martes, 24 de abril de 2007

El islam y la homosexualidad

El Medio Oriente es para la mayoría de nosotros una zona aún más lejana de lo que podrían ser el Japón o la China, a pesar de que estos países se encuentran físicamente más apartados de nosotros que Irán, Afganistán o Israel. Y esto se debe desde luego, a las grandes diferencias en cuanto a costumbres que existen entre el Medio Oriente y lo que se conoce como Occidente.

Algunos de los 24 países pertenecientes a La Liga Árabe basan su comportamiento social en una serie de reglas establecidas por su religión, llamada la sharia (ley del Corán). De hecho la vida política y religiosa de estos países en Oriente Próximo es un todo indisoluble. Una mezcla de pautas de carácter cotidiano sustentadas en el Corán, un quehacer marcado por el ritmo sin pausa de sus creencias. Viven un oscurantismo medieval en lo que, para nosotros, es el siglo XXI. Nosotros, el mundo civilizado, el que no conoce otras barreras para el desarrollo, que no sean las que la naturaleza presenta; un mundo cuyo horizonte no se ve limitado por las creencias religiosas de nadie, ni por el verso enrevesado de un libro sacro, nosotros los Occidentales, vemos con sorpresa y horror las limitaciones inentendibles a las que son sometidos los ciudadanos de estos pueblos; olvidando que por catorce siglos estuvimos sumergidos en la misma tierra apantanada, fangosa e injusta que el cristianismo nos mostró como sistema de vida.

Si bien es cierto, la sharia no se aplica en todos los países del mundo islámico, es decir, no todos ellos tienen las mismas normas extremas y carentes de sentido práctico; hay un punto en el que sí están de acuerdo todos: su posición sobre la homosexualidad.

La homosexualidad en el Islam es un accidente desgraciado. Algunos países con gobiernos extremistas como Afganistán castigan con la pena de muerte a aquellos a los que se les puede acusar de homosexuales. El 25 de febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a cinco hombres acusados de gays. El 22 de marzo del mismo año, dos jóvenes de 18 y 22 años fueron aplastados, hasta morir, por una pala escavadora. Ambas matanzas se realizaron ante la presencia de público. Incluso en la primera de ellas uno de los espectadores fue el líder talibán Mohamed Omar.

Lo curioso de esto es que las mismas leyes restrictivas salidas del Islam, estimulan de alguna forma, los encuentros homosexuales. Estas leyes impiden que los hombres y las mujeres tengan relaciones sexuales sino como un acto reproductivo dentro del matrimonio. En Afganistán por ejemplo, las mujeres tienen que ir totalmente cubiertas, desde la cabeza hasta los pies, porque de lo contrario pueden ser acusadas de intentar seducir a las hombres, algo que el Islam prohíbe terminantemente. Las mismas familias cuidan con un celo excesivo a sus mujeres, impidiendo que éstas tengan encuentros sexuales fuera del matrimonio. Esta limitación sexual impulsa entre los varones, el encuentro carnal con otros. Es por este motivo que la bisexualidad es una práctica extendida en el mundo árabe. Sin embargo, a pesar del silencio condescendiente que hay en la sociedad hacia este tipo de prácticas, solo se tolera al bisexual activo. El que hace papel de pasivo sí es totalmente condenado. Un hombre puede jactarse de haberse 'cogido' a otro hombre, pero jamás ventilaría una relación sexual en la que ha sido penetrado.

Donde no encontramos contemplaciones que diferencien al activo del pasivo es en la ley del Corán, ésta condena a la homosexualidad de manera tajante y sin contemplaciones. El Corán describe al pueblo de Lot como sigue:


"Y a Lot. Cuando dijo a su pueblo: "¿Cometéis una deshonestidad que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres. ¡Sí, sois un pueblo inmoderado!" Lo único que respondió su pueblo fue: "¡Expulsadles de la ciudad!" ¡Son gente que se las da de puros" Y les salvamos, a él y a su familia, salvo a su mujer, que fue de los que se rezagaron. E hicimos llover sobre ellos una lluvia: ¡Y mira como terminaron los pecadores!" (7:80-84)

Pero no solo en los países árabes en los que el sistema legal está asociado al Corán se castiga el comportamiento homosexual. En algunos otros como Malasia -que no basan sus leyes en la sharia- el mismo código penal condena las "conductas antinaturales" a 10 años de cárcel. El sexo entre hombres en los que hubo penetración es castigado con 20 años de prisión. En Bangladesh y Pakistán contemplan por igual los actos homosexuales y los de zoofilia: ambos son condenados como actos contra natura con penas que pueden llegar a los diez años de cárcel. El artículo 407 del código civil de Libia condena de 3 a 5 años las relaciones homosexuales. Quizás Egipto sea el único país de la zona, que no posee leyes específicas que atenten contra los derechos de los homosexuales.

No obstante pueden condenarse las relaciones entre personas del mismo sexo a través de otras leyes, como la Ley de Emergencia y eventualmente se les puede acusar casi de cualquier cosa. Hace unos meses cincuenta y dos hombres fueron acusados de delitos contra la moral y la religión, tras ser detenidos en un barco restaurante frecuentado por gays.

En una zona conflictiva como ésta, dónde las ideas religiosas extremas han llegado a convertirse en ley; las diferencias entre ricos y pobres son enormes; los problemas con los países vecinos se suceden unos tras otros; el terrorismo es una plaga generalizada; la bomba atómica es una realidad y se ven las costumbres de occidente como demoníacas y libertinas; los homosexuales tienen un camino larguísimo que recorrer, si es que quieren alcanzar el derecho natural a ser quiénes son. Además de luchar contra la mentalidad colectiva, que encuentra en la religión el libreto que dirige sus vidas. Porque más allá de los posibles avances tecnológicos, del desarrollo económico de la zona o el progreso de la visión social de sus habitantes, existe una barrera que bloquea cualquier posible avance hacia el entendimiento y la igualdad: el Islam.

No obstante la humanidad ya ha demostrado que puede sobreponerse a las ideas obsecuentes, que toda religión presenta y armar su destino de manera inteligente. Esperemos que no pase mucho tiempo hasta que algunos de estos pueblos islámicos, salgan del oscuro túnel en el que la belicosidad, la religión y la pobreza los ha llevado y encuentren la libertad de pensamiento que necesitan para empezar a pelear por sus derechos inherentes. No solo los homosexuales, sino también las mujeres que son víctimas de una segregación y cosificación perturbadoras. De momento solo queda esperar que el actual estado de cosas en el mundo no pervierta y destruya aún más las complicadas relaciones que estos países mantienen con el mundo.
Martes, 28de Setiembrede 2001Duncan Idaho (http://www.geocities.com)

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