda su vida contra todas las formas de totalitarismo. El libro de Koestler se basa en gran medida en un libro precedente, “La historia de los judíos kazaros”, del historiador D.M. Dunlop.

Dunlop rechazó la idea de que en un gran número de judíos askenazis se pudieran rastrear sus orígenes kazaros, pero no fue el caso de Koestler. En una equivocada y extraordinariamente exagerada estimación de su papel y del número de descendientes kazaros entre los judíos europeos, Koestler, un destacado sionista por otro lado, inadvertidamente proporcionó todo ese tipo de munición que los racistas y los antisemitas actuales soñarían, y es por ello que muchos de entre ellos suelen citar su libro como base para sus denuncias racistas de Israel.

Una serie de libros más serios sobre los kazaros están ahora en el mercado, incluido “Los judíos de Kazara”, de Kevin Alan Brook. El rabino Bernard Rosensweig fue una de las principales figuras en desacreditar la teoría de los orígenes kazaros de los judíos askenazíes. En “Escribiendo la Tradición” la desestimó como una de esas “tambaleantes suposiciones académicas sin apoyo histórico”.

Asimismo, el arqueólogo sueco Bozena Werbart, un experto en los kazaros, escribió: “En el reino zazaro, Koestler quería ver el origen de los judíos de la Europa oriental. Sin embargo, todas las pruebas y hechos históricos y lingüísticos contradecían sus teorías.”

En “La Enciclopedia del judaísmo” se afirma enfáticamente: “La noción de que los judíos askenazíes eran descendientes de los kazaros no tiene absolutamente ninguna base en la realidad”.

El verdadero reino kazaro fue sometido en parte por los primeros rusos en el siglo X, y todo lo que restaba fue aniquilado como consecuencia de las invasiones mongolas desde el Asia central.

Lo que les paso a los judíos kazaros simplemente se desconoce. Aquellos que conservaron su judaísmo probablemente se integraron en las restantes comunidades judías de todo el mundo. Algunos grupos de kazaros se sumaron a la invasión magiar de lo que luego se convirtió en Hungría, y se fusionaron con los judíos que ya vivían en esas tierras. De hecho, los arqueólogos han encontrado estrellas judías en los restos de aldeas kazaras húngaras.

Pequeños grupos de mercenarios kazaros probablemente encontraron refugio en otros lugares. Lo más probable es que la mayor integración de los judíos kazaros en otras comunidades judías se llevara a cabo en Irán y en Irak, donde existían las comunidades judías más grandes y más cercanas al reino kazaro, y con quien habían mantenido estrechos vínculos (algunos han especulado con que los judíos montañeses del Caucaso Oriental descienden en parte de los kazaros. Varios grupos turcos que viven actualmente en el Norte del Caucaso podrían descender de kazaros que adoptaron el Islam…).

(Una leyenda urbana sostiene que el color rojizo del pelo de los judíos los identifica como descendientes de los kazaros, a pesar de que difícilmente se podría explicar en el caso del Rey David, por no hablar de Esaú. Arthur Koestler aseguraba que muchos eran rubios con ojos azules.)

En cualquier caso, la existencia política de los kazaros terminó hace ya más de mil años.

Entonces, ¿qué hacer con el mito kazaro relativo a los judíos ashkenazíes y, por lo tanto, la supuesta falta de reivindicaciones legítimas por parte de Israel debido a sus orígenes kazaros? La mayor ironía es que inclusive si la teoría de los judíos ashkenazíes como descendientes de los kazaros fuera correcta - y prácticamente no hay ninguna prueba de que lo fuera -, sería totalmente irrelevante. El judaísmo nunca ha definido a los judíos por motivos raciales. Cualquier persona de cualquier raza es bienvenida como converso al judaísmo, siempre y cuando sea sincera.

Los propios israelitas bíblicos ya poseían una mezcolanza racial. Ellos absorbieron a la “multitud mixta” que salió con ellos de Egipto en el momento del Éxodo. Hay referencias bíblicas a judíos con diferentes características raciales, incluyendo la piel negra de Shulamita mencionada en el Cantar de los Cantares.

Los judíos siempre se han definido a ellos mismo por criterios religiosos, étnico-nacionales y a veces en términos lingüísticos, pero nunca siguiendo unas líneas raciales. Si todos los judíos ashkenazíes fueran kazaros convertidos, como asegura la actual reclamación racial antisionista, no serían menos legítimamente judíos y, como tal, tendrían los mismos derechos legítimos a una patria judía, como cualquier otro grupo de judíos (y dada la tradicional deferencia hacia los justos convertidos, tal vez tendrían más).

Los detalles reales del mito de los kazaros con relación a los orígenes de los judíos europeos son simplemente elucubraciones pseudo-históricas y pamplinas mentales.

Los judíos ya vivían en Europa un millar de años antes de que el reino kazaro se formara. No existen marcadores o indicadores genéticos que muestren que todos los judíos ashkenazíes son descendientes de tribus turcas. De hecho, existe una considerable evidencia genética que muestra como los judíos están más cerca del Levante y de los árabes sirios, que de asiáticos originales del Asia Central.

Después de la invasión mongola, los kazaros probablemente fueran asimilados por las comunidades judías de Irán y de Irak, que, por supuesto, eventualmente surgieron como importantes centros sefardíes [N.P.: dentro de esa más amplia identificación sefardí como originario del Mediterráneo y del Oriente], conformados principalmente por judíos con características raciales semitas, descendientes de los emigrantes y de los exiliados judíos de la Tierra de Israel. En cualquier caso, actualmente hay más judíos “semitas” sefardíes en Israel que judíos askenazíes de origen europeo. Y si los kazaros eran turcos, ¿cómo se podrían dar judíos askenazíes de complexión europea?

Hay otros problemas. Si todos los judíos ashkenazíes fueran descendientes de kazaros convertidos, ¿por qué hay Cohen y Levi entre ellos? Uno hereda la condición de Cohen (sacerdote) o de Levita (dedicado al culto y al servicio del Templo) del padre. Los descendientes de los kazaros conversos a través de la línea masculina nunca podrían ser un Cohen o un Levi.

¿Y por qué no hay apellidos kazaros entre los askenazíes, o nombres kazaros de pueblos y ciudades en Europa, allí donde vivieron los judíos? ¿Y por qué la mayoría de las comunidades askenazíes hablaban variantes del idish en lugar del turco?

Como ya se mencionó antes, la popularidad del mito kazaro entre los antisemitas representa un retorno actual a los modelos de intolerancia racista antijudía de los años 1930 y anteriores.

Casi todas las web antisemitas y neonazis denuncian a los sionistas y a los israelíes como “kazaros”. Las listas de chat de esas web donde se cataloga a los defensores de Israel como a “usurpadores kazaros” son demasiado numerosas para contarlas.

El racismo, una vez más en boga, sostiene que los judíos “sólo tendrían unas legítimas reivindicaciones al derecho a su autodeterminación en su patria histórica si fueran verdaderamente semitas desde un punto de vista racial”. Así pues, Palestina se ha convertido para ellos en una Lebensraum racial antisemita y los que no poseen la correcta marca racial no tienen nada que hacer allí. La pureza racial, de repente, es la nueva base de los derechos nacionales.

He descubierto decenas de web neonazis afirmando que los “kazaros sionistas” estaban realmente detrás del ataque del 11-S. He encontrado miles de web afirmando que “los kazaros pretendidamente judíos” formaban parte de una liga conspirativa con la Masonería, el Vaticano, los Illuminati y otros para controlar el mundo.

El “conspiracionismo kazaro” llega hasta estos días; una web del Ku Klux Klan afirma que el evangelista pro-Israel Pat Robertson realmente es un judío kazaro. La red neo-nazi “Américan Patriots Friends” afirma que los kazaros realmente descienden de la raza de Magog y desean secretamente controlar América.

Si llevamos este argumento racista hasta su conclusión lógica, los árabes palestinos tienen todo el derecho a reclamar su soberanía en Israel debido a que racialmente son más verdaderamente judíos (en tanto semitas), mientras que los sionistas son judíos kazaros, es decir, impostores raciales y usurpadores.

Llevando las cosas hasta ese punto, hay que señalar que los mismos árabes son, por supuesto, una mezcla de cepas raciales, en particular con un gran componente caucásico debido a la mezcla con pueblos europeos, como el español y el italiano, con los bereberes caucásicos, con vándalos, con godos, e incluso algunos vikingos [inclusive musulmanes bosnios y circasianos que emigraron en el s. XIX].

La deslegitimación racista del sionismo como un “imperialismo kazaro” incide en la misma loca teoría que sostiene que “Jesús fue palestino” [N.P.: Palestina se crea, como entidad geográfica que designaba los territorios del antiguo principado de Judea, con posterioridad a la rebelión judía de Bar Kojba, en el 135 d.C., cuando el emperador romano Adriano intenta eliminar todo vestigio de la civilización hebrea] y que afirma que todos los verdaderos judíos (desde un punto de vista racial) se convirtieron al Islam después de la conquista árabe de Palestina a finales de s. VII, y pasaron así a ser árabes palestinos.

Uno también puede encontrar un gran número de sitios web alegando tales cosas.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy interesante, en realidad , asi como usted , he leido opiniones contrapunteadas, la suya me parece inteligente , un shalom desde Cd.Victoria, Mexico y mis mejores deseos . Primo F. Reyes Gomez

Anónimo dijo...

Esta usted manipulando a su propia conveniencia el antisemitismo con el antisionismo, como si fuera lo mismo ser un antisionista que un antijudio. Esta "confusión" le resulta a usted conveniente para catalogar a los antisonistas como racistas, cuando son cosas totalmente diferentes. Como usted sabe existen judios que son antisionistas y no por ello se les va a llamar racistas o antijudios, lo que sería una total y absoluta tonteria. Por lo demás, sus argumentos me parecen típicos de la ideología sionista que aboga por un supuesto derecho sobre los territorios palestinos.