De por qué la amenaza de Al Qaida contra España y Francia sí debe ser considerada como especialmente peligrosa
Por Carlos Echeverría Jesús (http://gees.org/)
El hecho de que el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya considerado el 21 de septiembre que la última amenaza directa de Al Qaida contra España, lanzada el día anterior por el número dos de la red Ayman Al Zawahiri a través de Internet, puede enmarcarse en una cierta tradición dado “que ya ha habido otras” - nada menos que cuatro y explícitas en el primer semestre de 2007, cabría recordar - nos obliga a tratar de indagar si esto es así, es decir si es tan sólo una más, o si por el contrario, y como creemos, el nivel de las alarmas debe de aumentarse ante lo que es un incremento exponencial en la presentación de un odio hacia España y los españoles que puede traducirse en ataques inminentes dentro - “liberar el territorio de Al Ándalus arrebatado” - y fuera - “limpiar el Magreb de los hijos de Francia y España” - de nuestras fronteras. En cuanto al último aspecto esta es la primera vez en que se amenaza de una forma tan explícita a los españoles instalados o de paso por el Magreb, y esto es claro y diáfano frente a quienes han querido ver en la expresión de Al Zawahiri “hijos de Francia y España” una referencia metafórica a los regímenes apóstatas del Magreb restando con ello gravedad a sus palabras, al menos desde las perspectivas española y francesa.
El que por un lado la sentencia del 11-M vaya a hacerse pública en breve - con lo que ello supondrá, sea cual sea la dureza de las condenas, de humillación para un mundo yihadista salafista que tratará de traducirla, esperemos que sin éxito, en una humillación para todo el Islam -, y el que la veterana en estas lides Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN) argelina haya considerado, el mismo 20 de septiembre, que debemos tomarnos muy en serio esta amenaza, son dos pilares de refuerzo para considerar que tras el sombrío mensaje de Al Zawahiri España puede añadir una preocupación más a las que ya tiene.
El contenido y la oportunidad de la amenaza contra España
Con la frente dañada por los golpes dados contra el suelo durante sus oraciones, idéntica marca a la que suele lucir El Egipcio de cuyo futuro sabremos pronto cuando se haga pública la sentencia del 11-M, Al Zawahiri ofrecía como siempre una imagen que cuida con mimo: la de un buen musulmán sacrificado cuya misión es despertar en sus hermanos de fe el compromiso con el verdadero Islam en forma de combate contra cruzados y apóstatas. Mientras que de estos últimos se ocupaba en paralelo al mensaje de Al Zawahiri otro emitido el mismo día por Osama Bin Laden singularizándolos en la figura del Presidente paquistaní, Pervez Musharraf, de los cruzados lo hacía el siniestro cirujano egipcio singularizándolos para esta ocasión en franceses y españoles instalados o de paso por el Magreb y en lo que a los primeros respecta mancillando la idealizada tierra de Al Ándalus que, todo hay que decirlo, compartimos con los portugueses que también estarían amenazados aunque no de forma explícita.
Aunque las referencias de Al Qaida a Al Ándalus vienen de antiguo - en octubre de 2001, en octubre y diciembre de 2003, en marzo de 2004, en julio y diciembre de 2006, y en febrero, marzo, abril y mayo de 2007 por recordar las más visibles de las 13 inventariadas hasta ahora - es importante destacar que esta última de 20 de septiembre es la más explícita, la más elaborada tanto en términos de texto como de imágenes y la más peligrosamente oportuna dado que se produce en unos momentos en los que, a diferencia de los mensajes que se lanzaban allá por 2001, más genéricos, los de ahora constituyen auténticas órdenes para quienes cualesquiera de entre los múltiples “muyahidin” desperdigados por el mundo estén en condiciones de cumplir tal misión, y ello si es que Al Qaida no ha seleccionado ya a un grupo de terroristas preparado específicamente para ello.
Esta última aseveración nos lleva a considerar algo importante. Si hasta ahora España no ha sufrido ningún atentado en su suelo tras los del 11-M se debe a varios factores: en primer lugar, a la magnífica labor de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que hasta la fecha no sólo han logrado abortar algunos ataques en marcha (piénsese, tan sólo a título de ejemplo, en el planificado contra la Audiencia Nacional y que no fue llevado a la práctica gracias a la “Operación Nova”) sino con sus múltiples operaciones han impedido a células e individuos alcanzar la situación operativa óptima para realizarlos; y en segundo lugar porque las órdenes de realizarlos no habían sido lo suficientemente claras para células o individuos que aún no habrían sido detectados por dichas Fuerzas de Seguridad y que ahora en cambio sí podrían llevar a cabo acciones en cumplimiento de las recientes órdenes. En lo que a los ataques específicos contra intereses o ciudadanos españoles fuera de nuestras fronteras respecta, diversos ataques contra tropas españolas (Afganistán y Líbano aunque sobre este último aún esperamos los resultados de las investigaciones hispano-libanesas) o contra turistas españoles (Yemen) han podido inventariarse en los últimos meses pero es indudable que ahora, y desde nuestro punto de vista, el nivel de amenaza contra ellos se ha incrementado. No olvidemos además que esta amenaza se produce en pleno mes sagrado del Ramadán, que termina el próximo 12 de octubre y que para los yihadistas salafistas es un período extremadamente propicio para acometer misiones que ellos consideran sagradas como es el hostigamiento y, a ser posible, la eliminación de sus enemigos.
Quedan pues ya muy atrás aquellos tiempos en los que desde España se creía en algunos círculos que nuestra política especialmente sensible y llena de guiños cómplices hacia el mundo árabe - que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha recuperado en gran medida - y el idílico recuerdo de lo que Al Ándalus representó en la historia del mundo árabo-musulmán nos liberaba de estar en el punto de mira de grupos terroristas de dicho origen. Hoy la situación es la contraria: nuestra relación privilegiada con los regímenes del mundo árabo-musulmán hace que se nos considere un apoyo fundamental para la estabilidad y permanencia de los regímenes apóstatas, desde Argelia o Marruecos hasta Jordania o la Autoridad Nacional Palestina y llegando hasta Afganistán y Pakistán, y nuestro recuerdo idealizado de Al Ándalus no hace sino recordar la humillación para el Islam que la Reconquista supuso y la ocupación hasta hoy por cristianos de una tierra que fue fertilizada por el Islam y que a él debería de volver. Por otro lado, y a pesar de la retirada de Irak o de la labor exclusivamente humanitaria de nuestras tropas en Afganistán o en Líbano, realidades que para algunos despistados en España deberían ser leídas como un guiño cómplice hacia el mundo árabo-musulmán marcando distancias respecto a los belicosos estadounidenses y británicos, los yihadistas no ven en estas sino debilidad en lo que a la retirada de Irak respecta o complicidad con el régimen apóstata de Hamid Karzai y apoyo a la seguridad de Israel y al régimen también apóstata de Fouad Siniora en Beirut. Por otro lado, la infatigable labor de nuestras Fuerzas de Seguridad es presentada por los yihadistas como agresión contra los musulmanes y más si se filtra que algunas operaciones son fruto del trabajo en común con las de los EEUU: a título de ejemplo, la detención de dos paquistaníes el mismo 20 de septiembre, uno en Madrid y otro en Barcelona, acusados de financiar el terrorismo yihadista con dinero procedente del tráfico de drogas, fue presentada por los medios de comunicación como parte de una operación conjunta con el FBI estadounidense enmarcada en la denominada Operación “Atlántico” y obedeciendo a una Comisión Rogatoria Internacional contra ambos. No debemos olvidar que para Bin Laden y sus secuaces cualquier colaboración con los estadounidenses es tildada de “lealtad a los EEUU”, algo de lo que el líder de Al Qaida acusa en su vídeo del 20 de septiembre al Presidente Musharraf por asaltar la Mezquita Roja y que es considerado por los yihadistas salafistas uno de los peores pecados que se puedan cometer.
En lo que a la advertencia de los servicios de seguridad argelinos respecta estos saben bien de lo que hablan, máxime cuando acaban de sufrir en las últimas semanas terribles atentados suicidas - ya estudiados detalladamente en nuestro anterior Análisis - y cuando un grupo de técnicos extranjeros era atacado en Lajdaria, quizás en aplicación directa de las aquí estudiadas órdenes de Al Zawahiri. Por otro lado tampoco pasa desapercibida para las autoridades argelinas otra realidad que nadie hasta ahora ha introducido en el análisis de la amenaza aquí tratada: la decisión del Juez de la Audiencia Nacional, Fernando Abreu, hecha pública el 20 de septiembre, de procesar a nueve argelinos detenidos en Alicante y Granada entre el 23 de noviembre y el 15 de diciembre de 2005 acusados de intentar adquirir Goma-2 y mercurio rojo a cambio de hachís para fabricar explosivos y realizar atentados. Aunque este procesamiento es uno más de ciudadanos argelinos detenidos en España y acusados de actividades relacionadas con el terrorismo yihadista llega en un momento de elaboración ideológica y de activismo terrorista álgidos y permite, el procesamiento, ahondar en la idea de que España acorrala y diezma a los “buenos musulmanes”. Si los últimos occidentales atacados en suelo argelino han sido dos técnicos franceses y uno italiano de la empresa gala “Razel”, en un ataque presentado como suicida por Al Qaida en la Tierra del Magreb Islámico (AQMI) y realizado en Lajdaria el 21 de septiembre provocándoles heridas graves así como a cinco gendarmes y al conductor, las autoridades argelinas no olvidan tanto el importante despliegue empresarial español como la presencia de una importante comunidad religiosa que realiza en Argelia una destacada labor de colaboración con el pueblo argelino desde hace muchos años y que sufrió algunas bajas cuando en la primera mitad de los noventa los terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) iniciaron una sangrienta ofensiva contra los extranjeros instalados en Argelia que esperemos no vuelva a reproducirse ahora. No obstante, la evacuación apresurada de dos técnicos de la empresa “Aéroports de Paris” el 18 de septiembre, al descubrirse un plan para secuestrarlos, debe de inquietarnos recordándonos el sombrío período de los noventa cuando ciudadanos argelinos, principalmente, y extranjeros, los menos pero con gran impacto mediático, eran masacrados por un terrorismo islamista al que entonces muchos no le daban la importancia debida. Hoy hay que ser especialmente cuidadosos para no quitar importancia a la amenaza: no es alarmismo sino simplemente responsabilidad.
Carlos Echeverría Jesús (Madrid, 26 de marzo de 1963) es Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y responsable de la Sección Observatorio del Islam de la revista mensual War Heat Internacional. Ha trabajado en diversas organizaciones internacionales (UEO, UE y OTAN) y entre 2003 y 2004 fue Coordinador en España del Proyecto "Undestanding Terrorism" financiado por el Departamento de Defensa de los EEUU a través del Institute for Defense Analysis (IDA). Como Analista del Grupo asume la dirección del área de Terrorismo Yihadista Salafista.
Por Carlos Echeverría Jesús (http://gees.org/)
El hecho de que el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya considerado el 21 de septiembre que la última amenaza directa de Al Qaida contra España, lanzada el día anterior por el número dos de la red Ayman Al Zawahiri a través de Internet, puede enmarcarse en una cierta tradición dado “que ya ha habido otras” - nada menos que cuatro y explícitas en el primer semestre de 2007, cabría recordar - nos obliga a tratar de indagar si esto es así, es decir si es tan sólo una más, o si por el contrario, y como creemos, el nivel de las alarmas debe de aumentarse ante lo que es un incremento exponencial en la presentación de un odio hacia España y los españoles que puede traducirse en ataques inminentes dentro - “liberar el territorio de Al Ándalus arrebatado” - y fuera - “limpiar el Magreb de los hijos de Francia y España” - de nuestras fronteras. En cuanto al último aspecto esta es la primera vez en que se amenaza de una forma tan explícita a los españoles instalados o de paso por el Magreb, y esto es claro y diáfano frente a quienes han querido ver en la expresión de Al Zawahiri “hijos de Francia y España” una referencia metafórica a los regímenes apóstatas del Magreb restando con ello gravedad a sus palabras, al menos desde las perspectivas española y francesa.
El que por un lado la sentencia del 11-M vaya a hacerse pública en breve - con lo que ello supondrá, sea cual sea la dureza de las condenas, de humillación para un mundo yihadista salafista que tratará de traducirla, esperemos que sin éxito, en una humillación para todo el Islam -, y el que la veterana en estas lides Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN) argelina haya considerado, el mismo 20 de septiembre, que debemos tomarnos muy en serio esta amenaza, son dos pilares de refuerzo para considerar que tras el sombrío mensaje de Al Zawahiri España puede añadir una preocupación más a las que ya tiene.
El contenido y la oportunidad de la amenaza contra España
Con la frente dañada por los golpes dados contra el suelo durante sus oraciones, idéntica marca a la que suele lucir El Egipcio de cuyo futuro sabremos pronto cuando se haga pública la sentencia del 11-M, Al Zawahiri ofrecía como siempre una imagen que cuida con mimo: la de un buen musulmán sacrificado cuya misión es despertar en sus hermanos de fe el compromiso con el verdadero Islam en forma de combate contra cruzados y apóstatas. Mientras que de estos últimos se ocupaba en paralelo al mensaje de Al Zawahiri otro emitido el mismo día por Osama Bin Laden singularizándolos en la figura del Presidente paquistaní, Pervez Musharraf, de los cruzados lo hacía el siniestro cirujano egipcio singularizándolos para esta ocasión en franceses y españoles instalados o de paso por el Magreb y en lo que a los primeros respecta mancillando la idealizada tierra de Al Ándalus que, todo hay que decirlo, compartimos con los portugueses que también estarían amenazados aunque no de forma explícita.
Aunque las referencias de Al Qaida a Al Ándalus vienen de antiguo - en octubre de 2001, en octubre y diciembre de 2003, en marzo de 2004, en julio y diciembre de 2006, y en febrero, marzo, abril y mayo de 2007 por recordar las más visibles de las 13 inventariadas hasta ahora - es importante destacar que esta última de 20 de septiembre es la más explícita, la más elaborada tanto en términos de texto como de imágenes y la más peligrosamente oportuna dado que se produce en unos momentos en los que, a diferencia de los mensajes que se lanzaban allá por 2001, más genéricos, los de ahora constituyen auténticas órdenes para quienes cualesquiera de entre los múltiples “muyahidin” desperdigados por el mundo estén en condiciones de cumplir tal misión, y ello si es que Al Qaida no ha seleccionado ya a un grupo de terroristas preparado específicamente para ello.
Esta última aseveración nos lleva a considerar algo importante. Si hasta ahora España no ha sufrido ningún atentado en su suelo tras los del 11-M se debe a varios factores: en primer lugar, a la magnífica labor de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que hasta la fecha no sólo han logrado abortar algunos ataques en marcha (piénsese, tan sólo a título de ejemplo, en el planificado contra la Audiencia Nacional y que no fue llevado a la práctica gracias a la “Operación Nova”) sino con sus múltiples operaciones han impedido a células e individuos alcanzar la situación operativa óptima para realizarlos; y en segundo lugar porque las órdenes de realizarlos no habían sido lo suficientemente claras para células o individuos que aún no habrían sido detectados por dichas Fuerzas de Seguridad y que ahora en cambio sí podrían llevar a cabo acciones en cumplimiento de las recientes órdenes. En lo que a los ataques específicos contra intereses o ciudadanos españoles fuera de nuestras fronteras respecta, diversos ataques contra tropas españolas (Afganistán y Líbano aunque sobre este último aún esperamos los resultados de las investigaciones hispano-libanesas) o contra turistas españoles (Yemen) han podido inventariarse en los últimos meses pero es indudable que ahora, y desde nuestro punto de vista, el nivel de amenaza contra ellos se ha incrementado. No olvidemos además que esta amenaza se produce en pleno mes sagrado del Ramadán, que termina el próximo 12 de octubre y que para los yihadistas salafistas es un período extremadamente propicio para acometer misiones que ellos consideran sagradas como es el hostigamiento y, a ser posible, la eliminación de sus enemigos.
Quedan pues ya muy atrás aquellos tiempos en los que desde España se creía en algunos círculos que nuestra política especialmente sensible y llena de guiños cómplices hacia el mundo árabe - que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha recuperado en gran medida - y el idílico recuerdo de lo que Al Ándalus representó en la historia del mundo árabo-musulmán nos liberaba de estar en el punto de mira de grupos terroristas de dicho origen. Hoy la situación es la contraria: nuestra relación privilegiada con los regímenes del mundo árabo-musulmán hace que se nos considere un apoyo fundamental para la estabilidad y permanencia de los regímenes apóstatas, desde Argelia o Marruecos hasta Jordania o la Autoridad Nacional Palestina y llegando hasta Afganistán y Pakistán, y nuestro recuerdo idealizado de Al Ándalus no hace sino recordar la humillación para el Islam que la Reconquista supuso y la ocupación hasta hoy por cristianos de una tierra que fue fertilizada por el Islam y que a él debería de volver. Por otro lado, y a pesar de la retirada de Irak o de la labor exclusivamente humanitaria de nuestras tropas en Afganistán o en Líbano, realidades que para algunos despistados en España deberían ser leídas como un guiño cómplice hacia el mundo árabo-musulmán marcando distancias respecto a los belicosos estadounidenses y británicos, los yihadistas no ven en estas sino debilidad en lo que a la retirada de Irak respecta o complicidad con el régimen apóstata de Hamid Karzai y apoyo a la seguridad de Israel y al régimen también apóstata de Fouad Siniora en Beirut. Por otro lado, la infatigable labor de nuestras Fuerzas de Seguridad es presentada por los yihadistas como agresión contra los musulmanes y más si se filtra que algunas operaciones son fruto del trabajo en común con las de los EEUU: a título de ejemplo, la detención de dos paquistaníes el mismo 20 de septiembre, uno en Madrid y otro en Barcelona, acusados de financiar el terrorismo yihadista con dinero procedente del tráfico de drogas, fue presentada por los medios de comunicación como parte de una operación conjunta con el FBI estadounidense enmarcada en la denominada Operación “Atlántico” y obedeciendo a una Comisión Rogatoria Internacional contra ambos. No debemos olvidar que para Bin Laden y sus secuaces cualquier colaboración con los estadounidenses es tildada de “lealtad a los EEUU”, algo de lo que el líder de Al Qaida acusa en su vídeo del 20 de septiembre al Presidente Musharraf por asaltar la Mezquita Roja y que es considerado por los yihadistas salafistas uno de los peores pecados que se puedan cometer.
En lo que a la advertencia de los servicios de seguridad argelinos respecta estos saben bien de lo que hablan, máxime cuando acaban de sufrir en las últimas semanas terribles atentados suicidas - ya estudiados detalladamente en nuestro anterior Análisis - y cuando un grupo de técnicos extranjeros era atacado en Lajdaria, quizás en aplicación directa de las aquí estudiadas órdenes de Al Zawahiri. Por otro lado tampoco pasa desapercibida para las autoridades argelinas otra realidad que nadie hasta ahora ha introducido en el análisis de la amenaza aquí tratada: la decisión del Juez de la Audiencia Nacional, Fernando Abreu, hecha pública el 20 de septiembre, de procesar a nueve argelinos detenidos en Alicante y Granada entre el 23 de noviembre y el 15 de diciembre de 2005 acusados de intentar adquirir Goma-2 y mercurio rojo a cambio de hachís para fabricar explosivos y realizar atentados. Aunque este procesamiento es uno más de ciudadanos argelinos detenidos en España y acusados de actividades relacionadas con el terrorismo yihadista llega en un momento de elaboración ideológica y de activismo terrorista álgidos y permite, el procesamiento, ahondar en la idea de que España acorrala y diezma a los “buenos musulmanes”. Si los últimos occidentales atacados en suelo argelino han sido dos técnicos franceses y uno italiano de la empresa gala “Razel”, en un ataque presentado como suicida por Al Qaida en la Tierra del Magreb Islámico (AQMI) y realizado en Lajdaria el 21 de septiembre provocándoles heridas graves así como a cinco gendarmes y al conductor, las autoridades argelinas no olvidan tanto el importante despliegue empresarial español como la presencia de una importante comunidad religiosa que realiza en Argelia una destacada labor de colaboración con el pueblo argelino desde hace muchos años y que sufrió algunas bajas cuando en la primera mitad de los noventa los terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) iniciaron una sangrienta ofensiva contra los extranjeros instalados en Argelia que esperemos no vuelva a reproducirse ahora. No obstante, la evacuación apresurada de dos técnicos de la empresa “Aéroports de Paris” el 18 de septiembre, al descubrirse un plan para secuestrarlos, debe de inquietarnos recordándonos el sombrío período de los noventa cuando ciudadanos argelinos, principalmente, y extranjeros, los menos pero con gran impacto mediático, eran masacrados por un terrorismo islamista al que entonces muchos no le daban la importancia debida. Hoy hay que ser especialmente cuidadosos para no quitar importancia a la amenaza: no es alarmismo sino simplemente responsabilidad.
Carlos Echeverría Jesús (Madrid, 26 de marzo de 1963) es Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y responsable de la Sección Observatorio del Islam de la revista mensual War Heat Internacional. Ha trabajado en diversas organizaciones internacionales (UEO, UE y OTAN) y entre 2003 y 2004 fue Coordinador en España del Proyecto "Undestanding Terrorism" financiado por el Departamento de Defensa de los EEUU a través del Institute for Defense Analysis (IDA). Como Analista del Grupo asume la dirección del área de Terrorismo Yihadista Salafista.
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