viernes, 27 de abril de 2007

El genocidio educativo




TAMBURRI ACIERTA... Y YERRA
El genocidio educativo
Por Antonio Golmar
La educación se ha convertido en uno de los asuntos más polémicos del debate político en Occidente. Como en otros temas, la situación en España es especialmente grave debido a la falta de consensos mínimos entre los políticos –no así entre la población– y al persistente declive en el nivel de formación de las nuevas generaciones.

Al contrario que en otras naciones, donde las reformas han producido un efecto positivo, en nuestro país la izquierda se empeña en proponer como remedios precisamente esos elementos que han contribuido a que la educación que reciben los niños en España sea cada día más deficiente.

Ríos de tinta se han escrito en los últimos años acerca de las razones de esta anomalía, así como para denunciar las falaces premisas ideológicas de conceptos como comprensividad y educación en valores. Entre las numerosas aportaciones al debate y a la comprensión de las corrientes pedagógicas defendidas por la progresía española destacan El Archipiélgado Orwell, de Mercedes Rosúa, y La gran estafa, de Alicia Delibes, ambos publicados por Unisón. También cabe mencionar los estudios comparativos que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid viene publicando con el objeto de proporcionar a los profesores una visión más amplia que la ofrecida por el Ministerio de Educación sobre algunas reformas educativas extranjeras. Trabajos como los de la profesora sueca Inger Enkvist retratan un mundo dividido entre los que se han atrevido a desechar las falacias del constructivismo y, por tanto, progresan y los que se empeñan en mantener los dogmas roussonianos y gramscianos y, por consiguiente, condenan a los jóvenes a la más supina ignorancia.

El genocidio educativo, del profesor de Secundaria e historiador Pascual Tamburri, se inscribe en esta línea de llamada de atención sobre los perniciosos efectos del izquierdismo pedagógico. Sin embargo, la obra, que bebe de las aportaciones mencionadas más arriba y de algunas otras, difiere de éstas tanto en algunas de las causas del declive educativo como en las soluciones. Así, Tamburri combina la denuncia del estructuralismo y el marxismo blando con una persistente, y a veces inopinada, acusación a la sociedad burguesa, al capitalismo y al liberalismo de haber contribuido, en partes iguales, a la creación de lo que el denomina "el genocidio educativo".

La hipótesis del autor señala el individualismo como el factor que más profundamente socava la responsabilidad, la disciplina y la solidaridad necesarias para la formación de seres humanos racionales y responsables. A su juicio, la solución pasa por un reforzamiento del comunitarismo en la formación de los jóvenes, algo que, según él, casi nadie defiende en nuestro país ("¿acaso no es comunitarismo el nacionalismo?", puede preguntarse el lector). Para llevar a cabo esta labor, Tamburri confía en "una derecha sin complejos" al estilo del neofascista Movimiento Social Italiano. La reforma "tendría que partir de un nuevo hombre", formado en valores distintos al "individualismo anticomunitario, el egoísmo antijerárquico e indisciplinado, el veleitarismo desleal, la falsedad, el inmanentismo, el materialismo y el culto idolátrico al placer inmediato basado en el capricho subjetivo".

Es aquí precisamente donde el autor cae en los mismos errores que denuncia, siendo el primero de ellos lo que el economista norteamericano Thomas Sowell denomina "la visión de los ungidos". Si bien es cierto que Tamburri no es ajeno a la noción de libertad como primer término del binomio libertad-responsabilidad (sin la segunda no puede haber la primera), por otra parte parece ignorar que del lenguaje de la legislación socialista en materia de educación no se desprende precisamente un reforzamiento del individualismo, sino todo lo contrario.

Si tomamos como ejemplo el programa de la asignatura Educación para la Ciudadanía, lo que allí se encuentra es un conjunto de apelaciones a la sumisión del individuo al Estado, la renuncia a las ideas propias a favor de lo que el grupo considere deseable y la constante vigilancia –también sobre las familias– para que nadie ose poner en duda el relativismo radical de todas las opiniones. Así, la crítica destructiva y apocalíptica a la democracia liberal y al capitalismo, formulada en términos casi idénticos a los que utiliza Tamburri en su libro, se transforma, a la hora de lidiar con otras culturas y modos de vida, en una mera mención a los "dilemas morales", y por tanto irresolubles.

Otra coincidencia entre Tamburri y la izquierda consiste en la concepción del liberalismo como ideología, en el sentido marxista del término. El hecho de que considere al socialismo otra ideología no oculta su profundo desdén por todo aquello que potencie la autonomía individual frente a la colectividad. En su opinión, la relación entre individualismo y comunitarismo es un juego de suma cero en el que ambos términos son prácticamente incompatibles. Cualquier ganancia del primero lleva irremisiblemente a una pérdida en el segundo, de ominosas consecuencias para todos. Una visión que ignora la misma historia que el autor enseña, y que adolece del mismo utopismo y romanticismo antimoderno que denuncia, aunque por otra parte es perfectamente coherente con uno de los eslóganes de los antiguos misinos italianos, que Tamburri tanto admira: "Nostalgia del futuro". Un futuro presentado como la reedición de un pasado idílico que nunca existió, más allá de la mente del ideólogo que lo retrata.

Junto a los agudos análisis que Tamburri realiza de fenómenos como el nihilismo –su análisis del tema "Imagine" de John Lennon como ejemplo paradigmático de los males de la progresía es certero e impecable– y la deconstrucción de algunas de las premisas del estructuralismo y el pacifismo, que además de falaces son contraproducentes y perversas, encontramos en El genocidio... interpretaciones ciertamente exageradas de algunas manifestaciones de la cultura popular. Por ejemplo, el retrato de Bart Simpson como una especie de encarnación del mal absoluto adolece de una simpleza y frivolidad sonrojantes que, por lo demás, ignora figuras de pensamiento fundamentales para entender un texto artístico, como la ironía y la paradoja, que el autor no podrá negar se encuentran en la misma raíz de la civilización occidental.

En conclusión, la obra de Tamburri, al que por otra parte también cabe reclamar la especificación de sus fuentes –no se pueden reproducir párrafos enteros sin dar al lector una mínima pista sobre su procedencia– revela lo que para un liberal sería el origen de los problemas sociales: la intervención y la sumisión del individuo a una comunidad, llámese nacional, religiosa o racial, fundada sobre una amalgama de sentimentalismo, romanticismo y miedo al cambio. Que en este caso esta servidumbre se defienda como antídoto contra el socialismo izquierdista no empece para que muchos lectores lleguen a la conclusión de que las tesis defendidas en El genocidio educativo no son parte de la solución, sino del problema.


PASCUAL TAMBURRI: EL GENOCIDIO EDUCATIVO. Áltera (Barcelona), 2007, 168 páginas.

ANTONIO GOLMAR, politólogo y miembro del Instituto Juan de Mariana.

miércoles, 25 de abril de 2007

Texto de la Declaración de Independencia de Israel

ERETZ ISRAEL fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros.

Luego de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su Dispersión y jamás cesó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de su libertad política.

Impulsados por este histórico y tradicional vínculo, los judíos procuraron en cada generación reestablecerse en su patria ancestral. En los últimos decenios retornaron en masa. Pioneros, maapilim y defensores hicieron florecer el desierto, revivieron el idioma hebreo, construyeron ciudades y pueblos, y crearon una sociedad pujante, que controlaba su economía y cultura propias, amante de la paz, pero capaz de defenderse a sí misma, portadora de las bendiciones del progreso para todos los habitantes del país, que aspira a la independencia y a la soberanía.

En el año de 5657 (1897), respondiendo al llamado del padre espiritual del estado judío, Teodoro Herzl, se congregó el Primer Congreso Sionista que proclamó el derecho del pueblo judío a la restauración nacional en su propio país.

Este derecho fue reconocido en la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917 y reafirmado en el mandato de la Liga de las Naciones que, específicamente sancionó internacionalmente la conexión histórica entre el pueblo judío y Eretz Israel y al derecho del pueblo judío de reconstruir su Hogar Nacional.

La catástrofe que recientemente azotó al pueblo judío - la masacre de millones de judíos en Europa - fue otra clara demostración de la urgencia por resolver el problema de su falta de hogar, restableciendo en Eretz Israel el Estado Judío, que habrá de abrir las puertas de la patria de par en par a todo judío y conferirle al pueblo judío el status de miembro privilegiado en la familia de las naciones.

Sobrevivientes del holocausto nazi en Europa, como también judíos de otras partes del mundo, continuaron inmigrando a Eretz Israel superando dificultades, restricciones y peligros, y nunca cesaron de exigir su derecho a una vida de dignidad, de libertad y de trabajo en su patria nacional.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la comunidad judía de este país contribuyó con todas sus energías en la lucha de las naciones amantes de la libertad y la paz en contra la iniquidad nazi, y, por la sangre derramada por sus soldados y el esfuerzo bélico desplegado, le valieron el derecho de contarse entre los pueblos que fundaron las Naciones Unidas.

El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que disponía el establecimiento de un estado judío en Eretz Israel. La Asamblea General requirió de los habitantes de Eretz Israel que tomaran en sus manos todas las medidas necesarias para la implementación de dicha resolución. Este reconocimiento por parte de las Naciones Unidas sobre el derecho del pueblo judío a establecer su propio estado es irrevocable.

Este derecho es el derecho natural del pueblo judío de ser dueño de su propio destino, con todas las otras naciones, en un Estado soberano propio.

POR CONSIGUIENTE NOSOTROS, MIEMBROS DEL CONSEJO DEL PUEBLO, REPRESENTANTES DE LA COMUNIDAD JUDIA DE ERETZ ISRAEL Y DEL MOVIMIENTO SIONISTA, ESTAMOS REUNIDOS AQUI EN EL DIA DE LA TERMINACION DEL MANDATO BRITANICO SOBRE ERETZ ISRAEL Y, EN VIRTUD DE NUESTRO DERECHO NATURAL E HISTORICO Y BASADOS EN LA RESOLUCION DE LA ASAMBLEA GENERAS DE LAS NACIONES UNIDAS, PROCLAMAMOS EL ESTABLECIMIENTO DE UN ESTADO JUDIO EN ERETZ ISRAEL, QUE SERA CONOCIDO COMO EL ESTADO DE ISRAEL.

DECLARAMOS que, desde el momento en que termina el Mandato, esta noche, víspera de Shabat, el 6 de iyar, 5708 (14 de mayo, 1948) y hasta el establecimiento de las autoridades electas y permanentes del estado, de acuerdo con la constitución que habrá de ser adoptada por la Asamblea Constituyente a ser elegida, a más tardar el 1o de octubre de 1948, el Consejo del Pueblo actuará en calidad de Consejo Provisional del Estado y su brazo ejecutivo, la Administración del Pueblo, será el Gobierno Provisional del estado judío, que se llamará "Israel".

EL ESTADO DE ISRAEL permanecerá abierto a la inmigración judía y el crisol de las diásporas; promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura; salvaguardará los Lugares Santos de todas las religiones; y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

EL ESTADO DE ISRAEL está dispuesto a cooperar con las agencias y representantes de las Naciones Unidas en la implementación de la resolución de la Asamblea General del 29 de noviembre de 1947, y tomará las medidas necesarias para lograr la unión económica de toda Eretz Israel.

APELAMOS a las Naciones Unidas para que asistan al pueblo judío en la construcción de su Estado y a admitir al Estado de Israel en la familia de las naciones.

EXHORTAMOS - aun en medio de la agresión sangrienta que es lanzada en contra nuestra desde hace meses - a los habitantes árabes del Estado de Israel a mantener la paz y participar en la construcción del Estado sobre la base de plenos derechos civiles y de una representación adecuada en todas sus instituciones provisionales y permanentes.

EXTENDEMOS nuestra mano a todos los estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena vecindad, y los exhortamos a establecer vínculos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío soberano asentado en su tierra. El Estado de Israel está dispuesto a realizar su parte en el esfuerzo común por el progreso de todo el Medio Oriente.

HACEMOS un llamado a todo el pueblo judío en la diáspora para que se congregue en torno de los judíos de Eretz Israel y lo secunde en las tareas de inmigración y construcción, y estén juntos en la gran lucha por la materialización del sueño milenario - la redención de Israel.

PONIENDO NUESTRA FE EN EL TODOPODEROSO, COLOCAMOS NUESTRAS FIRMAS A ESTA PROCLAMACION EN ESTA SESION DEL CONSEJO PROVISIONAL DEL ESTADO, SOBRE EL SUELO DE LA PATRIA, EN LA CIUDAD DE TEL AVIV, EN ESTA VISPERA DE SABADO, EL QUINTO DIA DE IYAR DE 5708 (14 DE MAYO DE 1948).
Gracias a Daniel de http://www.herutx.blogspot.com

martes, 24 de abril de 2007

El islam y la homosexualidad

El Medio Oriente es para la mayoría de nosotros una zona aún más lejana de lo que podrían ser el Japón o la China, a pesar de que estos países se encuentran físicamente más apartados de nosotros que Irán, Afganistán o Israel. Y esto se debe desde luego, a las grandes diferencias en cuanto a costumbres que existen entre el Medio Oriente y lo que se conoce como Occidente.

Algunos de los 24 países pertenecientes a La Liga Árabe basan su comportamiento social en una serie de reglas establecidas por su religión, llamada la sharia (ley del Corán). De hecho la vida política y religiosa de estos países en Oriente Próximo es un todo indisoluble. Una mezcla de pautas de carácter cotidiano sustentadas en el Corán, un quehacer marcado por el ritmo sin pausa de sus creencias. Viven un oscurantismo medieval en lo que, para nosotros, es el siglo XXI. Nosotros, el mundo civilizado, el que no conoce otras barreras para el desarrollo, que no sean las que la naturaleza presenta; un mundo cuyo horizonte no se ve limitado por las creencias religiosas de nadie, ni por el verso enrevesado de un libro sacro, nosotros los Occidentales, vemos con sorpresa y horror las limitaciones inentendibles a las que son sometidos los ciudadanos de estos pueblos; olvidando que por catorce siglos estuvimos sumergidos en la misma tierra apantanada, fangosa e injusta que el cristianismo nos mostró como sistema de vida.

Si bien es cierto, la sharia no se aplica en todos los países del mundo islámico, es decir, no todos ellos tienen las mismas normas extremas y carentes de sentido práctico; hay un punto en el que sí están de acuerdo todos: su posición sobre la homosexualidad.

La homosexualidad en el Islam es un accidente desgraciado. Algunos países con gobiernos extremistas como Afganistán castigan con la pena de muerte a aquellos a los que se les puede acusar de homosexuales. El 25 de febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a cinco hombres acusados de gays. El 22 de marzo del mismo año, dos jóvenes de 18 y 22 años fueron aplastados, hasta morir, por una pala escavadora. Ambas matanzas se realizaron ante la presencia de público. Incluso en la primera de ellas uno de los espectadores fue el líder talibán Mohamed Omar.

Lo curioso de esto es que las mismas leyes restrictivas salidas del Islam, estimulan de alguna forma, los encuentros homosexuales. Estas leyes impiden que los hombres y las mujeres tengan relaciones sexuales sino como un acto reproductivo dentro del matrimonio. En Afganistán por ejemplo, las mujeres tienen que ir totalmente cubiertas, desde la cabeza hasta los pies, porque de lo contrario pueden ser acusadas de intentar seducir a las hombres, algo que el Islam prohíbe terminantemente. Las mismas familias cuidan con un celo excesivo a sus mujeres, impidiendo que éstas tengan encuentros sexuales fuera del matrimonio. Esta limitación sexual impulsa entre los varones, el encuentro carnal con otros. Es por este motivo que la bisexualidad es una práctica extendida en el mundo árabe. Sin embargo, a pesar del silencio condescendiente que hay en la sociedad hacia este tipo de prácticas, solo se tolera al bisexual activo. El que hace papel de pasivo sí es totalmente condenado. Un hombre puede jactarse de haberse 'cogido' a otro hombre, pero jamás ventilaría una relación sexual en la que ha sido penetrado.

Donde no encontramos contemplaciones que diferencien al activo del pasivo es en la ley del Corán, ésta condena a la homosexualidad de manera tajante y sin contemplaciones. El Corán describe al pueblo de Lot como sigue:


"Y a Lot. Cuando dijo a su pueblo: "¿Cometéis una deshonestidad que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres. ¡Sí, sois un pueblo inmoderado!" Lo único que respondió su pueblo fue: "¡Expulsadles de la ciudad!" ¡Son gente que se las da de puros" Y les salvamos, a él y a su familia, salvo a su mujer, que fue de los que se rezagaron. E hicimos llover sobre ellos una lluvia: ¡Y mira como terminaron los pecadores!" (7:80-84)

Pero no solo en los países árabes en los que el sistema legal está asociado al Corán se castiga el comportamiento homosexual. En algunos otros como Malasia -que no basan sus leyes en la sharia- el mismo código penal condena las "conductas antinaturales" a 10 años de cárcel. El sexo entre hombres en los que hubo penetración es castigado con 20 años de prisión. En Bangladesh y Pakistán contemplan por igual los actos homosexuales y los de zoofilia: ambos son condenados como actos contra natura con penas que pueden llegar a los diez años de cárcel. El artículo 407 del código civil de Libia condena de 3 a 5 años las relaciones homosexuales. Quizás Egipto sea el único país de la zona, que no posee leyes específicas que atenten contra los derechos de los homosexuales.

No obstante pueden condenarse las relaciones entre personas del mismo sexo a través de otras leyes, como la Ley de Emergencia y eventualmente se les puede acusar casi de cualquier cosa. Hace unos meses cincuenta y dos hombres fueron acusados de delitos contra la moral y la religión, tras ser detenidos en un barco restaurante frecuentado por gays.

En una zona conflictiva como ésta, dónde las ideas religiosas extremas han llegado a convertirse en ley; las diferencias entre ricos y pobres son enormes; los problemas con los países vecinos se suceden unos tras otros; el terrorismo es una plaga generalizada; la bomba atómica es una realidad y se ven las costumbres de occidente como demoníacas y libertinas; los homosexuales tienen un camino larguísimo que recorrer, si es que quieren alcanzar el derecho natural a ser quiénes son. Además de luchar contra la mentalidad colectiva, que encuentra en la religión el libreto que dirige sus vidas. Porque más allá de los posibles avances tecnológicos, del desarrollo económico de la zona o el progreso de la visión social de sus habitantes, existe una barrera que bloquea cualquier posible avance hacia el entendimiento y la igualdad: el Islam.

No obstante la humanidad ya ha demostrado que puede sobreponerse a las ideas obsecuentes, que toda religión presenta y armar su destino de manera inteligente. Esperemos que no pase mucho tiempo hasta que algunos de estos pueblos islámicos, salgan del oscuro túnel en el que la belicosidad, la religión y la pobreza los ha llevado y encuentren la libertad de pensamiento que necesitan para empezar a pelear por sus derechos inherentes. No solo los homosexuales, sino también las mujeres que son víctimas de una segregación y cosificación perturbadoras. De momento solo queda esperar que el actual estado de cosas en el mundo no pervierta y destruya aún más las complicadas relaciones que estos países mantienen con el mundo.
Martes, 28de Setiembrede 2001Duncan Idaho (http://www.geocities.com)

lunes, 23 de abril de 2007

Manifiesto por la supervivencia



Israel: manifiesto por la supervivencia
Por Phyllis Chesler
(28 de Marzo de 2007)

A finales de diciembre, tumultos en París gritaban una vez más "Muerte al judío" -- la misma canción que llegó a caracterizar el caso Dreyfus. El equipo de fútbol Hapoel Tel Aviv había ganado su partido contra el Paris Saint-Germain. Una turbamulta furiosa rodeó a Yanniv Hazout, judío francés, al grito de "matad al judío", "sucio judío" y "sucio Negro", con muchos levantando sus brazos a modo de saludo Nazi. Un policía francés negro llegó en defensa de Hazout, y el tumulto amenazó con matarlos a los dos. El funcionario disparó su arma matando a un manifestante e hiriendo a otro.

Veo la soga apretándose alrededor del cuello de Israel y el cuello de los judíos del mundo. Es lo que el dinero árabe del petróleo puede hacer a lo largo de un período de 50 o 60 años. Los judíos del mundo e Israel hoy no pueden hacer bien -- ni siquiera o especialmente si eso es precisamente lo que hacemos -- y las naciones que nos persiguen no pueden obrar mal, sin importar los genocidios o las atrocidades contra los derechos humanos de otros que ellas puedan cometer.

La propaganda no conoce límites, y no deja de salir. No importa cuántas grandes mentiras derrotes, inmediatamente aparecen 10 más para ocupar su lugar.

Hoy, la verdad suplica un atisbo de atención respetuosa mientras todo emperador desnudo recibe regularmente las primeras planas de portada y es invitado a ingresar en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Si alguien intenta decir la verdad acerca del islam radical, especialmente acerca del apartheid islámico de género o el apartheid islámico religioso, o intenta decir lo que llevo diciendo acerca del antisemitismo y la jihad, se convierte rápidamente en un paria, es despreciado como racista y "supremacista blanco".

Las guerras culturales son tan acaloradas como las militares. Conceptos tales como libre expresión o libertad académica se utilizan para proteger las grandes mentiras y el discurso de odio y censurar a los que cuenta la verdad.

Aquellos con opiniones como la mía han sido objeto de un boicot silencioso. No somos invitados a hablar en los campus. Hasta algunos grupos estudiantiles judeoamericanos tienen cuidado en no invitar a conferenciantes que puedan "ofender" a los estudiantes musulmanes.

Simultáneamente, aquellos que son invitados a hablar en los campus son principalmente personas en consonancia con los obsesionados con Israel y América, Norman Finkelstein, Noam Chomsky o el difunto "post-colonialista" Edward Said. Y cuando opiniones como las suyas son evidenciadas como fraudulentas y antiacadémicas, ¿adivina qué sucede? Gritan "persecución", culpan "al lobby sionista" e intentan censurar todas las opiniones que no sean la propia.

La denuncia cuidadosa de tales emperadores desnudos no les detiene. Pasan de publicar un estudio a defender sus credenciales pseudoacadémicas en caros anuncios a toda plana en el New York Times -- y después obtienen contratos literarios con prestigiosas editoriales. Me refiero aquí a Stephen Walt o John J. Mearsheimer, del "Israel Lobby" - su editor ahora es Farrar, Straus & Giroux.

¿Cómo tratan los campus a los que dicen la verdad? A muchos invitados a hablar les es retirada la invitación de pronto, como le sucedió a Nonie Darwish en Brown en noviembre. (Tras una tormenta de publicidad negativa, el rector de la universidad volvió a invitar a Darwish).

Recientemente, la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña me invitó a leer un discurso en una importante conferencia feminista internacional -- para retirarme después la invitación. Predeciblemente, cada una de las demás oradoras tenía un historial a favor de disolver el estado judío o firmar peticiones de boicot a Israel. Una oradora, elogiada como defensora de los derechos humanos, celebra concentraciones antiamericanas de manera rutinaria en los exteriores de la embajada americana en Londres. (Posteriormente me volvieron a invitar para dar una conferencia en solitario, pero no cuando el grupo internacional estuviera presente para escucharla).

Con frecuencia, otros que cuentan la verdad invitados a dirigirse a una audiencia estudiantil son objeto de un entorno de trabajo hostil, bombardeados con preguntas hostiles, intimidados, ridiculizados, atacados.

En muchos casos, los que cuentan la verdad son confrontados con audiencias que han sido inesperadamente reducidas. Esto le sucedió al ex-terrorista Walid Shoebat en Columbia el 11 de octubre -- en el último minuto, tres horas antes de que Shoebat hablase, Columbia retiró invitaciones por correo electrónico a miles de personas que habían reservado asiento. Tan sólo se permitieron estudiantes y personal del claustro de Columbia.

Personalmente encuentro irónico, casi suicida, que muchos intelectuales occidentales "políticamente correctos" que arengan contra "el imperialismo americano e israelí" y "el colonialismo" permanezcan en absoluto silencio ante el extraordinario número de destacamentos imperiales islámicos en nuestro entorno. Arabia Saudí dona 20 millones a Georgetown y los cristianos son desterrados de entre el personal del Middle East Interfaith Institute (que era ya Judenrein), y la Palestinian Solidarity Conference celebra su quinta conferencia anual de odio allí. ¿Coincidencia?

Nuestro estamento izquierdista no contempla como racismo el odio al judío o la crítica obsesiva a Israel. En su lugar, contar la verdad acerca del islam o mencionar siquiera que la mayoría de los terroristas suicida del 11 de Septiembre eran musulmanes árabes saudíes es condenado como racista. Reconocer que el islam es el mayor practicante de apartheid religioso y de género sobre el planeta es visto como discurso de odio inflamable.

La situación es bastante Orwelliana. Y sí, afrontamos la potencial islamización de América.
Con eso en mente, he aquí lo que propongo.

Ahmadinejad es lo más cercano a Hitler en nuestro tiempo. Habla en serio. Quiere aniquilar a Israel con armamento nuclear y quiere convertir a todos los infieles al islam. Quiere un Califato. Igual que Hitler fue apaciguado hasta que fue demasiado tarde, Ahmadinejad también ha sido apaciguado. ¿Recuerda cómo apaciguó el presidente Jimmy Carter a Jomeini cuando había americanos de rehenes en la embajada americana? De igual manera hoy, Ahmadinejad está siendo apaciguado por Europa, la ONU, y hasta cierto grado por América. Irán no dudará en sacrificar a millones de iraníes para destruir a Israel.

Nos enfrentamos a un nuevo tipo de enemigo -- gente que ama la muerte más de lo que quiere la vida; que ha sido adoctrinada y se le ha lavado el cerebro para ver a los judíos como fuente de todo mal y que están satisfechamente dispuestos a morir con el fin de destruir Israel, a los judíos, a América, a Occidente, y hasta a otros musulmanes.

Según el activista y académico alemán Matthias Küntzel, el ayatolá Jomeni envió a 450.000 niños de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años a librar la guerra Irán-Irak. Pocos sobrevivieron. Recorrían campos en busca de minas, contenían oleadas humanas que no dejaban de avanzar ni siquiera si otro "basiji" enviado delante suyo era abatido o volado en pedazos. Llevaban llaves de plástico alrededor del cuello que abrirían las puertas del Paraíso -- o eso les dijeron los que les enviaron. Solamente después de que Jomeini perfeccionase esta secta de culto a la muerte de base chi'í, los terroristas suicida palestinos empezaron a volarse por los aires en nombre de Alá.

Tenemos que inutilizar la capacidad nuclear de Irán. Tenemos que impedir el armamento de Hezbolá y Hamas por parte de Irán. (Cuando Ahmadinejad estuvo aquí en Nueva York siendo agasajado, yo preguntaba repetidamente a la gente: "¿Cómo es que él no se inmola [si es tan buen musulmán]?") En el peor de los casos, tenemos que empezar a aislar a Irán por todos los medios concebibles.

Debemos encontrar proyectos a largo plazo para combatir las grandes mentiras con la verdad. No lo estamos haciendo en el presente. Lo que hacemos es indiscriminado, reactivo, inmediato. Combatir la propaganda letal no viene siendo una prioridad judía.
Como judíos, tenemos que continuar amando la vida, pero tenemos que planear una guerra muy larga. No podemos permitirnos esperar lo mejor o esperar a que alguien más se ocupe de ello por nosotros. No podemos negar que estamos en guerra, tampoco podemos confiar en la ONU (especialmente ahora que John Bolton no está allí), la OTAN o aliados europeos. Pero, como ha señalado el General israelí Ya'akov Amidror, América e Israel podrían encontrar algunos aliados inesperados y temporales entre saudíes, egipcios y jordanos, los que no quieren una toma de control chi'í-iraní de la región.
Tenemos que vivir la vida en el presente -- pero también tenemos que recordar que somos un pueblo eterno obligado a tareas eternas. No podemos esperar que se detenga la batalla entre el bien y el mal -- al menos no hasta que venga el mesías. El mal triunfa cuando la gente buena no se le opone.

Tengo un distinguido amigo que prefiere no utilizar su propio nombre. Llamémosle Wolf Papiermeister. Compartiré algunas de sus sugerencias.

· Dar nombre al enemigo como islam radical totalitario, y a aquellos que lo apaciguan. Incluso si nuestro enemigo no es una única nación estado, tiene un nombre – islam - y una dirección - La Meca.

· Responder ideológicamente al islam totalitario y a todos aquellos que lo apaciguan. Utilizar toda la fuerza de los medios para dejar al descubierto los aspectos imperialistas y bárbaros del islam.

· Convertir desarrollar fuentes de energía no relacionadas con el petróleo en prioridad nacional. ¿Por qué proporcionar a los islamistas los recursos para destruirnos?

· Poner Occidente en pie de guerra. Reinstaurar el servicio militar. Utilizar al ejército para implementar una reserva de combustibles.

· Restringir la inmigración musulmana masiva a Occidente. Insistir en que los inmigrantes musulmanes tienen que jurar apoyar la tolerancia religiosa y los valores democráticos, incluyendo los derechos de la mujer. Conceder asilo a los musulmanes que huyen de la persecución islámica.

· Abandonar la ONU. Expulsarla de territorio americano. La ONU es un desafortunado fracaso y un desperdicio de dinero colosal.

· Blindar nuestras prisiones frente al reclutamiento islámico. ¿Por qué permitimos la expansión de grupos islámicos violentos entre criminales que son violentos ya? Creamos otra quinta columna más,aún más peligrosa.

· Declarar que la ley de nuestro territorio es el Derecho penal y civil americano. Cuando quiera que la sharia, el código legal islámico, entre en conflicto con la ley, la ley debe prevalecer.


La Dr. Phyllis Chesler es profesor emérito de Psicología y Estudios de a Mujer y psicoterapeuta. Ha dado conferencias y organizado campañas de derechos humanos, política, religiosas y legales en Estados Unidos, Canadá, Europa, Oriente Medio y Extremo Oriente. Es co-fundadora de la Association for Women in Psychology (1969), la Red de Saludo de la The National Women (1974) y es miembro del Women's Forum (197 -74). Ha escrito literalmente miles de artículos y escrito trece libros entre los que destacan La muerte del feminismo, Madres a juicio, Acerca de los hombres y El nuevo antisemitismo.

domingo, 22 de abril de 2007

La ONU y el nacimiento de Israel

A finales de junio de 1947, la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina, conocida por UNESCOP, llegó a Italia. Sus miembros representaban a los países siguientes: Suecia, Holanda, Canadá, Australia, Guatemala, Uruguay, Perú, Checoslovaquia, Yugoslavia, Irán y la India.
Las probabilidades contra los judíos eran muchas. Irán era una nación musulmana. La India tenía mucha población musulmana: su delegado en aquella Comisión era musulmán y representante de la Commonwealth británica. Checoslovaquia y Yugoslavia, miembros del bloque soviético, podían mostrar en su historia una larga tradición antijudía. Los representantes de Sudamérica; Uruguay, Perú y Guatemala; cabía la posibilidad de que se dejaran influenciar. Sólo a Suecia y a Holanda se las podía considerar perfectamente imparciales.
A pesar de todo, los judíos acogieron bien a la UNESCOP. Los árabes se opusieron a la presencia de las Naciones Unidas, declararon la huelga general en el interior de Palestina, organizaron manifestaciones, y llenaron el aire de votos y amenazas. Fuera de Palestina, en los países árabes estallaron disturbios y sangrientos pogromos contra los judíos que moraban allí.
La Agencia Judía mandó a Ben Gurión y al doctor Weizmann para formar un comité asesor de la UNESCOP.
Este comité acompañó a la UNESCOP en su viaje de inspección e investigación por Palestina y mostró con orgullo sus conquistas en el aspecto de roturación de terrenos, de rehabilitación de los sin hogar, exhibía los progresos de los kibbutz, las fábricas y las ciudades que habían construido... A los delegados de la UNESCOP les impresionaba profundamente el tremendo contraste que se notaba entre la comunidad judía y la comunidad árabe. Después de las giras de inspección, empezaron las averiguaciones formales, permitiendo que cada una de las partes expusiera su punto de vista.
Ben Gurión, Weizmann y los demás dirigentes de la Agencia Judía defendieron con gran tino la moralidad y la justicia de la causa judía.
En el bando de los árabes, en cambio, el Alto Comité Árabe, a remolque de la familia Husseini, promovía manifestaciones de hostilidad contra las Naciones Unidas. A la Comisión se le negó la entrada en muchas de las ciudades árabes, donde las condiciones de trabajo en fábricas y talleres eran tan míseras y primitivas que revolvían el estómago. Cuando empezaron las investigaciones formales, los árabes, oficialmente, les hicieron el vacío.
La UNESCOP vio con claridad meridiana que en Palestina no cabían términos medios. Fundándose en una justicia estricta, las Naciones Unidas tenían que recomendar la formación de un hogar judío; pero había que tener en cuenta las amenazas de los árabes.
Los judíos habían aceptado hacia ya mucho tiempo la teoría del convenio y la participación; no obstante, temían que por aquel camino no fuese a crearse un "gueto" territorial.
Terminadas las giras y las indagaciones, la UNESCOP se dispuso a partir, retirándose a Ginebra, donde analizarían los datos reunidos, mientras una subcomisión examinaba los campos de personas desplazadas en Europa, que todavía albergaban a un cuarto de millón de judíos desesperados. Luego presentarían sus recomendaciones a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
A finales de agosto de 1947, la UNESCOP anunció desde Ginebra su plan. Propugnaba la partición de Palestina en dos entidades separadas: una para los árabes y otra para los judíos. Jerusalén quedaría convertida en un territorio internacional. La recta intención quedaba fuera de toda duda, pues aquel organismo creado por las Naciones Unidas se pronunciaba porque se reanudase inmediatamente la inmigración de judíos procedentes de los campos de desplazados de Europa al ritmo de 6.000 al mes y por que los judíos pudiesen volver a comprar tierras.
Los judíos habían solicitado que se incluyera en su territorio nacional el desierto del Néguev. Los árabes poseían millones de kilómetros cuadrados de tierras baldías que roturar. Los judíos pedían aquellos pocos millares con la esperanza de ponerlos en cultivo. La comisión de las Naciones Unidas se mostró conforme.
Cansados por un siglo de angustias y traiciones, la Agencia Judía y los sionistas de todo el mundo anunciaron que aceptaban el compromiso. El sector que les habían adjudicado, aun incluyendo el desierto del Néguev, era un aborto de Estado. Formaba tres franjas de territorio unidas una con otra por estrechos pasillos, semejando salchichas. Compuestas por el desierto del Néguev, una franja costera desde Haifa a Tel Aviv y parte de Galilea a derecha e izquierda de Nazaret.
Comprendía el 55% del territorio con un 58% de población judía. Los judíos perdían su ciudad eterna: Jerusalén. Esta, junto con los alrededores, sería zona internacional.
Aquel arreglo era una monstruosidad, a pesar de todo, aceptaron. A los árabes les correspondían también tres franjas de terreno, mayores de extensión, también unidas por pasillos. Compuestas por parte del desierto del Néguev, fronteriza con Egipto y una franja costera hacia Gaza, la parte central de Palestina y el norte de Galilea fronteriza con el Líbano.
Comprendía el 45% del territorio con un 99% de población árabe. Los árabes se negaron a aceptar y dijeron que la partición significaría la guerra.

Tras escuchar durante semanas este conflicto, el Comité Central aprobó por mayoría simple el reparto y sometió el plan a la aprobación de la Asamblea General, que había de reunirse en septiembre de 1947. Para la aprobación sería necesario el voto favorable de los dos tercios de sus componentes.
Los árabes fueron a las Naciones Unidas el otoño de 1947 seguros del triunfo. Habían conseguido que el estado musulmán de Afganistán y el reino feudal del Yemen fuesen admitidas como miembros de las Naciones Unidas, con lo cual el bloque de votos árabes-musulmanes de la Asamblea General ascendía a 11.
Los árabes utilizaban sus 11 votos para colgarlos como un cebo ante los ojos de los delegados de las naciones más pequeñas. A cambio de que éstos votaran contra la partición, ellos prometían el soborno de sus votos a los que aspiraban a algunos de los jugosos empleos en las Naciones Unidas.
Por otra parte, los árabes sacaban también partido de la guerra fría existente entre los dos colosos: Estados Unidos y la Unión Soviética, sirviéndose hábilmente del uno para obtener concesiones del otro. Desde el principio se vio con toda claridad que para que el proyecto de partición prosperase, necesitaría el visto bueno de estas dos naciones. Hasta entonces la Unión Soviética y los Estados Unidos jamás habían apoyado ambas a la vez una misma proposición, y era poco probable que lo hiciesen ahora.
Para que el plan de partición saliese aprobado se necesitaba una mayoría que reuniese los dos tercios de los votos de la Asamblea. Por lo tanto, la Agencia Judía necesitaba 22 votos sólo para neutralizar los 11 del bloque árabe. A partir de ahí, tenían que conseguir dos votos por cada uno que lograran los árabes. Matemáticamente hablando, estos últimos no necesitaban sino media docena más para dar al traste con la partición. Contando con el petróleo como elemento adicional para concertar tratos, les resultaba muy fácil conseguirlos.
El sentimiento en pro de la partición era el predominante, pero la simpatía no bastaba para ganar la pelea.
De pronto, los cuatro grandes, los poderosos, abandonaron a los judíos. Francia, que había apoyado descaradamente la inmigración ilegal, adoptó de súbito, una actitud de cautela. El malestar cundía entre los árabes de las colonias francesas de Marruecos, Argelia y Túnez. Si Francia votaba por la partición, su voto podía ser el fulminante que provocase un estallido entre ellos.
A la Unión Soviética la movían unos motivos distintos. Hacía más de dos décadas que en la Unión Soviética el sionismo estaba fuera de la ley. Los rusos se hallaban empeñados en un programa destinado a suprimir el judaísmo por medio de un proceso abrasivo lento. Además la Unión Soviética arrastraba tras de si a todo el poderoso bloque eslavo.
Pero el contratiempo más descorazonador de todos se lo proporcionó a la Agencia Judía la actitud adoptada por los Estados Unidos. El presidente, la prensa y el pueblo, todos simpatizaban con la causa judía, pero la política internacional situaba a los Estados Unidos en una posición delicada.
Apoyar la partición equivalía a quebrar la piedra angular del occidental, rompiendo la solidaridad angloamericana. Gran Bretaña todavía dominaba el Oriente Medio; y la política exterior americana estaba ligada a la inglesa. Votar en pro de la partición, significaría desairar públicamente a Gran Bretaña.
Otro factor más importante aún pesaba sobre los Estados Unidos. Si triunfaba la partición, los árabes amenazaban con desencadenar una guerra. Si estallaban las hostilidades, las Naciones Unidas se verían en el caso de tener que imponer la paz por la fuerza, y la Unión Soviética o sus satélites podrían situar soldados en el Oriente Medio como parte integrante de una fuerza internacional. Esto les daba un miedo terrible a los americanos y era lo que les hacia repudiar la partición.
El golpe más severo lo asestó, de todos modos, Gran Bretaña. Cuando llevaron el problema del Mandato a las Naciones Unidas, los británicos pensaban que el organismo internacional no encontraría una solución, por lo cual les rogaría a ellos que continuaran en Palestina. Entonces fue cuando entró en funciones la UNESCOP, fue allá, investigó y tomó una decisión que equivalía a censurar la labor de gobierno de los ingleses. Por lo demás, el mundo entero se había enterado de que el ejército de 100.000 hombres que tenían allí no había sabido someter a los arrojados judíos del Haganah, el Palmaj, Irgún, Stern y la inmigración ilegal, lo cual era un terrible golpe para el prestigio británico.
Gran Bretaña había de conservar su posición dominante en el Oriente Medio, por lo cual tenía que salvar la faz ante los árabes desechando la partición. Inglaterra sacaba partido del miedo a la presencia de soldados rusos en el Oriente Medio anunciando que en agosto de 1948 retiraría su guarnición. Por añadidura, declaraba que no utilizaría las fuerzas que tenía en Palestina para imponer una decisión de las Naciones Unidas. Desconcertando de esta modo a los Estados Unidos. Gran Bretaña inducía a los países de la Commonwealth a que se abstuvieran de votar y presionaba a todas las naciones pequeñas de Europa unidas a ella en el terreno de la economía.
El resto del cuadro aparecía igualmente negro para la Agencia Judía. Bélgica, Holanda y Luxemburgo se doblegaban a las imposiciones de los ingleses. Otros pequeños países con los cuales contaban los judíos empezaban a echarse atrás.
La posición de los países asiáticos era variable. Cambiaban de parecer e inclinaban sus votos, ora en favor de uno, ora en favor de otro, a cada minuto que pasaba. Sin embargo, parecía que los asiáticos se pondrían de parte de los árabes como un gesto dirigido contra las potencias occidentales, expresándoles el odio que sentían hacia el imperialismo colonial y como prueba de que aceptaban la tesis árabe de que los judíos eran los representantes del Occidente en una parte del mundo donde no tenían nada que hacer.
Grecia tenía una profunda antipatía a los árabes, pero en Egipto vivían 150.000 súbditos griegos. Y Egipto hizo saber, con dolorosa claridad, cual sería el destino de aquella minoría si los griegos votaban por la partición.
Etiopía no le tenía gran cariño a Egipto, pero estaba unida a él geográfica y económicamente.
Las Filipinas, se pronunciaban contra la partición.
Las naciones de la América Central y América del Sur representaban un tercio de los 57 votos de las Naciones Unidas. La mayoría de dichas naciones miraban el caso con completa indiferencia, eran neutrales. La Agencia Judía quería que Jerusalén fuese la capital del Estado judío; tenía la sensación de que sin Jerusalén, un Estado judío sería lo mismo que un cuerpo sin corazón. Las naciones centro y sudamericanas eran predominantemente católicas. Y el Vaticano quería que Jerusalén fuese una ciudad internacional. Si la Agencia Judía hacía presión por conseguir Jerusalén, se exponía a perder aquel importantísimo bloque de votos.
El arma más poderosa que poseían los judíos era la verdad. La verdad que la UNESCOP había encontrado en Palestina, o sea, que Palestina era un estado gobernado tirana, policialmente; la verdad vista a través de la cortina de las mentiras árabes, de la incapacidad de los árabes por salir de la Edad Media ni en el terreno económico, ni en el político, ni en el social, la verdad aparente y clara en las ciudades judías, nacidas de entre la arena, y en los campos judíos, surgidos de la desolación; la verdad, implícita en los campos de desplazados, del imperativo humano del caso judío.
Por fin, en el mes de noviembre de 1947, empezó a producirse "El Milagro de Lake Succes".
Primero vio la luz una declaración, expresada en términos cautísimos, de los Estados Unidos apoyando el principio de la partición.
Luego vino una decisión que estremeció el mundo. Después de más de dos décadas de tener al sionismo fuera de la ley, la Unión Soviética realizó uno de sus asombrosos cambios de frente y se declaró en pro de la partición. La noticia se dio a la publicidad después de un conciliábulo secreto del bloque eslavo.
Detrás de su máscara de humanitarismo, los rusos habían realizado una astuta maniobra política. En primer lugar, desconfiaban abiertamente de los árabes. Comprendían, además, que toda la cólera árabe no era sino un recurso verbal, y que la Unión Soviética podía votar hoy por la partición y mañana sobornar a todos los árabes que hiciera falta. Entretanto, la estrategia soviética se dirigía a marcar a Inglaterra con el estigma de nación tiránica al mismo tiempo que daba un paso que quizá le abriese a la Unión Soviética la posibilidad de poner pie en el Oriente Medio.
Los árabes se lanzaron a una última trinchera, pretendiendo impedir que la resolución llegase a la Asamblea General. Pronto se vio claro que tendría lugar una votación que sería como una piedra de toque. Para llevar el asunto a la Asamblea General, sólo se precisaba el voto de la mayoría, pero aquel voto indicaría la fuerza de cada uno de los bandos. La votación tuvo lugar y la resolución pasó a la Asamblea General, pero el techo amenazaba desplomarse sobre la Agencia Judía. El recuento arrojó 25 votos a favor, 13 en contra, 17 abstenciones y 2 ausencias. Si en la votación última del proyecto se conservaba la misma proporción, los judíos no lograrían los dos tercios que necesitaban. Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Nueva Zelanda se habían abstenido. Paraguay y las Filipinas estuvieron ausentes.
El miércoles, 27 de noviembre de 1947 y a medida que avanzaba el día, los judíos emplearon cada vez más la táctica desesperada de consumir tiempo hablando a fin de que no lo hubiera para votar. El día siguiente era el Día de Acción de Gracias americano, y sería festivo. Con ello dispondrían de 24 horas más para ir a la caza de los votos requeridos y convencer para su causa a los países indecisos. El derroche oratorio continuó, pues, hasta que se aplazó la sesión.
Finalmente, pareció que la suerte del sionismo se hallaba en manos de unas cuantas pequeñas y remotas naciones; en particular, Liberia, Haití, Filipinas y Etiopía.
A Liberia se le presionó para que diera su voto a favor de la partición, por mediación del presidente de la Compañía Americano-Liberiana de Desarrollo, simpatizante de los judíos; este a su vez habló con el presidente de la Compañía de Neumáticos Firestone que hizo presión a su vez ante el gobierno liberiano.
Un investigador sionista descubrió que Haití modificó su voto en contra de la partición, en un esfuerzo por presionar sobre Estados Unidos la aprobación de un empréstito de cinco millones de dólares que estaba siendo negociado. Los pro-sionistas pusieron manos a la obra para persuadir al gobierno haitiano de que la mejor manera de influir sobre los Estados Unidos era votar a favor del reparto.
Los judíos vieron su oportunidad de cambiar la actitud de Filipinas al hacer que los magistrados del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, visitaran al embajador de Filipinas en Washington, y defendieran la causa judía. El embajador telefoneó luego al presidente de Filipinas diciéndole que las Filipinas podían comprometer la aprobación de siete proyectos pendientes en el Congreso americano, en los cuales tenía gran interés su país. Las Filipinas cambiaron de postura.
El viernes, 29 de noviembre de 1947, día de la votación, el mazo golpeó la mesa y se abrió la sesión en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El presidente de la Asamblea manifestó: "Las naciones representadas votarán nominalmente sobre la propuesta de partición de Palestina. Para que ésta prospere, se necesita una mayoría de dos tercios del total de votos. Los delegados contestarán de una de estas tres formas: a favor, en contra, o se abstiene".
Un solemne silencio descendió sobre la sala:
-Afganistán.
"Afganistán, vota en contra".
-Argentina.
"El gobierno de Argentina desea abstenerse".
-Australia.
"Australia vota en favor de la partición".
-Bélgica.
"Bélgica vota por la partición".
-Brasil.
"Brasil se pronuncia por la partición".
-Bielorrusia.
"La Rusia Blanca vota en favor de la partición".
Los judíos exhalaron un suspiro de alivio. El bloque eslavo seguiría en masa. La perspectiva era brillante.
-Canadá.
"Canadá vota en favor de la partición".
-Chile.
"Chile ha recibido orden de abstenerse".
-China.
"China se abstiene".
-Costa Rica.
"Costa Rica vota en favor de la partición".
-Cuba.
"Cuba vota contra la partición".
-Checoslovaquia.
"Checoslovaquia vota en favor de la partición".
"Dinamarca se pronuncia por la partición".
"La República Dominicana se pronuncia por la partición".
-Egipto.
"¡Egipto vota en contra y no se considerará obligado por este atropello!".
-Ecuador.
"Ecuador vota en favor".
"Etiopía... se abstiene".
¡Fue una bomba!. Las caras de todos los delegados árabes se volvieron para mirar al etíope con expresión de pasmo. El delegado sirio movió el puño con aire amenazador.
-Francia.
El primero de los cuatro grandes, la renuente Francia, había de pronunciarse. Una abstención podía resultar desastrosa para la Agencia Judía, viniendo de aquella parte.
"La República Francesa vota en favor de la partición".
Se levantó un murmullo expectante. ¡Era la primera señal de que la gente se había dado cuenta de que el milagro podía convertirse en una realidad!.
-Guatemala.
"A favor".
-Grecia.
"Grecia vota contra la partición".
-Haití.
"El gobierno de Haití acaba de enviar instrucciones para que esta delegación vote en favor de la partición".
-Honduras.
"Honduras desea abstenerse".
-Islandia.
"Islandia vota por la partición".
-India.
"La India vota contra la partición".
-Irán.
"Irán vota en contra".
-Irak.
"¡Irak vota en contra y jamás reconoceremos a los judíos!.. El día de hoy dará origen a nuevos derramamientos de sangre. ¡Votamos en contra!".
-Líbano.
"El Líbano vota contra la partición".
-Liberia.
"Liberia vota por la partición".
-Luxemburgo.
"Luxemburgo vota a favor de la partición".
-México.
"México se abstiene".
-Holanda.
"Holanda vota a favor".
-Nueva Zelanda.
"Nueva Zelanda vota a favor".
"Nicaragua... a favor".
"Noruega... a favor".
-Paraguay.
"Paraguay acaba de recibir instrucciones ordenando que no se abstenga, sino que vote a favor de la partición".
-Perú.
"Perú se pronuncia por la partición".
-Filipinas.
"¡Filipinas vota por la partición!".
-Polonia.
"Polonia vota en favor de la partición".
-Arabia Saudita.
El árabe vestido de blanco que la representaba se puso a gritar contra la partición con una voz saturada de odio.
-Suecia.
"Suecia está por la partición".
"¡Siria, contra!".
"Turquía vota contra la partición".
Los judíos empezaban a ganar ventaja. A los árabes les quedaba todavía un aliento de vida. Ahora tenían doce votos y todavía podían dar otro como seguro, un simple cambio de última hora que se produjese, podía desbaratarlo todo.
-Ucrania.
"A favor".
-Unión Sudafricana.
"A favor".
-Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
"La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas vota a favor de la partición".
-Reino Unido de Gran Bretaña.
La sala quedó en silencio. El delegado británico se levantó y dirigió una mirada por toda la estancia. Estaba lívido. En aquel momento de prueba se encontraba sólo. Las naciones de la Commonwealth le habían abandonado.
"El gobierno de Su Majestad desea abstenerse".
-Estados Unidos de América.
"Los Estados Unidos de América votan por la partición".
El Yemen dio a los árabes su voto decimotercero. Yugoslavia se abstuvo en deferencia a su numerosa minoría musulmana. Los delegados de Uruguay y Venezuela, dieron los votos vigésimo segundo y vigésimo tercero, respectivamente favorables al plan de partición.
Había terminado la consulta. Apenas depositado el último voto, los periodistas se lanzaron hacia los teléfonos para esparcir la noticia por todo el mundo.

En último análisis, los judíos habían conseguido una victoria aplastante. Los árabes habían obtenido trece votos, pero once de ellos pertenecían a naciones de su raza, o, al menos, de su religión. El decimotercero, Cuba, representaba la única nación de toda la faz de la Tierra a la que los árabes habían podido convencer por la sola fuerza de los argumentos.
El resultado final fue: 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.

Proclamación de Independencia de Israel.


En el tranquilo bulevar Rotschild del centro de Tel-Aviv, entre casas vetustas de principios de siglo, se alza un edificio de aspecto banal, revocado al cemento, que muy pocos israelíes conocen, y en el que probablemente nunca han reparado. Poco antes de las cuatro de la tarde del viernes 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión ingresó en ese edificio, a la sazón Museo de Tel Aviv, y abriendo la sesión con el martillazo tradicional, leyó ante el pequeño número de asistentes la Declaración de Independencia del Estado de Israel. Más por necesidad que como resultado de una opción bien madurada, la primera nación judía independiente en 19 siglos nació con prisas y sin pompa. No hubo fuegos artificiales ni música, no se izaron banderas ni hubo desfiles. Con enemigos en sus puertas, con su existencia misma en peligro, el Estado naciente vivió un acontecimiento que fue sin duda el más descollante de la historia moderna judía pero quizás también el menos impresionante.Para la mayoría de los judíos, la existencia del Estado ya era un hecho consumado. Éste había sido el anhelo de Theodor Herzl, el visionario de fines del siglo XIX, creador del nacionalismo judío moderno, al organizar en 1897 el primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, y en 1917 la Declaración Balfour del gobierno británico confirmó el derecho del pueblo judío a establecer un "hogar nacional" en la Tierra de Israel Palestina. Para los judíos residentes en Palestina, el Estado de Israel nació de hecho el 29 de noviembre de 1947, el día en que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por una mayoría de dos tercios el plan de partición de Palestina. Muchedumbres entusiastas salieron a cantar y a bailar en las calles de Tel-Aviv, Jerusalén y Haifa y demás poblaciones del país. Los judíos tendrían un Estado propio, aunque pequeño, y las autoridades mandatarias británicas abandonarían el país el 1 de agosto de 1948.Por supuesto, en noviembre no ocurrió nada tangible. Rechazada por el bloque árabe, y no apoyada por el gobierno británico, la decisión tomada por las Naciones Unidas en Lake Success tardó unos cinco meses y medio meses de creciente violencia y forcejeo diplomático en reflejarse en la fundación del Estado de Israel, en condiciones muy distintas de las planteadas inicialmente. Los dirigentes de la población judía, inmersos durante meses en su polémica con los británicos, no habían previsto que quedarían solos antes de tiempo (los británicos anticiparon su salida de Palestina al 15 de mayo), ni se habían percatado de la gravedad de la amenaza militar árabe. Desesperados por la falta de armas, los judíos de Palestina, además, fueron sacudidos por la recomendación de Estados Unidos de suspender el plan de partición e implantar un fideicomiso temporario de las Naciones Unidas en Palestina (la iniciativa, que salió del Departamento de Estado, causó congoja personal al Presidente Harry Truman).El Ejecutivo de la Agencia Judía, encabezado por Ben-Gurión, reaccionó de inmediato, informando a Washington que los sionistas se opondrían a todo intento de postergar la independencia judía. El plan americano, sometido al Consejo de Seguridad en su sesión del 19 de marzo, obtuvo un apoyo internacional exiguo y algunos países lo consideraron como serio menoscabo de la autoridad de las Naciones Unidas. El 1 de abril, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución mucho más inocua, en busca de una tregua entre judíos y árabes. Fue aquel día cuando Ben-Gurión, siguiendo la recomendación de Yigael Yadín, jefe de operaciones de la Haganá, convirtió a ese cuerpo, hasta entonces simple milicia defensiva, en un ejército que pasó a la ofensiva. Mientras Jerusalén y gran parte de la Galilea permanecían aisladas, la Haganá se fijó como meta ganar el control de la red de carreteras y de los puntos altos. Hacia fines de abril, la Haganá logró hacer pasar un gran convoy de abastecimiento a Jerusalén y apoderarse de Haifa; en mayo, se apoderó también de Safed, restableciendo la comunicación con las poblaciones judías del este de la Galilea. Ante la creciente apatía de las Naciones Unidas, la comunidad judía de Palestina empezó a crear una nueva realidad militar.

Al propio tiempo, los dirigentes sionistas comenzaron a crear también una nueva realidad política. A fines de abril, los británicos aceleraron su evacuación, y el caos resultante fue causa del cese casi completo de los servicios públicos: correos, teléfonos, ferrocarriles, etc. Para llenar este vacío, y colocar los cimientos del futuro Estado judío, el Comité de Acción Sionista constituyó un organismo de 37 miembros: Moetzet Haam (Consejo Nacional), con la participación de todas las agrupaciones políticas. Encabezado por Ben-Gurión, venía a cumplir las funciones de cuerpo legislativo interino. Se creó también un Directorio Nacional (Minhelet Haam) de 13 miembros un gobierno en cierne al que se invistió de plenos poderes en asuntos de defensa. Pese a la presión creciente de Estados Unidos, que exigía postergar la independencia, la creación del Directorio Nacional fue el primer paso hacia el establecimiento de facto del Estado.Después de una sesión maratónica de 11 horas del Directorio Nacional, el 12 de mayo de 1948, se decidió finalmente proclamar la independencia dos días más tarde. La decisión de no aplazarla no fue fácil, ni tampoco unánime. Yigael Yadín y el comandante en jefe de la Haganá, Israel Galili, informaron de los puntos fuertes y débiles de las fuerzas armadas de la población judía. Se negaron a pronosticar el resultado de una invasión árabe en gran escala, estimando que la probabilidad de hacerle frente con éxito era de sólo un 50%, y expresaron preocupación por la moral de los 30.000 mal pertrechados combatientes. Ben-Gurión advirtió que la población judía debía prepararse para graves pérdidas de territorio y vidas. "No obstante agregó en vista de nuestros valores morales, y a condición de aprovechar plenamente nuestras fuerzas y conseguir más armas, tenemos todas las probabilidades de vencer". Varios de los asistentes concordaron con Ben-Gurión, diciendo que la independencia reforzaría el sentimiento de solidaridad de la población, en tanto que el aplazamiento desmoralizaría a la población y a los soldados. En aquella reunión, Golda Meyerson (más tarde Meir), directora del Departamento Político de la Agencia Judía, describió sus fracasadas negociaciones con el rey Abdullah de Transjordania, en un último intento por evitar la invasión de los ejércitos árabes. Moshé Shertok (más tarde Sharett), que acababa de regresar de Washington, donde había representado al Directorio Nacional como Ministro de Relaciones Exteriores, informó de las propuestas de tregua de Estados Unidos y de su intento de aplazar la declaración de independencia. El Secretario de Estado, George Marshall, había puesto en guardia a Shertok contra una excesiva confianza en la Haganá o contra una eventual solicitud de ayuda a los Estados Unidos en caso de una invasión árabe. Shertok le había contestado: "Hemos luchado solos en esta guerra... Ahora no pedimos ayuda. Sólo pedimos que se abstengan de interferir".Después de discutir toda la noche, el Directorio Nacional decidió por seis votos contra cuatro rechazar la propuesta de tregua de los Estados Unidos y seguir adelante con la declaración de independencia. El presidente de la Organización Sionista Mundial, Jaim Weizmann, al que se contactó por teléfono en Nueva York, apoyó la decisión ("A qué esperan esos idiotas?" díjose que gritó, enfurecido, en yídish) y acto seguido pidió al presidente Truman que reconociera al estado judío, carente aún de nombre. "La opción para nuestro pueblo, señor presidente, es independencia o exterminio", declaró Weizmann. "Confío en que Ud. decida según el espíritu de la ley moral".

Todo estaba dispuesto y la suerte estaba echada. Quedaban apenas 48 horas para redactar la Declaración de Independencia y planear algún tipo de ceremonia, en tanto que se recibían noticias aciagas de la situación en Jerusalén y en el grupo de asentamientos judíos de Gush Etzión. Se convino en proclamar la independencia el viernes a las cuatro de la tarde, ocho horas antes de la finalización oficial del Mandato británico, para poder concluir el acto antes de iniciarse el descanso sabático. Se iniciaba una verdadera carrera surrealista contra el reloj.En la sesión del 12 de mayo se había presentado un borrador de la Declaración. No era el primero, ni tampoco sería el último, pese al escaso tiempo disponible. Tres semanas antes, Félix Rosenbluth (más tarde Pinjas Rosen), encargado de asuntos jurídicos y posteriormente primer Ministro de Justicia de Israel, había planteado varias preguntas a las que debía darse respuesta antes de la independencia: Cuál sería el nombre del nuevo Estado? Cómo sería su bandera y cuál sería su idioma oficial? (Propuso que fuera el hebreo, a condición de que los ciudadanos árabes pudieran usar su propia lengua en la legislatura, los tribunales y la administración). La proclamación de independencia se fundamentaría en la resolución de las Naciones Unidas? Los límites territoriales del nuevo Estado se definirían ya en la Declaración de Independencia? Y en tal caso, serían los preconizados por las Naciones Unidas u otros?Rosenbluth le había pedido unos días antes a Zvi Berenson, el asesor jurídico de la Histadrut, la Confederación de Trabajadores, y con el tiempo juez de la Corte Suprema, elaborar un borrador preliminar de la Declaración. No habiendo recibido directivas, Berenson optó por referirse a cuatro temas: el vínculo histórico del pueblo judío con la Tierra de Israel; los antecedentes de la creación del Estado, así como la opinión internacional y la Declaración Balfour; el significado de un régimen soberano y democrático; y, por último, la proclamación de derechos personales, sociales y jurídicos. La versión de Berenson lleva la fecha del 9 de mayo.Un segundo borrador una versión revisada del primero fue la obra de tres abogados: A. Beham, A. Hintzheimer y Z.E. Béker. Completada el 10 de mayo, no menciona el nombre del nuevo estado. Este fue el borrador sometido a la sesión del 12 de mayo, junto con un memorándum del Dr. Jacob Robinson, asesor legal de la Agencia Judía en Nueva York, (más tarde asesor jurídico de la delegación de Israel ante las Naciones Unidas), que exponía las eventuales implicaciones en caso de apartarse de las decisiones de la ONU. Según Robinson, la ONU no había creado el derecho del pueblo judío a tener un estado; sólo lo había refrendado. En opinión de Robinson, habiéndose retirado las tropas de la potencia mandataria, y no habiendo creado las Naciones Unidas el organismo ejecutor según lo preveía el Plan de Partición, no existía impedimento jurídico alguno. Igual conclusión alcanzó Sir Hersch Lauterpacht, un jurista internacional afamado, que más tarde fue miembro de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.En la sesión del 12 de mayo se otorgó muy poca atención a los problemas jurídicos. Lo que sí suscitó enconadas discusiones fue el problema de los límites. Rosenbluth opinó que en la Declaración de Independencia debían fijarse los límites del Estado. Ben-Gurión y Aharón Zisling, un dirigente obrero de izquierda, se opusieron vehementemente. Ben-Gurión señaló que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos "no contiene referencia alguna a límites territoriales". Con el país al borde de la guerra, Ben-Gurión no quería comprometerse de antemano: "Hemos aceptado la resolución de la ONU, pero los árabes no. Se preparan a hacernos la guerra. Si los vencemos y nos apoderamos de la Galilea Occidental o de territorios a ambos lados de la carretera a Jerusalén, esas áreas se convertirán en parte del Estado. Por qué comprometernos a aceptar unos límites que los propios árabes no aceptan?".La posición de Ben-Gurión se aprobó por cinco votos contra cuatro. Este fue el único punto sometido a votación el 12 de mayo. Se planteó el tema del nombre del Estado. Una subcomisión sobre el nombre en árabe nada tuvo que objetar a "Israel" en fonética árabe. Otras alternativas consideradas fueron "Sión", "Tierra de Israel", "Yehudá" (Judea) y "Heber" (de hebreo), pero no se tomó una decisión al respecto. La formulación final de la Declaración se encomendó a un comité de cinco integrantes: David Rémez, Félix Rosenbluth, Moshé Shapiro, Moshé Shertok y Aharón Zisling.Se decidió también que la ceremonia se llevaría a cabo en el salón principal del Museo de Tel Aviv, aunque se consideraron otras alternativas, como el teatro Habima o la Gran Sinagoga de Tel Aviv. Por temor a un ataque aéreo, que habría podido terminar de un sólo golpe con todos los dirigentes del naciente Estado, se decidió mantener en secreto el lugar y la hora del acto. Se renunció a toda pompa y ceremonial, favoreciendo un acto modesto en un lugar discreto. El salón principal del Museo un territorio neutral, sin afiliación religiosa o política tenía la ventaja adicional de hallarse en parte bajo el nivel del suelo, con ventanas altas.Aunque quizás no se considerase importante en aquel entonces, el hecho de que la proclamación de la independencia tuviera lugar en la que fuera una de las primeras casas de la primera ciudad judía del mundo, subraya en retrospectiva lo oportuno de la elección. El Estado de Israel nació en lo que fue originalmente el "lote 43", el primero que se extrajo en el sorteo de parcelas de un predio perteneciente a Ajuzat Báit, (asociación para la construcción de viviendas), ubicado en la duna conocida como "Viña de Jibalia". El sorteo tuvo lugar el 11 de abril de 1909, fecha que muchos consideran como la de fundación del núcleo original de Tel Aviv. El lote correspondió a Meir Dizengoff, con el tiempo alcalde de Tel Aviv, y a su esposa Zina, una excelente pianista. La casa, acabada en 1910, se convirtió en el centro cultural e intelectual de la naciente ciudad. Personalidades de las letras y las artes, como el poeta Jaim Najman Biálik, el escritor Sh.Y. Agnón y el pintor Najum Gutman, visitaban con frecuencia a los Dizengoff. Muchos visitantes extranjeros llegaron también a su casa, entre ellos Churchill y Einstein. Para poder acogerlos dignamente, Dizengoff agregó un segundo piso a su casa en 1926. Al fallecer su esposa en 1932, convirtió su residencia en museo de arte, por considerar que ninguna ciudad digna de este nombre podía carecer de él. El 23 de febrero de 1936, poco antes de fallecer Dizengoff, se inauguró el museo en aquel edificio, que se remodeló al efecto, agregándole un tercer piso.Si bien Ben-Gurión casi no intervino en la preparación del acto ésta se confió a Zeev Sherf, secretario del Directorio Nacional y posteriormente secretario del Gabinete, pidió que en el salón del acto sólo estuvieran expuestos cuadros de pintores judíos o referentes a temas judíos. Los que allí se exponían se sustituyeron por otros como "Judío con un rollo de la Torá", de Chagall, "Pogromos", de Moldowsky, y "Exilio", de Hirshenberg. Sherf encargó al artista gráfico Otto Wallish, de Tel Aviv, de la preparación de la sala para el acto y del pergamino de la Declaración.A medida que pasaban las horas, los preparativos cobraban el cariz febril de un ensayo general. Dos carpinteros trabajaron 24 horas sin descanso para construir el estrado; las sillas (desiguales) las prestaron cafés de las cercanías, y los micrófonos los proporcionó una tienda de música; una alfombra se trajo de otro comercio del barrio. Wallish compró lámparas adicionales. La pared detrás del estrado se cubrió con tela azul (comprada por Wallish en la tienda cooperativa Hamashbir), y en el medio se colgó una gran fotografía de Herzl, traída de la sala del Keren Kayemet (Fondo Nacional Judío) donde el Consejo Nacional se reunía para deliberar. Las banderas que encuadraban la fotografía se lavaron y plancharon en honor del acto. Arié Rifkind, del Comité Nacional del Keren Hayesod, fue el encargado de distribuir las invitaciones. El texto, firmado simplemente por "La Secretaría", era lacónico pero subrayaba que el lugar y la hora debían guardarse en secreto. (A la prensa, que estaba informada de los preparativos, se le exigió guardar el secreto. Los cables a agencias de noticias extranjeras fueron censurados). Se pidió a los invitados vestir traje oscuro. Habiéndose limitado su número a 350, le tocó a Rifkind la nada envidiable tarea de elegirlos entre los miembros del Consejo y el Directorio Nacional, los sionistas veteranos y líderes de partidos, los alcaldes, las personalidades religiosas y los jefes de la Haganá, con lo que ofendió de paso a muchos.Entre los invitados estaba el Dr. J. Shalit, que había sido secretario de Herzl. En el primer Congreso Sionista de Basilea, había ondeado la bandera que luego pasó a ser la del Movimiento Sionista. Medio siglo más tarde, Shalit pidió que se le encomendara ondear la bandera que en los sucesivo sería la del Estado. Por falta de tiempo y espacio, la solicitud de Sahlit tuvo que ser rechazada. Un año más tarde, la víspera del primer Día de la Independencia, enviaron la bandera a Shalit, quien la colgó en el balcón de su casa. "Fueron disculpas tácitas explicó Sherf por no haber podido satisfacer la solicitud de Shalit".Las invitaciones se distribuyeron el 13 de mayo. A las seis de la tarde de aquel día, el Directorio Nacional se reunió para considerar por última vez el texto de la Declaración. El rabino Y.L. Fishman (más tarde Maimón) llegó especialmente de Jerusalén en una avioneta. En el vuelo de regreso, la misma avioneta debía trasladar a Golda Meyerson a Jerusalén para una última entrevista con el Alto Comisario británico, Sir Alan Cunningham, y luego traer a Itzjak Grünbaum a Tel Aviv. Sin embargo, por problemas de motor camino a Jerusalén, tuvo que regresar a Tel Aviv. Así fue como Golda Meyerson asistió a la ceremonia en Tel Aviv y Grünbaum se quedó en la Jerusalén sitiada.Ben-Gurión informó a los presentes de la caída de Gush Etzion y de la rendición de Jaffa a las fuerzas de la Haganá. Luego, Shertok presentó, en nombre del subcomité de redacción de la Declaración, un borrador de 22 cláusulas, del que era el principal autor, y que su hija Yael había copiado laboriosamente a mano. Éste era un documento largo y de estilo legalista, al que Ben-Gurión se opuso. Le parecía que iniciar todas las cláusulas con "considerando" era contrario al estilo hebreo y también rechazó algunos giros excesivamente retóricos de Shertok. Aunque se formularon otras objeciones de forma y de fondo, el tema central del debate fue el uso del vocablo "Dios" en la última cláusula. Zisling se opuso con vehemencia a la expresión: "y poniendo nuestra fe en el Todopoderoso...". No se le podía exigir, ni a él ni a otros dijo manifestar fe en contra de su voluntad. Los dos representantes de los grupos ortodoxos, Fishman y Shapiro, adujeron que en un documento emitido en nombre de todos los judíos del mundo, era inconcebible que no se mencionara a Dios. Shapiro expresó preferencia por la expresión "el Dios de Israel", o bien "el Todopoderoso, Redentor de Israel".Uno de los nombres alusivos a Dios en hebreo es Tzur Israel, literalmente, la Roca de Israel. Ben-Gurión accedió a formar un subcomité (integrado por él mismo, Fishman, Shertok y Zisling) para dar los últimos toques al documento, a condición de que se aceptara usar Tzur Israel en el texto, dejando a cada uno la interpretación de ese término conforme a sus propias convicciones. La propuesta se adoptó sin votación.Aquella noche, en su casa del bulevar Keren Kayemet, Ben-Gurión reescribió la Declaración. Hizo muchos cortes, eliminó algo de su prosa altisonante ("defendiéndose esforzada y valerosamente" no cuadraba con el estilo de Ben-Gurión), suprimió los "considerandos" (Shertok seguía creyendo que con ello se quitaba fuerza jurídica al documento) y omitió toda referencia al plan de partición de las Naciones Unidas. Siguiendo otra sugerencia, según la cual la Declaración debía iniciarse recordando la larga presencia judía en Israel más bien que el exilio, Ben-Gurión escribió un nuevo comienzo: "La Tierra de Israel fue la cuna del pueblo judío". Ben-Gurión sometió su borrador al subcomité en su casa el viernes por la mañana.A primeras horas de la tarde, el texto se sometió al Consejo Nacional. De nuevo se pidió (infructuosamente) mencionar el nombre de Dios, y definir las fronteras, cuestión suscitada esta vez por los delegados revisionistas. Éstos, abogados de la tesis de un Estado judío en ambas márgenes del Jordán, exigían agregar las palabras "en sus límites históricos". Ben-Gurión, deseoso de llevar a cabo la proclamación de independencia con el apoyo de todo el Consejo, propuso dejar todas las objeciones y reservas para la primera reunión del gobierno, prevista para el domingo siguiente. El único cambio propuesto y aceptado fue añadir a la lista de libertades garantizadas, religión, conciencia, educación y cultura, una más: la de idioma. Fue el propio Ben-Gurión quien decidió llamar Israel al nuevo Estado. El texto de la Declaración quedó aprobado por unanimidad en la segunda votación, una hora antes de la proclamación de la Independencia. Los miembros del Consejo Nacional corrieron a sus casas a cambiarse de ropa. Sherf permaneció en las oficinas del Keren Kayemet, esperando a que las secretarias terminaran de mecanografiar el texto. No hubo tiempo para que un calígrafo lo copiara en un pergamino. Pese a los esfuerzos por asegurar el secreto, la voz corrió y un gentío se congregó en las calles contiguas al museo. Se cerró toda la zona al tránsito; en la escalera de acceso al museo tomó posición una guardia de honor. Poco antes de las cuatro cuando Sir Alan Cunningham ya había embarcado en el "Euralyus", que debía zarpar de la bahía de Haifa a medianoche Ben-Gurión llegó en su automóvil. Saludado por un policía, entró en el museo de Tel Aviv acompañado por los vítores de la muchedumbre.Faltando minutos para comenzar, un pequeño olvido estuvo a punto de dar al traste con el acto. En las oficinas del Keren Kayemet, Sherf, con el texto de la Declaración en sus manos, descubrió azorado que no tenía cómo trasladarse al lugar de la ceremonia. El organizador consumado, que había conseguido vehículos para todos los participantes, se había pasado por alto a sí mismo. En la calle, sin un taxi a la vista, detuvo al primer vehículo que pasó. El conductor al principio se negó, alegando que corría a su casa a oír la Declaración por radio. "Si no me lleva en el acto al Museo, no oirá la tal Declaración, porque aquí la tengo en mis propias manos", aclaró Sherf al joven, que al parecer estaba conduciendo sin licencia un automóvil prestado. Según Najum Nir (más tarde Presidente de la Knéset) que estaba con Sherf en aquel momento, un policía les detuvo en camino por exceso de velocidad. Nir le explicó que la multa no tenía respaldo de autoridad alguna, ya que el Mandato británico había expirado, y además, si les seguía demorando, no se proclamaría el Estado. "No nos multó contó Nir y nos dejó pasar".Un minuto antes de las cuatro, Sherf llegó corriendo y entregó los papeles a Ben-Gurión. El salón estaba abarrotado de invitados, periodistas nacionales y extranjeros, fotógrafos y camarógrafos. La Orquesta Filarmónica, que debía tocar Hatikvá el himno nacional en la ceremonia, quedó relegada al segundo piso. (Un muchacho debía avisarles cuándo tocar, pero el aviso no llegó porque, según contó un testigo ocular, el muchacho quedó atrancado en el excusado). El locutor de Kol Israel la radio clandestina de la Haganá convertida ahora en emisora oficial quedó arrinconado en el fondo de la sala, sin poder ver lo que sucedía en el estrado. Parte del primer reportaje de la flamante emisora oficial se basó en notas garabateadas que alguien le iba entregando al locutor.Once miembros del Directorio Nacional ocuparon sus lugares en la presidencia, sobre el recién acabado estrado, con Ben-Gurión en el centro. Al pie del estrado se sentaron, uno frente a otro, catorce miembros del Consejo del Pueblo. Dos de los miembros del Directorio Nacional y diez del Consejo Nacional estaban ausentes.A las cuatro en punto de la tarde, Ben-Gurión se levantó e impuso silencio. La asistencia se puso en pie y entonó Hatikvá. Acto seguido, Ben-Gurión anunció: "Voy a leer la Declaración de Independencia, que ha sido aprobada en primera lectura por el Consejo Nacional". En un tono controlado, describió los antecedentes y motivos de la Declaración y alzando apenas la voz añadió: "Por la presente proclamamos la fundación de un estado judío en Palestina, que se conocerá como Estado de Israel". De nuevo la asistencia se puso en pie y prorrumpió en aplausos.Ben-Gurión siguió leyendo el texto: la constitución de órganos de gobierno cabalmente elegidos; los derechos sociales y políticos de todos los ciudadanos, incluida la protección de todos los lugares santos; un llamamiento a las Naciones Unidas a admitir a Israel en la familia de las naciones y otro a la población árabe a participar en todos los órganos e instituciones del Estado. También instó a los judíos de todo el mundo a cerrar filas en torno al Estado naciente.Ben-Gurión pasó a leer el párrafo final: "Confiados en la Roca de Israel, suscribimos esta Declaración, en esta sesión del Consejo Provisional del Estado, celebrada en la tierra patria, en la ciudad de Tel Aviv, la víspera del sábado, cinco del mes de iyar de 5708, catorce de mayo de 1948".Apenas 17 minutos duró la lectura de la Declaración de Independencia.El rabino Fishman, con voz ahogada por la emoción, pronunció la tradicional oración de inauguración: "...shehejeyanu vekiyimanu vehiguianu lazmán hazé" (Bendito sea el Eterno, nuestro Dios, Rey del Universo, que nos dio vida y nos preservó y nos hizo llegar a este momento). Los asistentes respondieron con un amén fervoroso.Ben-Gurión pasó entonces a dar lectura al "Decreto de Establecimiento del Estado", aprobado horas antes, que investía al Consejo Provisional del poder legislativo supremo y revocaba toda la legislación británica basada en el Libro blanco de 1939. De nuevo la asistencia aplaudió con fervor la abolición de los aborrecidos decretos, que durante años habían restringido la inmigración judía.Faltaba aún suscribir la Declaración de Independencia. Zeev Sherf fue llamando a los miembros del Consejo Nacional a firmar, uno por uno, empezando por Ben-Gurión y siguiendo por orden alfabético. Moshé Shertok, sentado al lado de Ben-Gurión, le ayudaba a sostener el pergamino, aún virgen, al que iba unido con un simple sujetapapeles el texto mecanografiado. En las siguientes semanas, al ir llegando a Tel Aviv para firmar los miembros del Consejo Nacional que se habían ausentado del acto, por estar sitiados en Jerusalén o estar en el extranjero, el pergamino se tuvo que sacar cada vez de la caja fuerte del Anglo-Palestine Bank (hoy Bank Leumí). Entre tanto un calígrafo había copiado el texto en el pergamino, pero sea porque usara tinta de mala calidad (algunos dicen que dejó borrones), sea porque su trabajo no satisfizo, se pidió al Estudio Wallish que lo rehiciera. El nuevo pergamino se cosió con hilo grueso a la parte del antiguo que llevaba las firmas.Ben-Gurión pidió a todos los firmantes usar sus nombres hebreos, pero algunos no lo hicieron, entre ellos Golda Meyerson y Moshé Shertok. Herzl Rosenblum, redactor en jefe del diario Iediot Ajaronot y miembro del Partido Revisionista, que firmó con el nombre de "Herzl Vardi", se arrepintió de ello y en lo sucesivo siguió usando el patronímico Rosenblum. Mordejay Ben-Tov firmó con letra diminuta en signo de humildad, y el rabino Fishman antepuso a su firma el acrónimo B-H (con la ayuda divina), quizás como reacción a la omisión del Nombre de Dios en el texto de la Declaración. Algunos afirman que se dejó espacio para la firma de Jaim Weizmann. Aunque este prócer de la Independencia, y más tarde primer presidente del Estado, no era miembro del Consejo Nacional, es sorprendente (y él lo consideró como una ofensa personal) que su firma no figure en la Declaración.El último en firmar fue Moshé Shertok. La asistencia aplaudió mientras la Orquesta Filarmónica tocaba Hatikvá. Terminado el himno, Ben-Gurión nuevamente silenció a los presentes y anunció: "El Estado de Israel está constituido. Se levanta la sesión". En una ceremonia de 32 minutos, un pueblo apátrida durante 2.000 años recobró su independencia. En su diario, Ben-Gurión anotó: "A las cuatro, proclamación de la Independencia. En todo el país, profunda alegría y júbilo, y de nuevo, como el 29 de noviembre, me siento como quien anda enlutado en un festejo".Junto al museo muchos bailaban, algunos sollozaban; otros arrebataban los ejemplares de Iom Lamediná ("El Estado tiene un día"), un número especial conjunto de los diarios principales del país, que por un día olvidaron sus disensiones ideológicas. La gente leía los bandos que ordenaban continuar el reclutamiento durante el sábado. La Haganá pegó carteles instando a la población a construir refugios antiaéreos y evitar congregarse. Horas más tarde, Estados Unidos otorgó su reconocimiento de facto al nuevo Estado y poco antes del amanecer, Ben-Gurión habló por radio al pueblo norteamericano. Mientras estaba hablando, aviones egipcios bombardearon Tel Aviv. Concluido su discurso, acudió al aeródromo Sde-Dov de Tel Aviv, en el que habían caído varias bombas. Desde el jeep en el que hizo el recorrido, Ben-Gurión contempló la ciudad. "Había gente en pijama en todas las ventanas. No parecían muy asustados. Tuve la sensación de que superarían las pruebas".Cincuenta años más tarde, la voz de Ben-Gurión aún resuena en el N 16 del bulevar Rothschild. Después de la Guerra de Independencia, el museo siguió instalado allí hasta que, en 1971, se trasladó al nuevo Pabellón Helena Rubinstein. Su antiguo local, ubicado en el que fuera "lote N 43", se cedió a la Casa de la Biblia, el instituto de investigación predilecto de Ben-Gurión. A fines de los años setenta, la municipalidad de Tel Aviv se hizo cargo del piso bajo y lo restauró, devolviéndole el aspecto que tenía el 14 de mayo de 1948. El Salón de la Independencia abrió sus puertas al público en 1978. En salas contiguas al salón principal se exponen fotografías, mapas, recortes de prensa y documentos diversos, entre ellos las distintas versiones de la Declaración.Aunque hasta hace poco el Salón de la Independencia era casi desconocido (se estima que el 80% de los israelíes no tienen idea de dónde se proclamó la independencia), está reconquistando ahora el lugar que merece en el mapa histórico y cultural del país. Con la celebración del cincuentenario, miles de escolares y de turistas han empezado a visitarlo.Al recorrer las salas, el visitante encuentra una presentación de la historia del sionismo y de los acontecimientos que precedieron al 14 de mayo de 1948; un cortometraje revive el espíritu pionero de Tel Aviv en aquellos días.Lo más emocionante, sin embargo, es sentarse en el salón donde se proclamó la Independencia. Aunque las sillas ahora son todas iguales y los cuadros originales están en el museo de Tel Aviv o en la Knéset en Jerusalén (en su lugar se han colgado otros de menor valor), el ambiente conserva un aura de plena autenticidad. Están la fotografía de Herzl y las banderas de Israel; están también la larga mesa y los micrófonos originales; el espíritu del pasado toca el presente. En el pequeño salón resuena la voz grabada de Ben-Gurión, anunciando la creación del Estado de Israel. Cuando los visitantes se detienen a cantar Hatikvá, el himno de la esperanza, en coro con los estadistas de antaño, es como si estuvieran reafirmando en cierto modo la independencia y como si, de modo simbólico y sensible, casi místico, se creara de nuevo el Estado de Israel.

miércoles, 18 de abril de 2007

Imágenes, no palabras



Los "malas lenguas" identificamos a los islamistas con los nazis. ¡Mira que somos malos! ¡que poco talante tenemos! ¿Estaremos influenciados por fotos como estas?



















La esvástica y la media luna

ggfr




Nazismo y terrorismo arabe
Despues de los ataques del 11 de Setiembre, un diluvio de articulos de Neo-nazis norteamericanos y supremacistas blancos colmaron los sitios islamicos en la internet. Pero la historia no comienza ni termina alli...

La Esvastica y la Medialuna
Union de extremistas Neo-Nazis y Musulmanes
de Martin A. Lee
http://uruguay.indymedia.org




Mientras se acercaba la derrota de Alemania en los ultimos meses de la Segunda Guerra Mundial, iban aumentando en Hitler los ataques de delirio. Albert Spper escribio en su celda cronicas sobre episodios en los cuales un “maniatico” Hitler “describia para el y para nosotros la destruccion de Nueva York”. Hitler describia “antorchas gigantezcas colapsando unas contra otras, la llama de la explocion de la ciudad iluminando el cielo oscuro”.
Una aproximacion de la vision infernal de Hitler se hizo realidad el 11 de Setiembre. Pero no eran Nazis ni Neo-Nazis los que realizaron el ataque- el acto de terror mas mortifero de la historia era realizado por extremistas islamicos.

Inmediatamente en las postrimerias de la masacre, supremacistas blancos de America y de Europa aplaudieron el ataque suicida y elogiaron al realizador principal Osama bin Laden. Un oficial del principal grupo neo-Nazi americano, la Alianza Nacional (the National Alliance), dijo que hubiese deseado que sus miembros hayan tenido “la mitad de la valentia” que demostraron los que realizaron el ataque suicida. Las juventudes Neo-facistas de Francia celebraron el evento con Champana en la sede central del extremista de derecha “Frente Nacional” . Neo-nazis alemanes , usando Kafiahs palestinas festejaron en demostraciones callejeras quemando banderas norteamericanas. Jan Kopal, dirigente del Bloque Nacional-socialismo Checo , declaro en un acto en Praga que bin Laden era “un ejemplo para nuestros hijos”. Horst Mahler, que alguna vez fue un terrorista de izquierda y hoy en dia es un prominente miembro del Neo-nazi NPD (Partido Nacional Democratico) en Alemania, proclamo su solidaridad con los terroristas y dijo que America recibio su merecido.

Que esta sucediendo? Por decadas, los extremistas norteamericanos dijeron que los arabes son “seres de barro de piel oscura”. En Europa, Neo-nazis estuvieron implicados en incontables ataque xenofobos contra arabes, turcos y otros musulmanes.

El peculiar lazo entre grupos racistas blancos y ciertos extremistas musulmanes deriva en parte por tener por enemigos comunes a : los Judios, los Estados Unidos, la mezcla de razas, y la diversidad etnica. Otro factor importante es el comun convencimiento de la necesidad de proteger a sus gentes de la influencia corrupta de culturas extranjeras. Ambos grupos tienen un tradicional apego hacia caricaturezcas teorias de conspiracion del poder Judio.

Pero hay bastante mas en comun. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, los facistas occidentales ya habian comenzado a forjar lazos ideologicos y operacionales con los extremistas islamicos. Durante anos, esos contactos entre Nazis y nacionalistas Musulmanes se desarrollaron en peligrosas redes que estuvieron implicadas en numerosos actos sangrientos de terror en Europa y el Medio Oriente.

Regimenes arabes han financiado a extremistas en Europa y Estados Unidos, y Neo-nazis occidentales han ayudado a construir la maquinaria de Negacion del Holocausto en el mundo arabe. Hace poco tiempo, un encuentro organizado por un grupo de Negadores del Holocausto de Estados Unidos y realizado en Jordania auspicio el encuentro de extremistas arabes y occidentales.

Despues de los ataques del 11 de Setiembre, un diluvio de articulos de Neo-nazis norteamericanos y supremacistas blancos colmaron los sitios islamicos en la internet.

Si bien los lazos entre extremistas americanos e islamicos es claro, son mucho mas claros los lazos desarrollados en Europa. Desde el 11 de Setiembre hay signos claros de la existencia de una alianza operacional que incluye todos los sectores antedichos.


BANCA POR ALLAH

La imagen mas nitida del Eje Nazi-Islamista contemporaneo esta en la persona de Ahmed Huber, un Neo-nazi cuyo domicilio en un suburbio de Berna fue allanado por la Policia Suiza el 8 de Noviembre de 2001, despues que oficiales americanos lo identificaron como la pieza principal de la maquinaria financiera de Osama bin Laden. La accion policial fue parte de una redada legal para conseguir los registros de las oficinas de “Al Taqwa”, un grupo bancario internacional. Al Taqwa estuvo canalizando fondos hacia organizaciones estremistas islamicas alrededor del mundo, inclusive para la organizacion terrorista palestina Hamas.

Huber, un ex-perodista que se convirtio al Islam y que se cambio su nombre original de Albert por Ahmed , se desempeno como director de “NADA” que es un componente del grupo Al Taqwa. Despues del congelamiento de los fondos de la firma Huber de 74 anos denuncio que Washington responde a las ordenes de los judios sionistas que gobiernan America.
Huber es una figura muy conocida en los circulos Neo-facistas europeos y se autocalifica como “el mediador entre el islam y los grupos de derecha. Retratos de Hitler y de Himmler adornan los muros de las oficinas de Huber, al lado de fotos de lideres islamicos y de una foto de Jean-Marie Le Pen, el actual jefe del Frente Nacional Frances.

Huber ha asistido a sin numero de congresos de ultraderecha representando al fundamentalismo islamico. En Alemania, es usual que se lo invite como orador en los eventos del NPD. Huber acompana a David Irving, el autor de libros de nagacion del holocausto, en frecuentes conclaves “revisionistas”.

Paralelamente, Huber ha hecho giras por paises islamicos radicales. En Junio de 1994, Huber diserto sobre “la maldad de los judios” en la mezquita de Potomac en Maryland (en las afueras de Washington DC), donde se pueden adquirir videotapes de las disertaciones de Huber. Durante una visita a Chicago, Huber asistio a una asamblea privada que reunio, segun las palabras del mismo Huber, “a la autentica Derecha y los luchadores del Islam”.

Huber reconoce haber mantenido encuentros con representantes de al-Qaeda en repetidas ocasiones en Beirut, Bruselas y Londres. Se ha referido a los asociados de bin-Laden como “personas muy discretas, educadas e inteligentes”.

Al Taqwa es “el corazon financiero del aparato economico islamico”, e interactua en la “Hermandad Musulmana”, una antigua organizacion ultraderechista de culto cuyo emblema es un Coran cruzado por una espada. La influencia de la Hermandad Musulmana esta extendida en todo el Islam, donde actua con vigor y a veces con violencia oponiendose a regimenes arabes laicos. En 1981 partidarios de la Hermandad Musulmana estuvieron implicados en el asesinato de Anwar Sadat. Miembros del Jihad Islamico, al igual que miembros del “Jihad Islamico” que es una secta asociada a la “Hermandad Islamica” y que en la decada del 90 se alio con al Qaeda.



VOLVIENDO AL COMIENZO

Las raices de la “Hermandad Musulmana”, y en cierta manera del Eje Nazi-Islamico nos llevan a su creacion en Egipto en 1928. Marcando el surgimiento del “fundamentalismo islamico politico”, la Hermandad veia como proposito de crear un Estado Islamico en Egipto y en otros paises arabes.
El crecimiento de la Hermandad Musulmana coincidio con la de los movimientos facistas en Europa.
El actual director de Al Taqwa, Youssef Nada, se recluto al brazo armado de la Hermandad Musulmana siendo joven en Egipto durante la Segunda Guerra Mundial. Nada y varios de sus companeros de la Fraternidad Islamica Sunita fueron reclutados por la inteligencia militar alemana. Hassan al-Banna, el maestro de escuela que fundo al Hermandad Musulmana , tambien colaboro con espias del Tercer Reich.
En pos de un levantamiento Panislamico en contra de los Britanicos que controlaban la tierra de Israel, la Hermandad Musulmana proclamo su apoyo al Gran Mufti de Jerusalen, Haj Amin Al-Husseini, en las postrimerias de la decada del 30. El Gran Mufti, una preeminente figura religiosa entre musulmanes palestinos, era el mas notable lider arabe que se alio con la Alemania Nazi.

Hitler odiaba a los arabes, sin embargo entendio que el y el Mufti tenian los mismos rivales: los britanicos, los judios y los comunistas. Se encontraron en Berlin, donde el Mufti vivio durante su exilio durante la guerra. El Mufti organizo una division especial musulmana de los Waffen SS. Los Nazis pusieron a disposicion del Mufti transmisores de radio potentes desde los cuales el Mufti transmitia propaganda a favor del Eje que se escuchaba en el mundo arabe.


UNA MECA PARA FASCISTAS

Con la derrota de la Alemania Nazi, el Gran Mufti se establecio en Egipto. Con su arribo en 1946 fue el precursor de una corriente continua de veteranos del 3er Reich que eligieron al Cairo como refugio, incluyendo al Capitan de la SS Alois Brunner. El convicto en ausencia por crimenes de guerra Brunner paso a residir posteriormente en Damasco donde fue consejero de seguridad del gobierno sirio.

Durante este periodo el Mufti mantuvo relaciones cercanas con la comunidad Nazi exiliada en El Cairo, y tambien cultivo lazos con extremistas de ultraderecha en Estados Unidos y otros paises. H. Keith Thompson, un hombre de negocios de Nueva York y activista Nazi, fue intimo amigo del Mufti. “Hice unos cuantos trabajos para el Mufti consiguiendole documentos de registros que de otro modo el no podia conseguir”, admitio Thompson en una entrevista.

Thompson tambien mantenia una muy activa correspondencia con Johannes von Leers, uno de los mas prolificos ideologos antisemitas del Tercer Reich y mano derecha de Goebbels, que se convirtio al Islam y cambio su nombre por Omar Amin al establecerse en El Cairo en 1955. Johannes von Leers, o sea Omar Amin, se transformo en el oficial principal del Ministerio de Informacion Egipcia, que empleaba a varios fascistas europeos que elaboraban literatura anti- judia.

Otro exiliado aleman, Louis Heiden que se cambio su nombre por Louis Al-Hadj, fue el que tradujo al arabe el libro de Hitler: Mi Lucha.
El gobierno egipcio tambien publico “Los Protocolos de los sabios de Sion”, un libro antisemita infame que pretende revelar un plan judio para apoderarse del mundo.


Lo que habia sido parte de la propaganda Nazi, los “Protocolos” son citados en el articulo 32 de la carta fundacional del Hamas, el grupo fundamentalista palestino que es solventado por la Hermandad Musulmana.


MERCENARIOS EN FAVOR DE LOS PALESTINOS
Despues de la derrota aplastante de Israel en la guerra de los seis dias en Junio de 1967, la desesperacion se apodero de los campos de refugiados palestinos.
Ansiosos por continuar su lucha contra los judios, varios extremistas de ultraderecha se reclutaron en el “Hilfskorp Arabien” (Cuerpo auxiliar Arabia) , lo que fue divulgado mediante un diario pronazi en Munich (Deutsche National-Zeitung) en 1968.

Durante los anos siguientes, el Frente Popular para la Liberacion de Palestina (PFLP) secuestro varios aviones comerciales. Cuando tres miembros del PFPL fueron juzgados por haber intentado explotar un avion israeli en Zurich, los costos de la defensa legal fueron pagados por Francois Genoud, un banquero Suizo descripto por el “Observer” de Londres como “uno de los lideres mundiales del Nazismo”. Genoud ya habia ofrecido solventar la defensa legal de Eichmann y de varios criminales nazis y habia beneficiado a varios terroristas arabes con su “caritatividad”. De donde venia ese dinero? De acuerdo a las cronicas de la prensa, Genoud era el administrador de las cuentas secretas del Tercer Reich en Suiza, cuya mayoria de los fondos provenian de dinero robado a judios.


Al finalizar la Segunda guerra mundial, Genoud se transformo en consejero financiero del Gran Mufti. En 1958, este nazi suizo fundo el “Banco Comercial arabe” en Ginebra para administrar los fondos del Frente de Liberacion Nacional Argelino, que luchaba contra los franceses para liberar Argelia. Varios veteranos del Tercer reich como Oto Ernst Remer, que fue guardaespaldas de Hitler, traficaban armas para los rebeldes argelinos y otros les daban instruccion militar.

TERROR EUROPEO Y PROPALESTINO

Ademas de colaborar en la venta de armas a los arabes, Genoud ayudo a subsidiar redes terroristas en Europa y en el mundo arabe. Este financista del fascismo …