Escalando la Montaña
Extraído de un discurso de Kirk Douglas en el Centro Simon Wiesenthal,
27 de Septiembre de 1997
Todo comenzó en el 1991. Estaba en un helicóptero. Apenas habíamos despegado y estábamos a 50 pies del terreno. Al mismo tiempo, un pequeño avión estaba despegando con un maestro y su estudiante y chocamos. Nuestro helicóptero se estrelló contra el asfalto, pero el avión explotó y ambos pasajeros murieron.
Desperté en el hospital atormentado por una ola de culpa. "¿Por qué murieron esas dos personas? ¿Por qué yo estaba vivo?". Eso me asustó, y traté de encontrar la respuesta.
Pero… ¿dónde encuentras la respuesta a una pregunta como esa? ¿Vas a ver a una adivinadora de la suerte a que te lea las cartas? ¿A un astrólogo? ¿O quizás a la India para pedir una audiencia con el Dali Lama?
Lo que nunca pensé fue buscar la respuesta en el judaísmo.
Mira, el judaísmo y yo nos separamos hace mucho tiempo cuando yo era un niño pobre creciendo en Amsterdam, New York.
En ese entonces, yo era muy bueno en el jeder (escuela para niños), por lo que los judíos de nuestra comunidad pensaron que harían algo maravilloso si recolectaban dinero suficiente para enviarme a una yeshivá y de esa manera me convertiría en Rabino. Y eso me asustó terriblemente, pues yo quería ser un actor. Créeme, los miembros de la comunidad fueron persistentes. Yo tenía pesadillas de que tendría peies largos y un sombrero negro, y tuve que trabajar mucho para salirme de eso… y me tomó un tiempo largo entender que no tienes que ser rabino para ser judío.
Una Historia Temerosa
Me asusté del judaísmo a la edad de 14 años después de leer la historia de Abraham e Itzjak en la cual D-os le ordena a Abraham que sacrifique a su hijo Itzjak. Recuerdo la escena en mi libro escolar. Abraham con una barba larga, tenía en una mano un cuchillo y en la otra a su pequeño niño asustado. Y ese niño se veía igual que yo! Un ángel estaba intentando evitar la acción de Abraham. ¿Cómo podría convencerlo de que era simplemente una prueba? Vaya prueba!
Esta escena se quedó en mi mente por mucho tiempo hasta que fui alejándome del judaísmo. Crecí, fui a la universidad, pero mi judaísmo se quedó atorado en el libro de texto de un niño de 14 años.
Se me ha dicho que ninguna persona racional tomaría una decisión respecto de su negocio basado en lo que sabía cuando tenía 14 años. No decidirías con quien casarte basado en lo que sabías sobre el amor a los 14 años. Pero muchos de nosotros parecemos satisfechos al eliminar a la religión basados en lo que estudiamos a los 14 años y yo fui uno de aquellos tontos.
Claro que siempre supe que era judío e inclusive hice una audiencia para tratar de incorporarme a un teatro en Idish en Nueva York. Me veían con pelo rubio y ojos azules y decían: “Si tenemos una papel para un nazi te llamamos”.
Aunque me sentía atraído al drama y misterio del judaísmo, otros aspectos me alejaban. ¿Qué tenía en común con aquellos hombres de barba, sombrero negro y largos peies?
Pero mientras el tiempo pasaba, empezaba a ver las cosas un poco diferente. El catalizador fue mi hijo Michael. Un día me preguntó: “Papa, ¿de dónde vienen tus ancestros?”. Eso fue lo que me incitó. No estaba seguro. Yo sabía que mis padres venían de Rusia, de algún lugar llamado Mogilev.
De repente me di cuenta de que no sabía nada sobre mis antepasados. Todos estaban muertos. No tenía antepasados.
Esto me deprimió. Me asustó. No tenía antepasados! ¿Puede saber una persona quién realmente es si no sabe quiénes son sus antepasados?
Estaba descansando en mi cuarto meditando sobre esta pregunta por enésima vez, cuando levante la mirada y vi en la pared mi colección de litografías de Chagall - su serie de la Biblia. Y me tocó, pues ahí estaban mis antepasados.
Antepasados Famosos
Eran más famosos que estrellas de cine! Abraham, Itzjak , Iaacov, Salomón, David, Rivká, Rajel, Rut, Ester. Ellos eran en mi familia los músicos, guerreros, poetas, legisladores, etc. Empecé a leer sobre ellos y cuanto más leía más feliz me sentía. ¿Por qué? Porque todos venían de familias como la mía. Todos tenían problemas. Caín mata a Hebel. Iaacov le miente a su padre. Iosef es vendido por sus hermanos. Y a pesar de todo se les dió una segunda oportunidad: todos ellos se sobrepusieron y lograron grandes cosas!
Qué inspirador para un pecador como yo! Y qué carga de culpa para mis hombros!
Estaba muy agradecido a Chagall por recordarme el increíble linaje del cual provenía. Después me enteré de que Chagall, un judío ruso, vino de una ciudad muy cercana a la de mis padres en la Rusia blanca. De hecho, tanto mi padre como Chagall dejaron esa región más o menos al mismo tiempo. Chagall se convirtió en un artista famoso en París, y mi padre se convirtió en un famoso vendedor de trapos en Amsterdam, Nueva York. Los judíos tienen diversos talentos.
La Maravilla de la Supervivencia Judía
¿Cómo sobrevivimos, perdidos en diferentes partes del mundo, dentro de culturas extrañas - constantemente perseguidos? Nuestros enemigos se levantaron y cayeron, y nosotros seguimos aquí. Los Babilonios, los Persas, Griegos, Romanos, todos están fuera de la imagen pero nosotros permanecemos. Y ahí es cuando me di cuenta de que debemos agradecer a aquellos judíos piadosos de barba negra y sombrero por haber ayudado a mantener al judaísmo vivo por tanto tiempo.
Ellos entendieron algo muy profundo que nosotros, los más seculares, nunca entendimos. D-os nos dió la Torá - e hizo que seamos la conciencia del mundo. Las ideas de amor, compasión, amabilidad a los extraños y a los pobres, las ideas de santidad del propósito humano, la reverencia por la vida y la disciplina personal - todas vienen de la Torá. Inclusive que nosotros los judíos a veces nos olvidemos, nuestros perseguidores se acuerdan.
Así como dijo Adolf Hitler en su momento:
“Es verdad que nosotros los alemanes somos bárbaros; ese es un título de honor para nosotros. Yo libero a la humanidad del alma: del sufrimiento degradante causado por una falsa visión llamada conciencia y ética. Los judíos han infligido dos heridas a la humanidad: la circuncisión en su cuerpo y la conciencia en su alma. Esos son inventos judíos. La guerra por el dominio del mundo está siendo peleada solamente entre estos dos campos, los alemanes y los judíos. Todo lo demás es pura decepción”.
Hitler tenía razón. Todo es la batalla entre el bien y el mal. Sólo me estoy empezando a dar cuenta de lo que significa para nosotros, los judíos, y me da miedo, pues esto nos hace tener una enorme responsabilidad.
No hay que sorprenderse del por qué muchos judíos han tratado de escapar a la seguridad de la asimilación. Pero esa seguridad siempre resulta ser una trampa.
La Trampa de la Asimilación
Increíble no?! - antes de que los nazis llegaran al poder, Alemania era el país donde los judíos se habían asimilado a un nivel asombroso. El judaísmo se estaba muriendo y los alemanes, quienes habían aceptado a los judíos con los brazos abiertos, se dieron la vuelta con un gran odio. Y esto ha pasado una y otra vez.
¿No es raro que con todas las persecuciones a las que hemos sido sometidos, lo peor siempre viene cuando nos alejamos del judaísmo?! ¿Nos estará diciendo algo D-os? Estoy comenzando a pensar acerca de eso.
A lo largo de mi vida, cuando me iba alejando más y más del judaísmo, siempre quedé atado a un hilo - Iom Kipur. En ese día ayunaba. Podía haber estado disparando con Burt Lancaster o John Wayne pero siempre ayuné. Verás, había algo que me asustaba en aquel libro en el que está escrito: "quien vivirá y quien morirá…", …quien sobrevivirá un choque de helicóptero como yo, y quien será matado…
Regresando a Casa
El choque de mi helicóptero me trajo a la conciencia lo que había estado merodeando bajo la superficie por todos esos años. Hice una visita a Israel después de una ausencia de 12 años. Había filmado cuatro películas ahí y había estado muchas veces, peroesta vez me quedé allí mucho tiempo. Estaba emocionado.
Manejamos al hotel King David en Jerusalem. Todos parecían muy contentos de verme de nuevo. Nos acompañaron a mi esposa y a mí hasta nuestro cuarto. Caminé hacia la ventana y me quedé viendo la magnifica vista de la ciudad vieja, las paredes del imperio Otomano rodeadas de pasto y flores.
La primera vez que miré desde esa ventana hace 40 años, vi soldados árabes caminando y bloqueándome la entrada a la ciudad vieja, asegurándose de que no llegáramos al Muro Occidental - al Cotel.
Cómo había cambiado Israel desde entonces! Tantas cosas nuevas! Pero lo más importante… tantas cosas viejas.
Lo viejo es lo que me trajo de vuelta. No esperé a cambiarme de ropa, corrí fuera del hotel cuando el sol se estaba poniendo. El Muro estaba lleno de gente rezando. La energía que emanaba de todos los judíos que rezaban a un paso veloz era abrumadora. Me moví hacia la gente. Era difícil encontrar un lugar para tocar el Muro. Caminé tratando de encontrar un lugar donde poner mi pequeño pedazo de papel con mi rezo. Encontré uno. Mientras lo metía toque otros papelitos. "¿Habrán sido contestados esos rezos?" - me pregunté. Seguro que sí - pues D-os contesta todos los rezos, pero a veces la respuesta es “no”.
Confrontando el Pasado
Fui a caminar a través del túnel que va junto a los fundamentos del Templo. Ese túnel te lleva a lo que alguna vez fue el lugar más sagrado de los judíos. Mientras caminaba siguiendo a mi guía, dejé que mis dedos acariciaran los increíbles bloques de piedra que encierran la montaña donde alguna vez el Templo estuvo erigido. Y después nos paramos en un punto donde podíamos ver una piedra especial. Mi guía, una jovencita de Pittsburgh que se había mudado a Israel, dijo en voz baja: “Esta es la piedra del Monte Moriá”.
Miré a esa piedra negra y dura. “¿El Monte Moriá?” - pregunté. “¿Quieres decir…?”. Ella acabó la frase por mí. “Sí, aquí es donde Abraham tomó a su hijo Itzjak para sacrificarlo”. La escena de mi libro de texto regresó a mi mente. Pero ya no me asustaba. Ahora sabía que Abraham vivió en un tiempo en donde sacrificar a un hijo era una práctica común. La lección del Monte Moriá era precisamente que D-os no quiere el sacrificio humano - que D-os no es alguien del cual uno debe tener miedo. Estaba muy silencioso el túnel, poco iluminado, fresco. La voz de mi guía era un poco más fuerte que un susurro: “Aquí es donde comenzó todo”. No podía hablar. Ella tenía razón.
Este lugar representaba el principio de mis dudas. Y, después de todo, el final de las mismas.
Aquí en el túnel oscuro, mirando la roca del Monte Moriá, crecí. Esa noche pasé shabat en un hogar en el corazón de la ciudad vieja. Cantamos canciones, canciones felices. Me sentí bien. A través de la ventana pude escuchar las mismas canciones y ver las otras casas alumbradas por las luces cálidas de las velas.
Cerré mis ojos y podía ver la cara de mi madre a través de las velas, diciendo los rezos de shabat.
Esa noche sentí que había vuelto a casa.
Un Gran Camino por Recorrer
Sé que mi travesía aún no acabó. Tengo todavía un gran camino por recorrer.
Cuando apenas regresé a estudiar Torá, estaba motivado. Sólo tenía 350 páginas para estudiar. Pero cuando empecé a estudiarla seriamente, entendí por qué dicen que es una vida de estudio, ya que me tomó más de dos meses salir del relato del Jardín del Edén. Antes de que pudiera acabar, mi espalda se lesionó y pasé una operación. Dos semanas después tuve un ataque cardíaco y mi vida estaba acabada por tener que volver a aprender a hablar.
Ahora ya no soy tan engreído como solía ser. Ahora no tomo el lenguaje por sentado. Cuando no tenía problema con él, parecía tan natural. Piensas y lo expresas verbalmente. No te das cuenta de que existen miles terminaciones nerviosas en tu mejilla, tu lengua, tus labios. Nunca piensas en el movimiento de tu lengua contra tus dientes - todos combinados con tus cuerdas vocales. Hablar es un milagro!
Y los milagros sólo vienen de D-os. Y están a nuestro alrededor. Recuerdo haber sido despertado por un temblor. Por poco fui tirado de la cama. Ese poder - ¿de dónde vino? ¿Alguna vez has visto un huracán que levanta a los largos árboles como palillos? Es impresionante.
¿Alguna vez has visto el cielo en una noche oscura? Existen cientos de billones de estrellas en otras galaxias. A billones de años luz de distancia!
Un milagro tan increíble asombra a la mente.
Pero yo estoy esperando por un milagro pequeño. Espero que no sea demasiado tarde para mí. Si D-os es un D-os paciente, probablemente me dará el tiempo suficiente para estudiar las cosas que tengo que saber para entender qué es lo que nos hace a los judíos ser la conciencia del mundo.
Kirk Douglas ha sido una leyenda de Hollywood por más de cuatro décadas. En una carrera compuesta por más de 80 películas, se ha ganado un Oscar y otras tres nominaciones a ese premio. Es autor de siete libros que incluyen la autobiografia "Ragman´s Son" - la historia de su vida y "Climbing the Mountain" - sobre su regreso al judaísmo. También ha escrito libros Judíos para niños: "Young heroes of the Bible and the Broken Mirror" - la historia de un pequeño niño que sobrevive al holocausto y decide no ser judío por un tiempo.
El actor que retornó a sus raíces:
KIRK DOUGLAS CUMPLIO 90 AÑOS
Moshé Korin
Lo hemos visto con frecuencia en los últimos quince años en las sinagogas, sea en las altas fiestas o en diferentes circunstancias. Es un muy famoso judío, cuya imagen da vuelta al mundo tan comunicado de estos tiempos. Él es el mismo que deslumbrara ya de jovenzuelo con su vigoroso arte, caracterizado por el rubio mechón de cabellos y el pronunciado hoyuelo de su quijada. El mismo de los películas coprotagonizadas junto a Burt Lancaster. Nos referimos a Kirk Douglas, quien el 9 de diciembre de 2006 acaba de cumplir noventa años de edad. Y que nos ha regalado casi ochenta films, desde que Hollywood le brindó hace sesenta años, en 1946, la primera chance.
Israel
Es el mismo actor que en 1966 hizo el rol protagónico en “La sombra de un gigante”, película norteamericana en la que interpreta a un oficial de su país, que se alista en la causa israelí durante la Guerra de Liberación (1948) y se vincula sentimentalmente a una activa militante judía de la “Haganá” (Ejército de Israel anterior al Estado) —que interpreta la bella actriz austríaca, Senta Berger—. Film en el que su rutilante elenco incluye también a actores de la talla de Yul Brinner, John Wayne y Frank Sinatra.
Es el mismo también que en 1976 interpretó el papel de Itzjak Rabin en “Victoria en Entebbe”; y lo hizo asimismo en una miniserie que luego se realizó para la televisión –junto a su inefable compañero, Burt Lancaster–. La historia narra las épicas jornadas del heroico rescate del avión con rehenes judíos que los terroristas habían hecho aterrizar en el aeropuerto de Entebbe, Uganda.
Accidente
Pero algo había cambiado en este hombre que vemos con frecuencia en las ceremonias judías. Este hombre que desde su temprana adolescencia había resuelto dejar el judaísmo (que, sin embargo, mantuvo siempre con el ayuno del “Día del Perdón” “Iom Kipur”) produjo un espectacular retorno a sus raíces, luego del accidente que sufrió el 14 de septiembre de 1991, siendo entonces un hombre próximo a cumplir los setenta y cinco años de edad. Aquel día, su helicóptero se había elevado unos quince metros en el aeropuerto californiano de Santa Paula, cuando chocó contra una avioneta en la que despegaron un instructor y su alumno. La avioneta estalló y sus dos pasajeros fallecieron.
BúsquedaÉl sufrió la rotura de varias costillas y heridas de consideración. Internado en el hospital, al despertar algunas horas más tarde comenzó a atosigarlo una pregunta: ¿por qué murieron esos hombres jóvenes y él, no?
Necesitaba, indudablemente, una respuesta ante esa pregunta que lo atormentaba. Tenía que descifrar el sentido de aquello, y se preguntaba a dónde dirigirse por la respuesta: ¿al Dalai Lama en la India…? ¿a alguna bruja o algún astrólogo…?
Sobrevivió a esas lesiones, y poco después también superó una trombosis que hacia fines de 1995 le paralizó el lado izquierdo de la cara. Su vida tuvo un giro importante, con permanente búsqueda de retorno a las raíces, en los últimos quince años, luego de aquel accidente aéreo. Paulatinamente comenzó a darse cuenta de que la respuesta estaba en el Judaísmo. En ese mismo Judaísmo del que a sus cortos catorce años de edad, pretendió huir.
Adolescente
Nacido en un hogar judío en el barrio pobre de la ciudad industrial Amsterdam, en el Estado de Nueva York como Isur Danielovitz Demsky el 9 de diciembre de 1916, su nombre nos remite al origen ruso de sus padres, quienes habían arribado poco antes a los Estados Unidos; él tenía cinco hermanas mayores. Su padre era trapero y en su hogar reinaba una armónica atmósfera judaica. Isur, quien también se hacía llamar Isidore, se destacaba en el estudio de la Torá. Fue entonces que los judíos de su barrio pensaron en juntar el dinero que permitiese al adolescente seguir estudios en una “Ieshivá” (Academia Talmúdica), que lo convertiría en rabino.
Tenía catorce años el jovencito cuando se aterró ante la historia de Abraham y su hijo. Veía al patriarca con un filoso cuchillo y se veía él mismo en las carnes de aquel asustado niño. Y, por las noches, en una de sus reiteradas pesadillas se veía vistiendo el sombrero negro, con largas gabardinas. Y usando “peot” (largas patillas). ¡Fue demasiado! No lo resistió: corriendo huyó del judaísmo, pensando que ya nunca lo alcanzaría.
Huida
Mucho agua corrió bajo el puente, muchos años pasaron y finalmente este accidente de aviación le hizo volver a aquel muchachito. Y replantearse aquella manera de escapar. Sin embargo, en el día del “Iom Kipur” siempre mantuvo su ayuno. Era el momento del año en que expresaba su identidad judaica. Como dijimos más arriba: el ayuno de “Iom Kipur” era el obligado rito que lo mantenía ligado al Pueblo Judío. “Ese día siempre ayuné, así haya estado filmando con Burt Lancaster o con John Wayne, en “Iom Kipur” siempre estaba en ayunas”, admite.
Además, desde hace largos años es un activo colaborador del Centro Simon Wiesenthal, que trabaja en la captura de los criminales de guerra nazis. Kirk Douglas ha sido en varias ocasiones, portavoz de dicho Centro.
Criterios
Acaso —se decía ahora el ya consagrado mundialmente actor—, ¿alguien decide quién será su esposa con los criterios que se tenía del amor a los catorce años…? -No, de ninguna manera, se respondió. Y los criterios de esa joven edad no se emplean tampoco para la elección de los amigos, ni en el mundo del trabajo ni en el de los negocios ni en casi nada, dedujo.
Declararía entonces: “Sin embargo hay muchos que parecen satisfechos de abandonar la religión por lo que aprendieron a los catorce años de edad; yo he sido uno de esos estúpidos”.
Teatro
Desde jovencito su interés por el teatro y la actuación, sólo tenía equiparación al que tenía por los deportes. Llegado desde Rusia a Nueva York, su padre debió trabajar duro como ropavejero. Y el joven Isur, para costearse sus estudios de Arte Dramático debió hacer todo tipo de tareas, desde trabajar de “botones” hasta hacer Lucha. Fue así que pudo solventar la matrícula para estudiar en la Universidad de Lawrewce, donde egresó en Letras. Y obtuvo luego una beca que le permitió estudiar en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York, hasta 1939.
Su carrera comienza en el teatro en 1941, en Broadway. Enrolado en la Marina al año siguiente (en plena Segunda Guerra Mundial), retorna del frente con heridas de guerra en 1943. Entonces Lauren Bacall lo recomienda al productor Hal Walis, y reemplaza a Richard Widmark en la comedia teatral, “Kiss and Tell” (Besar y decir).
Cine
Su exitosa carrera cinematográfica comenzó hace ya sesenta años, en 1946 (él tenía entonces 29 años de edad), al rodar su primera película: “El extraño amor de Marta Ivers”, donde interpreta a un político que cae en el alcoholismo. El primer gran éxito de Kirk Douglas —su nombre artístico desde esos comienzos— lo constituye su interpretación de un boxeador en el film “El ídolo de barro”, en el año 1949, donde fue nominado en el rubro “Al mejor actor”, aunque no gana el “Oscar”.
Esta situación se repetiría con otras nominaciones al “Oscar” en el mismo rubro; en 1952 por “Cautivos del mal” (de Vincente Minnelli); en 1956 por “El loco del pelo rojo” (film sobre Van Gogh). Si bien dicho premio le fue esquivo en las ocasiones que estuvo ternado, en 1996 con motivo de cumplir cincuenta años de carrera cinematográfica, la Academia de Hollywood le entregó un “Oscar” de Honor.
Sombra del gigante
Entre otras películas muy recordadas de Kirk Douglas —¡que son tantas…!— podemos mencionar “Carta a tres esposas” (1949), “El trompetista” (1950; encarna a un trompetista de jazz, dirigido por Michael Curtis), “El gran carnaval” (1951; de Billy Wilder), “Brigada 21” (1951; con Eleanor Parker, dirigida por William Wyler), “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1954), “Ulyses” (1954; rodada en Italia bajo las órdenes de Mario Camerini).
Ya en 1955 creó la productora “Bryna” (nombre de su madre). Desde entonces, de uno o de otro modo coproduce casi todas sus películas. Como actor protagónico siguen sus éxitos. Así, “Senderos de Gloria” (1957; dirigida por Stanley Kubrick), “Un extraño en mi vida” (1960). Y muy destacada labor protagónica tuvo Kirk Douglas en el épico “Espartaco” (1960; junto a Peter Ustinov, película dirigida por Stanley Kubrick).
Prueba de su independencia y de su lucha por la libertad de opinión, la da contundentemente cuando por esos años, contrata a Dalton Trumbo como guionista, a pesar que éste estaba en la “lista negra” de artistas comunistas. En 1966 llega la mencionada al comienzo de esta nota, “La sombra de un gigante”, acerca de la guerra de Israel invadido por los países árabes vecinos no bien declarada su independencia.
París y Entebbe
Y luego vinieron —entre muchos otros films—: “¿Arde París?” (1966), ”El compromiso”, de Elia Kazán (1969), “El día de los tramposos” (1970, de Joseph Mankiewicz), “El Doctor Jekill y Míster Hyde” (1973), el “western” “Los justicieros del Oeste” (1975, que también dirigió) y la muy célebre “Victoria en Entebbe” (1976), a la que nos referimos más arriba.
Un párrafo especial merece la importante cantidad de películas que lo tuvo como coprotagonista junto a Burt Lancaster. Esto fue así desde 1947, cuando ambos son protagonistas de “Al volver a la vida”, de Byron Haskin. Luego filmaron juntos —entre otras películas— “Duelo de titanes” (1957), “Discípulo del diablo” (1959), “El último de la lista” (1963; de John Huston), “Siete días de mayo” (1964, de John Frankheimer) y “Otra ciudad, otra ley” (1986, de Jeff Kanew).
También ha dirigido films, como “Scalawag” (1972) y la citada “Los justicieros del Oeste” (1975), en la que también actuó.
Biografías y premios
Además de actuar y dirigir, Kirk Douglas también es prolífico en la creatividad literaria. Ha escrito un par de libros infantiles, entre ellos “Jóvenes héroes de la Biblia”. Y también, dos obras biográficas. La primera fue “El hijo del trapero”, que presentó en España en enero de 1989. La segunda, casi diez años más tarde, fue “Ascendiendo las montañas”, que le valió en septiembre de 1999 el Premio Literario del Festival de Deauville (Francia).
En dramas y en comedias, en películas de acción o en épicas, siempre se lo vio como un actor de excelentes condiciones: inteligente, flexible, capaz de múltiples caracterizaciones y exhibiendo siempre un rol de hombre vigoroso.
Las distinciones y premios fueron muchos. Por citar algunos, podemos mencionar que en 1979 le otorgaron la Orden de las Artes y las Letras, que en 1981 le concedieron la Medalla Presidencial de la Libertad y que en marzo de 1990 le fue impuesta la Medalla de la Legión de Honor Francesa.
Además, claro, del Premio Anual del Cine Estadounidense en 1988, el Premio al Progreso del Cine en el Festival Internacional de Troja, Portugal (junio de 1989) y la entrega del citado “Oscar a la trayectoria” en marzo de 1996, por sus cincuenta años como actor y sus setenta y seis películas filmadas.
En 1999, Kirk Douglas volvió al cine, protagonizando junto a Lauren Bacal, “Diamonds” (Diamantes).
Pregunta
El primer matrimonio lo celebró con Diana Dill (con la que estuvo casado entre 1943 y 1951). El 25 de septiembre de 1944 nació su hijo Michael —quien es hoy también un muy consagrado actor—. Su segundo matrimonio, con Anne Buydens, se llevó a cabo en 1954 (Kirk Douglas tenía entonces 37 años de edad). Con ella continúa desde hace más de medio siglo, y sigue declarándose enamorado de su esposa.
Fue su hijo Michael, quien siendo niño lo sorprendió una mañana, al preguntarle: “¿De dónde vienen nuestros ancestros?”. Kirk quiso pensar como Isur, pero antes que nada sintió el impacto de la pregunta. Sabía que los suyos venían de un lugar de Rusia llamado Mogilev, pero se deprimió al observar que ya habían muerto los antepasados que podían explicárselo mejor. Fue entonces que sintió necesidad de saber sobre su identidad, reprochándose que un hombre que no conoce a sus antepasados, tampoco sabe bien quién es él.
Hacía dos largas décadas que había huido de los estudios de la Torá, sintiéndose perseguido por quienes querían para él un futuro como rabino. En sus comienzos había ensayado para el teatro idish neoyorquino. Claro que con poca suerte, porque así como los rabinos querían retenerle, aquí, en cambio, se sintió expulsado cuando alguien reparando en su rubia cabellera, le espetó: “Cuando tengamos un papel de nazi, te convocaremos”.
Chagall en la habitación
Ya en plena crisis de identidad luego de la pregunta de su hijo Michael, se hallaba inmerso en sus pensamientos cuando encontró la respuesta en su propia habitación. En uno de los muros colgaban las litografías de la serie de la Biblia de Marc Chagall. Allí, en esa vista, en ese mismo instante entendió que había recuperado a sus antepasados. Abraham, Yaakov, Moisés, Salomón, David, Rivka, Rajel, Lea, Rut, Ester… ¡ellos eran los ancestros! ¡de ellos tenía que contarles a su hijo Michael!
Siempre expresaría su agradecimiento a Chagall por hacerle recordar el hermoso linaje del que descendía. Más aún, Kirk descubriría que este eximio artista abandonó la misma región de Rusia que su padre, y por la misma época. Su padre intentaría como ropavejero en Nueva York, por los mismos días que Chagall se convertiría en famoso pintor en París.
Jerusalem
No bien recuperado del accidente aéreo, Kirk Douglas viajó a Israel —donde filmó cuatro películas—, tras doce años de ausencia. Cuando llegó con su esposa a la habitación del Hotel “King David” en Jerusalem, se aproximó a la ventana y se quedó absorto mirando la excepcional vista que ofrece el casco antiguo de la Ciudad. Y volvió a recordar la primera vez que vio Jerusalem desde esa ventana, cuarenta años más joven. Eran todavía los días en que los soldados árabes marchaban allí y lo mantenían alejado de la Ciudad Vieja, sin que pudiese llegar al “Kotel” (El Muro de los Lamentos).
Impulsado por una fuerza milenaria, no esperó siquiera a cambiar su ropa y corrió fuera, justo a la hora en que el sol se ponía. Buscó hasta hallar el sitio con la grieta para colocar su papel en el sacro muro, y depositar allí su oración. “Dios responde a todos los rezos —aseguró—, aunque a veces la respuesta sea ´no´”.
Reencuentro
El actor comenta a menudo el especial momento emotivo vivido en Monte Moriah, cuando con suave voz la joven guía indicó: “Aquí es donde todo empezó” y relató la historia que tanto le impactó a él a sus catorce años de edad, del sacrificio que Dios exige a Abraham. “Ese lugar —reflexiona Kirk Douglas— representaba el comienzo de mis dudas. Y el final de ellas” y concluye “… en el oscuro túnel, tocando la piedra de Monte Moriah, crecí…”. Viviendo el “shabat” en una casa del corazón del barrio judío, esa noche Kirk cerró sus ojos y se reencontró con Isur; y, a través del candelabro, vio el rostro de su madre y sintió que había retornado a casa.
Conciencia del mundo
Kirk Douglas enfatiza que en el momento histórico en el que con mayor decisión a causa de las ideas iluministas, los judíos nos asimilábamos y nos estábamos yendo del Judaísmo, fue bajo dicha circunstancia que nos alcanzó la mayor y más cruel persecución, sufrida por la criminalidad de la Alemania nazi.
Por ello en sus reflexiones, afirma que debemos agradecer a los judíos piadosos, ya que esos hombres de las oscuras gabardinas que tanto le asustaron en su pubertad, son los que han mantenido vivo al judaísmo a través de los siglos.
Y también destaca que él aún necesita que Dios le dé el tiempo suficiente para aprender todo lo que hace falta y poder comprender qué es lo que hace que los judíos seamos la conciencia del mundo.
Como vemos, Kirk Douglas —Isur Danielovitz Demsky— no es sólo “una cara bonita” en el celuloide, sino un judío comprometido con su identidad, y con la tradición, la historia y el porvenir de su pueblo.
Extraído de un discurso de Kirk Douglas en el Centro Simon Wiesenthal,
27 de Septiembre de 1997
Todo comenzó en el 1991. Estaba en un helicóptero. Apenas habíamos despegado y estábamos a 50 pies del terreno. Al mismo tiempo, un pequeño avión estaba despegando con un maestro y su estudiante y chocamos. Nuestro helicóptero se estrelló contra el asfalto, pero el avión explotó y ambos pasajeros murieron.
Desperté en el hospital atormentado por una ola de culpa. "¿Por qué murieron esas dos personas? ¿Por qué yo estaba vivo?". Eso me asustó, y traté de encontrar la respuesta.
Pero… ¿dónde encuentras la respuesta a una pregunta como esa? ¿Vas a ver a una adivinadora de la suerte a que te lea las cartas? ¿A un astrólogo? ¿O quizás a la India para pedir una audiencia con el Dali Lama?
Lo que nunca pensé fue buscar la respuesta en el judaísmo.
Mira, el judaísmo y yo nos separamos hace mucho tiempo cuando yo era un niño pobre creciendo en Amsterdam, New York.
En ese entonces, yo era muy bueno en el jeder (escuela para niños), por lo que los judíos de nuestra comunidad pensaron que harían algo maravilloso si recolectaban dinero suficiente para enviarme a una yeshivá y de esa manera me convertiría en Rabino. Y eso me asustó terriblemente, pues yo quería ser un actor. Créeme, los miembros de la comunidad fueron persistentes. Yo tenía pesadillas de que tendría peies largos y un sombrero negro, y tuve que trabajar mucho para salirme de eso… y me tomó un tiempo largo entender que no tienes que ser rabino para ser judío.
Una Historia Temerosa
Me asusté del judaísmo a la edad de 14 años después de leer la historia de Abraham e Itzjak en la cual D-os le ordena a Abraham que sacrifique a su hijo Itzjak. Recuerdo la escena en mi libro escolar. Abraham con una barba larga, tenía en una mano un cuchillo y en la otra a su pequeño niño asustado. Y ese niño se veía igual que yo! Un ángel estaba intentando evitar la acción de Abraham. ¿Cómo podría convencerlo de que era simplemente una prueba? Vaya prueba!
Esta escena se quedó en mi mente por mucho tiempo hasta que fui alejándome del judaísmo. Crecí, fui a la universidad, pero mi judaísmo se quedó atorado en el libro de texto de un niño de 14 años.
Se me ha dicho que ninguna persona racional tomaría una decisión respecto de su negocio basado en lo que sabía cuando tenía 14 años. No decidirías con quien casarte basado en lo que sabías sobre el amor a los 14 años. Pero muchos de nosotros parecemos satisfechos al eliminar a la religión basados en lo que estudiamos a los 14 años y yo fui uno de aquellos tontos.
Claro que siempre supe que era judío e inclusive hice una audiencia para tratar de incorporarme a un teatro en Idish en Nueva York. Me veían con pelo rubio y ojos azules y decían: “Si tenemos una papel para un nazi te llamamos”.
Aunque me sentía atraído al drama y misterio del judaísmo, otros aspectos me alejaban. ¿Qué tenía en común con aquellos hombres de barba, sombrero negro y largos peies?
Pero mientras el tiempo pasaba, empezaba a ver las cosas un poco diferente. El catalizador fue mi hijo Michael. Un día me preguntó: “Papa, ¿de dónde vienen tus ancestros?”. Eso fue lo que me incitó. No estaba seguro. Yo sabía que mis padres venían de Rusia, de algún lugar llamado Mogilev.
De repente me di cuenta de que no sabía nada sobre mis antepasados. Todos estaban muertos. No tenía antepasados.
Esto me deprimió. Me asustó. No tenía antepasados! ¿Puede saber una persona quién realmente es si no sabe quiénes son sus antepasados?
Estaba descansando en mi cuarto meditando sobre esta pregunta por enésima vez, cuando levante la mirada y vi en la pared mi colección de litografías de Chagall - su serie de la Biblia. Y me tocó, pues ahí estaban mis antepasados.
Antepasados Famosos
Eran más famosos que estrellas de cine! Abraham, Itzjak , Iaacov, Salomón, David, Rivká, Rajel, Rut, Ester. Ellos eran en mi familia los músicos, guerreros, poetas, legisladores, etc. Empecé a leer sobre ellos y cuanto más leía más feliz me sentía. ¿Por qué? Porque todos venían de familias como la mía. Todos tenían problemas. Caín mata a Hebel. Iaacov le miente a su padre. Iosef es vendido por sus hermanos. Y a pesar de todo se les dió una segunda oportunidad: todos ellos se sobrepusieron y lograron grandes cosas!
Qué inspirador para un pecador como yo! Y qué carga de culpa para mis hombros!
Estaba muy agradecido a Chagall por recordarme el increíble linaje del cual provenía. Después me enteré de que Chagall, un judío ruso, vino de una ciudad muy cercana a la de mis padres en la Rusia blanca. De hecho, tanto mi padre como Chagall dejaron esa región más o menos al mismo tiempo. Chagall se convirtió en un artista famoso en París, y mi padre se convirtió en un famoso vendedor de trapos en Amsterdam, Nueva York. Los judíos tienen diversos talentos.
La Maravilla de la Supervivencia Judía
¿Cómo sobrevivimos, perdidos en diferentes partes del mundo, dentro de culturas extrañas - constantemente perseguidos? Nuestros enemigos se levantaron y cayeron, y nosotros seguimos aquí. Los Babilonios, los Persas, Griegos, Romanos, todos están fuera de la imagen pero nosotros permanecemos. Y ahí es cuando me di cuenta de que debemos agradecer a aquellos judíos piadosos de barba negra y sombrero por haber ayudado a mantener al judaísmo vivo por tanto tiempo.
Ellos entendieron algo muy profundo que nosotros, los más seculares, nunca entendimos. D-os nos dió la Torá - e hizo que seamos la conciencia del mundo. Las ideas de amor, compasión, amabilidad a los extraños y a los pobres, las ideas de santidad del propósito humano, la reverencia por la vida y la disciplina personal - todas vienen de la Torá. Inclusive que nosotros los judíos a veces nos olvidemos, nuestros perseguidores se acuerdan.
Así como dijo Adolf Hitler en su momento:
“Es verdad que nosotros los alemanes somos bárbaros; ese es un título de honor para nosotros. Yo libero a la humanidad del alma: del sufrimiento degradante causado por una falsa visión llamada conciencia y ética. Los judíos han infligido dos heridas a la humanidad: la circuncisión en su cuerpo y la conciencia en su alma. Esos son inventos judíos. La guerra por el dominio del mundo está siendo peleada solamente entre estos dos campos, los alemanes y los judíos. Todo lo demás es pura decepción”.
Hitler tenía razón. Todo es la batalla entre el bien y el mal. Sólo me estoy empezando a dar cuenta de lo que significa para nosotros, los judíos, y me da miedo, pues esto nos hace tener una enorme responsabilidad.
No hay que sorprenderse del por qué muchos judíos han tratado de escapar a la seguridad de la asimilación. Pero esa seguridad siempre resulta ser una trampa.
La Trampa de la Asimilación
Increíble no?! - antes de que los nazis llegaran al poder, Alemania era el país donde los judíos se habían asimilado a un nivel asombroso. El judaísmo se estaba muriendo y los alemanes, quienes habían aceptado a los judíos con los brazos abiertos, se dieron la vuelta con un gran odio. Y esto ha pasado una y otra vez.
¿No es raro que con todas las persecuciones a las que hemos sido sometidos, lo peor siempre viene cuando nos alejamos del judaísmo?! ¿Nos estará diciendo algo D-os? Estoy comenzando a pensar acerca de eso.
A lo largo de mi vida, cuando me iba alejando más y más del judaísmo, siempre quedé atado a un hilo - Iom Kipur. En ese día ayunaba. Podía haber estado disparando con Burt Lancaster o John Wayne pero siempre ayuné. Verás, había algo que me asustaba en aquel libro en el que está escrito: "quien vivirá y quien morirá…", …quien sobrevivirá un choque de helicóptero como yo, y quien será matado…
Regresando a Casa
El choque de mi helicóptero me trajo a la conciencia lo que había estado merodeando bajo la superficie por todos esos años. Hice una visita a Israel después de una ausencia de 12 años. Había filmado cuatro películas ahí y había estado muchas veces, peroesta vez me quedé allí mucho tiempo. Estaba emocionado.
Manejamos al hotel King David en Jerusalem. Todos parecían muy contentos de verme de nuevo. Nos acompañaron a mi esposa y a mí hasta nuestro cuarto. Caminé hacia la ventana y me quedé viendo la magnifica vista de la ciudad vieja, las paredes del imperio Otomano rodeadas de pasto y flores.
La primera vez que miré desde esa ventana hace 40 años, vi soldados árabes caminando y bloqueándome la entrada a la ciudad vieja, asegurándose de que no llegáramos al Muro Occidental - al Cotel.
Cómo había cambiado Israel desde entonces! Tantas cosas nuevas! Pero lo más importante… tantas cosas viejas.
Lo viejo es lo que me trajo de vuelta. No esperé a cambiarme de ropa, corrí fuera del hotel cuando el sol se estaba poniendo. El Muro estaba lleno de gente rezando. La energía que emanaba de todos los judíos que rezaban a un paso veloz era abrumadora. Me moví hacia la gente. Era difícil encontrar un lugar para tocar el Muro. Caminé tratando de encontrar un lugar donde poner mi pequeño pedazo de papel con mi rezo. Encontré uno. Mientras lo metía toque otros papelitos. "¿Habrán sido contestados esos rezos?" - me pregunté. Seguro que sí - pues D-os contesta todos los rezos, pero a veces la respuesta es “no”.
Confrontando el Pasado
Fui a caminar a través del túnel que va junto a los fundamentos del Templo. Ese túnel te lleva a lo que alguna vez fue el lugar más sagrado de los judíos. Mientras caminaba siguiendo a mi guía, dejé que mis dedos acariciaran los increíbles bloques de piedra que encierran la montaña donde alguna vez el Templo estuvo erigido. Y después nos paramos en un punto donde podíamos ver una piedra especial. Mi guía, una jovencita de Pittsburgh que se había mudado a Israel, dijo en voz baja: “Esta es la piedra del Monte Moriá”.
Miré a esa piedra negra y dura. “¿El Monte Moriá?” - pregunté. “¿Quieres decir…?”. Ella acabó la frase por mí. “Sí, aquí es donde Abraham tomó a su hijo Itzjak para sacrificarlo”. La escena de mi libro de texto regresó a mi mente. Pero ya no me asustaba. Ahora sabía que Abraham vivió en un tiempo en donde sacrificar a un hijo era una práctica común. La lección del Monte Moriá era precisamente que D-os no quiere el sacrificio humano - que D-os no es alguien del cual uno debe tener miedo. Estaba muy silencioso el túnel, poco iluminado, fresco. La voz de mi guía era un poco más fuerte que un susurro: “Aquí es donde comenzó todo”. No podía hablar. Ella tenía razón.
Este lugar representaba el principio de mis dudas. Y, después de todo, el final de las mismas.
Aquí en el túnel oscuro, mirando la roca del Monte Moriá, crecí. Esa noche pasé shabat en un hogar en el corazón de la ciudad vieja. Cantamos canciones, canciones felices. Me sentí bien. A través de la ventana pude escuchar las mismas canciones y ver las otras casas alumbradas por las luces cálidas de las velas.
Cerré mis ojos y podía ver la cara de mi madre a través de las velas, diciendo los rezos de shabat.
Esa noche sentí que había vuelto a casa.
Un Gran Camino por Recorrer
Sé que mi travesía aún no acabó. Tengo todavía un gran camino por recorrer.
Cuando apenas regresé a estudiar Torá, estaba motivado. Sólo tenía 350 páginas para estudiar. Pero cuando empecé a estudiarla seriamente, entendí por qué dicen que es una vida de estudio, ya que me tomó más de dos meses salir del relato del Jardín del Edén. Antes de que pudiera acabar, mi espalda se lesionó y pasé una operación. Dos semanas después tuve un ataque cardíaco y mi vida estaba acabada por tener que volver a aprender a hablar.
Ahora ya no soy tan engreído como solía ser. Ahora no tomo el lenguaje por sentado. Cuando no tenía problema con él, parecía tan natural. Piensas y lo expresas verbalmente. No te das cuenta de que existen miles terminaciones nerviosas en tu mejilla, tu lengua, tus labios. Nunca piensas en el movimiento de tu lengua contra tus dientes - todos combinados con tus cuerdas vocales. Hablar es un milagro!
Y los milagros sólo vienen de D-os. Y están a nuestro alrededor. Recuerdo haber sido despertado por un temblor. Por poco fui tirado de la cama. Ese poder - ¿de dónde vino? ¿Alguna vez has visto un huracán que levanta a los largos árboles como palillos? Es impresionante.
¿Alguna vez has visto el cielo en una noche oscura? Existen cientos de billones de estrellas en otras galaxias. A billones de años luz de distancia!
Un milagro tan increíble asombra a la mente.
Pero yo estoy esperando por un milagro pequeño. Espero que no sea demasiado tarde para mí. Si D-os es un D-os paciente, probablemente me dará el tiempo suficiente para estudiar las cosas que tengo que saber para entender qué es lo que nos hace a los judíos ser la conciencia del mundo.
Kirk Douglas ha sido una leyenda de Hollywood por más de cuatro décadas. En una carrera compuesta por más de 80 películas, se ha ganado un Oscar y otras tres nominaciones a ese premio. Es autor de siete libros que incluyen la autobiografia "Ragman´s Son" - la historia de su vida y "Climbing the Mountain" - sobre su regreso al judaísmo. También ha escrito libros Judíos para niños: "Young heroes of the Bible and the Broken Mirror" - la historia de un pequeño niño que sobrevive al holocausto y decide no ser judío por un tiempo.
El actor que retornó a sus raíces:
KIRK DOUGLAS CUMPLIO 90 AÑOS
Moshé Korin
Lo hemos visto con frecuencia en los últimos quince años en las sinagogas, sea en las altas fiestas o en diferentes circunstancias. Es un muy famoso judío, cuya imagen da vuelta al mundo tan comunicado de estos tiempos. Él es el mismo que deslumbrara ya de jovenzuelo con su vigoroso arte, caracterizado por el rubio mechón de cabellos y el pronunciado hoyuelo de su quijada. El mismo de los películas coprotagonizadas junto a Burt Lancaster. Nos referimos a Kirk Douglas, quien el 9 de diciembre de 2006 acaba de cumplir noventa años de edad. Y que nos ha regalado casi ochenta films, desde que Hollywood le brindó hace sesenta años, en 1946, la primera chance.
Israel
Es el mismo actor que en 1966 hizo el rol protagónico en “La sombra de un gigante”, película norteamericana en la que interpreta a un oficial de su país, que se alista en la causa israelí durante la Guerra de Liberación (1948) y se vincula sentimentalmente a una activa militante judía de la “Haganá” (Ejército de Israel anterior al Estado) —que interpreta la bella actriz austríaca, Senta Berger—. Film en el que su rutilante elenco incluye también a actores de la talla de Yul Brinner, John Wayne y Frank Sinatra.
Es el mismo también que en 1976 interpretó el papel de Itzjak Rabin en “Victoria en Entebbe”; y lo hizo asimismo en una miniserie que luego se realizó para la televisión –junto a su inefable compañero, Burt Lancaster–. La historia narra las épicas jornadas del heroico rescate del avión con rehenes judíos que los terroristas habían hecho aterrizar en el aeropuerto de Entebbe, Uganda.
Accidente
Pero algo había cambiado en este hombre que vemos con frecuencia en las ceremonias judías. Este hombre que desde su temprana adolescencia había resuelto dejar el judaísmo (que, sin embargo, mantuvo siempre con el ayuno del “Día del Perdón” “Iom Kipur”) produjo un espectacular retorno a sus raíces, luego del accidente que sufrió el 14 de septiembre de 1991, siendo entonces un hombre próximo a cumplir los setenta y cinco años de edad. Aquel día, su helicóptero se había elevado unos quince metros en el aeropuerto californiano de Santa Paula, cuando chocó contra una avioneta en la que despegaron un instructor y su alumno. La avioneta estalló y sus dos pasajeros fallecieron.
BúsquedaÉl sufrió la rotura de varias costillas y heridas de consideración. Internado en el hospital, al despertar algunas horas más tarde comenzó a atosigarlo una pregunta: ¿por qué murieron esos hombres jóvenes y él, no?
Necesitaba, indudablemente, una respuesta ante esa pregunta que lo atormentaba. Tenía que descifrar el sentido de aquello, y se preguntaba a dónde dirigirse por la respuesta: ¿al Dalai Lama en la India…? ¿a alguna bruja o algún astrólogo…?
Sobrevivió a esas lesiones, y poco después también superó una trombosis que hacia fines de 1995 le paralizó el lado izquierdo de la cara. Su vida tuvo un giro importante, con permanente búsqueda de retorno a las raíces, en los últimos quince años, luego de aquel accidente aéreo. Paulatinamente comenzó a darse cuenta de que la respuesta estaba en el Judaísmo. En ese mismo Judaísmo del que a sus cortos catorce años de edad, pretendió huir.
Adolescente
Nacido en un hogar judío en el barrio pobre de la ciudad industrial Amsterdam, en el Estado de Nueva York como Isur Danielovitz Demsky el 9 de diciembre de 1916, su nombre nos remite al origen ruso de sus padres, quienes habían arribado poco antes a los Estados Unidos; él tenía cinco hermanas mayores. Su padre era trapero y en su hogar reinaba una armónica atmósfera judaica. Isur, quien también se hacía llamar Isidore, se destacaba en el estudio de la Torá. Fue entonces que los judíos de su barrio pensaron en juntar el dinero que permitiese al adolescente seguir estudios en una “Ieshivá” (Academia Talmúdica), que lo convertiría en rabino.
Tenía catorce años el jovencito cuando se aterró ante la historia de Abraham y su hijo. Veía al patriarca con un filoso cuchillo y se veía él mismo en las carnes de aquel asustado niño. Y, por las noches, en una de sus reiteradas pesadillas se veía vistiendo el sombrero negro, con largas gabardinas. Y usando “peot” (largas patillas). ¡Fue demasiado! No lo resistió: corriendo huyó del judaísmo, pensando que ya nunca lo alcanzaría.
Huida
Mucho agua corrió bajo el puente, muchos años pasaron y finalmente este accidente de aviación le hizo volver a aquel muchachito. Y replantearse aquella manera de escapar. Sin embargo, en el día del “Iom Kipur” siempre mantuvo su ayuno. Era el momento del año en que expresaba su identidad judaica. Como dijimos más arriba: el ayuno de “Iom Kipur” era el obligado rito que lo mantenía ligado al Pueblo Judío. “Ese día siempre ayuné, así haya estado filmando con Burt Lancaster o con John Wayne, en “Iom Kipur” siempre estaba en ayunas”, admite.
Además, desde hace largos años es un activo colaborador del Centro Simon Wiesenthal, que trabaja en la captura de los criminales de guerra nazis. Kirk Douglas ha sido en varias ocasiones, portavoz de dicho Centro.
Criterios
Acaso —se decía ahora el ya consagrado mundialmente actor—, ¿alguien decide quién será su esposa con los criterios que se tenía del amor a los catorce años…? -No, de ninguna manera, se respondió. Y los criterios de esa joven edad no se emplean tampoco para la elección de los amigos, ni en el mundo del trabajo ni en el de los negocios ni en casi nada, dedujo.
Declararía entonces: “Sin embargo hay muchos que parecen satisfechos de abandonar la religión por lo que aprendieron a los catorce años de edad; yo he sido uno de esos estúpidos”.
Teatro
Desde jovencito su interés por el teatro y la actuación, sólo tenía equiparación al que tenía por los deportes. Llegado desde Rusia a Nueva York, su padre debió trabajar duro como ropavejero. Y el joven Isur, para costearse sus estudios de Arte Dramático debió hacer todo tipo de tareas, desde trabajar de “botones” hasta hacer Lucha. Fue así que pudo solventar la matrícula para estudiar en la Universidad de Lawrewce, donde egresó en Letras. Y obtuvo luego una beca que le permitió estudiar en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York, hasta 1939.
Su carrera comienza en el teatro en 1941, en Broadway. Enrolado en la Marina al año siguiente (en plena Segunda Guerra Mundial), retorna del frente con heridas de guerra en 1943. Entonces Lauren Bacall lo recomienda al productor Hal Walis, y reemplaza a Richard Widmark en la comedia teatral, “Kiss and Tell” (Besar y decir).
Cine
Su exitosa carrera cinematográfica comenzó hace ya sesenta años, en 1946 (él tenía entonces 29 años de edad), al rodar su primera película: “El extraño amor de Marta Ivers”, donde interpreta a un político que cae en el alcoholismo. El primer gran éxito de Kirk Douglas —su nombre artístico desde esos comienzos— lo constituye su interpretación de un boxeador en el film “El ídolo de barro”, en el año 1949, donde fue nominado en el rubro “Al mejor actor”, aunque no gana el “Oscar”.
Esta situación se repetiría con otras nominaciones al “Oscar” en el mismo rubro; en 1952 por “Cautivos del mal” (de Vincente Minnelli); en 1956 por “El loco del pelo rojo” (film sobre Van Gogh). Si bien dicho premio le fue esquivo en las ocasiones que estuvo ternado, en 1996 con motivo de cumplir cincuenta años de carrera cinematográfica, la Academia de Hollywood le entregó un “Oscar” de Honor.
Sombra del gigante
Entre otras películas muy recordadas de Kirk Douglas —¡que son tantas…!— podemos mencionar “Carta a tres esposas” (1949), “El trompetista” (1950; encarna a un trompetista de jazz, dirigido por Michael Curtis), “El gran carnaval” (1951; de Billy Wilder), “Brigada 21” (1951; con Eleanor Parker, dirigida por William Wyler), “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1954), “Ulyses” (1954; rodada en Italia bajo las órdenes de Mario Camerini).
Ya en 1955 creó la productora “Bryna” (nombre de su madre). Desde entonces, de uno o de otro modo coproduce casi todas sus películas. Como actor protagónico siguen sus éxitos. Así, “Senderos de Gloria” (1957; dirigida por Stanley Kubrick), “Un extraño en mi vida” (1960). Y muy destacada labor protagónica tuvo Kirk Douglas en el épico “Espartaco” (1960; junto a Peter Ustinov, película dirigida por Stanley Kubrick).
Prueba de su independencia y de su lucha por la libertad de opinión, la da contundentemente cuando por esos años, contrata a Dalton Trumbo como guionista, a pesar que éste estaba en la “lista negra” de artistas comunistas. En 1966 llega la mencionada al comienzo de esta nota, “La sombra de un gigante”, acerca de la guerra de Israel invadido por los países árabes vecinos no bien declarada su independencia.
París y Entebbe
Y luego vinieron —entre muchos otros films—: “¿Arde París?” (1966), ”El compromiso”, de Elia Kazán (1969), “El día de los tramposos” (1970, de Joseph Mankiewicz), “El Doctor Jekill y Míster Hyde” (1973), el “western” “Los justicieros del Oeste” (1975, que también dirigió) y la muy célebre “Victoria en Entebbe” (1976), a la que nos referimos más arriba.
Un párrafo especial merece la importante cantidad de películas que lo tuvo como coprotagonista junto a Burt Lancaster. Esto fue así desde 1947, cuando ambos son protagonistas de “Al volver a la vida”, de Byron Haskin. Luego filmaron juntos —entre otras películas— “Duelo de titanes” (1957), “Discípulo del diablo” (1959), “El último de la lista” (1963; de John Huston), “Siete días de mayo” (1964, de John Frankheimer) y “Otra ciudad, otra ley” (1986, de Jeff Kanew).
También ha dirigido films, como “Scalawag” (1972) y la citada “Los justicieros del Oeste” (1975), en la que también actuó.
Biografías y premios
Además de actuar y dirigir, Kirk Douglas también es prolífico en la creatividad literaria. Ha escrito un par de libros infantiles, entre ellos “Jóvenes héroes de la Biblia”. Y también, dos obras biográficas. La primera fue “El hijo del trapero”, que presentó en España en enero de 1989. La segunda, casi diez años más tarde, fue “Ascendiendo las montañas”, que le valió en septiembre de 1999 el Premio Literario del Festival de Deauville (Francia).
En dramas y en comedias, en películas de acción o en épicas, siempre se lo vio como un actor de excelentes condiciones: inteligente, flexible, capaz de múltiples caracterizaciones y exhibiendo siempre un rol de hombre vigoroso.
Las distinciones y premios fueron muchos. Por citar algunos, podemos mencionar que en 1979 le otorgaron la Orden de las Artes y las Letras, que en 1981 le concedieron la Medalla Presidencial de la Libertad y que en marzo de 1990 le fue impuesta la Medalla de la Legión de Honor Francesa.
Además, claro, del Premio Anual del Cine Estadounidense en 1988, el Premio al Progreso del Cine en el Festival Internacional de Troja, Portugal (junio de 1989) y la entrega del citado “Oscar a la trayectoria” en marzo de 1996, por sus cincuenta años como actor y sus setenta y seis películas filmadas.
En 1999, Kirk Douglas volvió al cine, protagonizando junto a Lauren Bacal, “Diamonds” (Diamantes).
Pregunta
El primer matrimonio lo celebró con Diana Dill (con la que estuvo casado entre 1943 y 1951). El 25 de septiembre de 1944 nació su hijo Michael —quien es hoy también un muy consagrado actor—. Su segundo matrimonio, con Anne Buydens, se llevó a cabo en 1954 (Kirk Douglas tenía entonces 37 años de edad). Con ella continúa desde hace más de medio siglo, y sigue declarándose enamorado de su esposa.
Fue su hijo Michael, quien siendo niño lo sorprendió una mañana, al preguntarle: “¿De dónde vienen nuestros ancestros?”. Kirk quiso pensar como Isur, pero antes que nada sintió el impacto de la pregunta. Sabía que los suyos venían de un lugar de Rusia llamado Mogilev, pero se deprimió al observar que ya habían muerto los antepasados que podían explicárselo mejor. Fue entonces que sintió necesidad de saber sobre su identidad, reprochándose que un hombre que no conoce a sus antepasados, tampoco sabe bien quién es él.
Hacía dos largas décadas que había huido de los estudios de la Torá, sintiéndose perseguido por quienes querían para él un futuro como rabino. En sus comienzos había ensayado para el teatro idish neoyorquino. Claro que con poca suerte, porque así como los rabinos querían retenerle, aquí, en cambio, se sintió expulsado cuando alguien reparando en su rubia cabellera, le espetó: “Cuando tengamos un papel de nazi, te convocaremos”.
Chagall en la habitación
Ya en plena crisis de identidad luego de la pregunta de su hijo Michael, se hallaba inmerso en sus pensamientos cuando encontró la respuesta en su propia habitación. En uno de los muros colgaban las litografías de la serie de la Biblia de Marc Chagall. Allí, en esa vista, en ese mismo instante entendió que había recuperado a sus antepasados. Abraham, Yaakov, Moisés, Salomón, David, Rivka, Rajel, Lea, Rut, Ester… ¡ellos eran los ancestros! ¡de ellos tenía que contarles a su hijo Michael!
Siempre expresaría su agradecimiento a Chagall por hacerle recordar el hermoso linaje del que descendía. Más aún, Kirk descubriría que este eximio artista abandonó la misma región de Rusia que su padre, y por la misma época. Su padre intentaría como ropavejero en Nueva York, por los mismos días que Chagall se convertiría en famoso pintor en París.
Jerusalem
No bien recuperado del accidente aéreo, Kirk Douglas viajó a Israel —donde filmó cuatro películas—, tras doce años de ausencia. Cuando llegó con su esposa a la habitación del Hotel “King David” en Jerusalem, se aproximó a la ventana y se quedó absorto mirando la excepcional vista que ofrece el casco antiguo de la Ciudad. Y volvió a recordar la primera vez que vio Jerusalem desde esa ventana, cuarenta años más joven. Eran todavía los días en que los soldados árabes marchaban allí y lo mantenían alejado de la Ciudad Vieja, sin que pudiese llegar al “Kotel” (El Muro de los Lamentos).
Impulsado por una fuerza milenaria, no esperó siquiera a cambiar su ropa y corrió fuera, justo a la hora en que el sol se ponía. Buscó hasta hallar el sitio con la grieta para colocar su papel en el sacro muro, y depositar allí su oración. “Dios responde a todos los rezos —aseguró—, aunque a veces la respuesta sea ´no´”.
Reencuentro
El actor comenta a menudo el especial momento emotivo vivido en Monte Moriah, cuando con suave voz la joven guía indicó: “Aquí es donde todo empezó” y relató la historia que tanto le impactó a él a sus catorce años de edad, del sacrificio que Dios exige a Abraham. “Ese lugar —reflexiona Kirk Douglas— representaba el comienzo de mis dudas. Y el final de ellas” y concluye “… en el oscuro túnel, tocando la piedra de Monte Moriah, crecí…”. Viviendo el “shabat” en una casa del corazón del barrio judío, esa noche Kirk cerró sus ojos y se reencontró con Isur; y, a través del candelabro, vio el rostro de su madre y sintió que había retornado a casa.
Conciencia del mundo
Kirk Douglas enfatiza que en el momento histórico en el que con mayor decisión a causa de las ideas iluministas, los judíos nos asimilábamos y nos estábamos yendo del Judaísmo, fue bajo dicha circunstancia que nos alcanzó la mayor y más cruel persecución, sufrida por la criminalidad de la Alemania nazi.
Por ello en sus reflexiones, afirma que debemos agradecer a los judíos piadosos, ya que esos hombres de las oscuras gabardinas que tanto le asustaron en su pubertad, son los que han mantenido vivo al judaísmo a través de los siglos.
Y también destaca que él aún necesita que Dios le dé el tiempo suficiente para aprender todo lo que hace falta y poder comprender qué es lo que hace que los judíos seamos la conciencia del mundo.
Como vemos, Kirk Douglas —Isur Danielovitz Demsky— no es sólo “una cara bonita” en el celuloide, sino un judío comprometido con su identidad, y con la tradición, la historia y el porvenir de su pueblo.
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