miércoles, 21 de marzo de 2007

Cortinas de humo


Vaya pacifistas, ¿verdad?
Por Michelle Malkin

La semana pasada escribí acerca de la Bandada de Águilas -- veteranos, tropas en activo, simpatizantes, activistas y ciudadanos ordinarios acudiendo a Washington, D.C., el 17 de marzo con el fin de celebrar una contra-protesta frente a decenas de miles de extremistas pacifistas que exigen la retirada inmediata de nuestras tropas de Irak y Afganistán.

En el estado de Washington esta semana, la brigada de la paz celebró un ensayo en el Puerto de Tacoma -- donde manifestó el apoyo a nuestras tropas reprochando con insultos a la Brigada Stryker y la policía local que impedía la obstrucción a los convoys con destino a Irak. Más de 300 vehículos blindados y equipamiento similar son desplazados desde Fort Lewis a Irak en apoyo al inminente despliegue de la segunda división de infantería, cuarta brigada, como parte del "incremento gradual" en marcha y los esfuerzos de contrainsurgencia. Los blindados están equipados con blindaje auxiliar para proteger a las tropas de las granadas lanzacohetes.

Sí, la misma tribu que simula preocuparse tanto porque las tropas no tengan el suficiente blindaje y protección se presentaron y atacaron a aquellos que se despliegan para llevar más protección a sus camaradas soldados en Irak.

Vaya patriotas, ¿verdad?

Los miembros del tumulto anti-militar increpaban condescendientemente a los soldados voluntarios que pasaban junto a ellos: "¡Liberad a las tropas!", "Sin justicia no hay paz", "¡No tenéis que ir!" Un lunático con un micrófono animaba a los miembros de la Brigada Stryker a desobedecer a sus mandos, poniendo caras: "Vuestro sargento es un gilipollas".

Vaya patriotas, ¿verdad?

Estos mismos abusones perpetraron protestas obstruccionistas en el Puerto de Olimpia en Washington el año pasado -- bloqueando las puertas con el fin de evitar que los convoys pasasen, e intentando echar abajo la valla tras la llegada de un gran buque militar con destino a Irak. En abril del 2003, manifestantes "pacifistas" emprendieron ataques similares en Oakland, Calif., donde intentaron cerrar un puerto relacionado con el transporte de suministros militares a los soldados. La brigada pacifista de la zona de la Bahía salió a la calle para evitar específica y deliberadamente que las empresas privadas cumpliesen sus contratos federales con el Departamento de Defensa y la Agencia Internacional de Desarrollo de los Estados Unidos relacionados con la guerra y la reconstrucción de Irak en la posguerra.

Vaya patriotas, ¿verdad?

La madre de uno de los soldados de Tacoma que pasaron en silencio a través de los que escupían me escribió a comienzos de esta semana tras ver un video pacifista de la escena del tumulto colgado en YouTube:

"Mi hijo era uno de los soldados Stryker que desplazaba en equipo al puerto esa noche.

"Esta gente está protestando por el envío de los blindados. Los blindados son lo que mantiene con vida a nuestra infantería en Irak. Son ágiles, fuertes, y los más novedosos tienen una potencia de fuego muy precisa. Una vez más, los fanáticos dicen apoyar a nuestras tropas, pero no la guerra. Lo demuestran insultando la inteligencia de las tropas, usando sus nombres de civil, y diciéndoles que morirán para nada. Qué bonito. Personalmente me gusta decir a mi hijo que volverá a casa vivo y que nos volveremos a reunir. Estos manifestantes me sonaban a niños violentos, ególatras y perversos. Pero aún así, al final de todo, allí están nuestras tropas. Ellas llevan el peso del mundo libre sobre sus hombros y llegan a escuchar esta diatriba insensata antes de desplegarse".

"La última gran manifestación fue en el Puerto de Olimpia el año pasado. Los fanáticos provocaron destrozos a una barrera alrededor de un campo que protege equipamiento militar. Los blindados contra los que protestaban ese día eran blindados dotados de equipo médico. Los manifestantes desfilaban en contra de los suministros médicos que nuestros soldados necesitan desesperadamente, y una vez más el equipo mismo que mantiene con vida a nuestros soldados. Parece que existen dos grupos de población que odian a los Strykers: los fanáticos y los insurgentes".

¿Cuestionar su patriotismo? Puede apostar.

Michelle Malkin es autora del nuevo libro: “Unhinged: Exposing Liberals Gone Wild”.

¡Déjenlos matar en paz!
Por Manuel Coma

Las témporas y lo que uds. ya saben tienen más que ver entre sí que la manifestación de esta tarde con la guerra de Irak, mero pretexto para echarle un capote al gobierno en sus obras de caridad con etarras multiasesinos. Capote tejido de cadáveres inocentes masacrados por los héroes de allá de las izquierdas de acá. Una vez más se trata de rentabilizar políticamente a esas víctimas, que tanto jugo y juego han dado, y de estremecer los tiernos corazoncitos gochistas con la sacrílega foto de las Azores.

Hay silencios que matan y el de los manifestantes sobre los responsables de la tragedia iraquí será de los que masacran. Van a manifestarse contra el PP pero de hecho lo hacen a favor de los que asesinan. ¿Alguien ha escuchado la más mínima condena de sus actos? Son diarios. 150 peregrinos chiíes por aquí, 60 estudiantes univerisarios por allá, ochenta tenderos y compradores en un mercado acullá. Un día y otro y otro. Pero ni modo. No una mala palabrita contra ellos, que para eso trabajan en beneficio de nuestro progresariado. La violencia que denunciarán es la de los que se oponen con vida y hacienda a la barbarie, de la cual sus autores están absolutamente eximidos. Es que no pueden hacer otra cosa dada la provocación a la que se los somete: Se ha entregado el poder a los iraquíes en elecciones heroicamente libres y a ellos les han arrebatado el derecho legal a la detención, tortura y asesinato de todo el que miraba mal. Lo siguen ejerciendo pero arriesgadamente. Por eso son dignos de admiración y piedad. Son víctimas y esforzados héroes. ¿Como, acaso, los abnegados y patrióticos gudaris de ETA? El culpable es el odio que suscita la guerra, Zapatero dixit et pixit.

Víctimas no menos dignas de compasión son los cerebros de quienes para seguir complacientemente considerándose los abanderados del progreso necesitan creerse esas cosas. Si la lógica contara, pondrían como lema de la manifestación ¡Déjenlos matar en paz!

Manifestación del PSOE: por los terroristas iraquíes
Por GEES

Mal que les pese, y no parece que les pese nada, la manifestación del sábado 17 por la tarde que Zapatero convoca a mano escondida para culpar al PP de sus propias malandanzas con ETA y etarras, de la modernidad y del clasicismo, no es por la paz y contra la violencia, como falaz y desvergonzadamente dicen, sino a favor de los fascistas locales y yihadistas foráneos que, de la mano las más de las veces, aunque a manotazos en otras, han convertido Irak en su campo privilegiado de experimentación de tácticas terroristas que en su día exportarán con diligencia y desinterés a todo el mundo, a nada que consigan su propósito con ayudas como la que, entre Cibeles y Atocha, se disponen a prestarles.

Nadie condenará, como jamás han hecho ni harán, los coches bomba y los suicidas de cinturón explosivo que hacen saltar por el aire hombres, mujeres y niños, civiles, desarmados, hambrientos de paz, hartos de vivir con el corazón en la boca, los cuales no aciertan a comprender por qué las izquierdas europeas los quieren tan mal, son tan indiferentes a sus angustias, que apoyan a los que en sus países perseguirían como bestias dañinas.

No sólo no los denuncian sino que en su propia incongruente vileza vilifican a quienes defienden a la población contra los que la atormentan. Para los atormentadores coronas de laurel e himnos de gloria. Los llaman resistentes iraquíes con absoluto desprecio del hecho incontrovertible de que una abrumadora mayoría los aborrecen. Iraquíes no mucho, puesto que representan a los menos, pero decididamente resistentes, por la furia con la que se resisten a cualquier forma de gobierno mayoritario y a la pérdida de su omnímodo poder sobre cuerpos y almas.

A buen seguro los sufridos manifestantes disfrutarán de un menú de discursos en los que afianzarán sus irracionales pero lucrativas convicciones. Los oradores abusarán prostitutoriamente del Derecho Internacional y harán uso del nombre de Naciones Unidas cual casa de lenocinio para justificar la utilización de tragedias distantes en beneficio de su apego al mandiño y la glotona degustación de las mieles del presupuesto, así como para denigrar sin medida ni escrúpulos a los rivales políticos que podrían poner en peligro su inalienable derecho al goce ilimitado de tan naturales beneficios.

Y la foto de las Azores, horrenda, pecaminosa, blasfema, eje del mal donde los haya. ¡Cómo no!, olvidarán convenientemente al cuarto en concordia, que también posó más de una vez para el artista de la cámara, el Sr. Barroso, entonces jefe de gobierno, ahora presidente de la Comisión Europea a gusto de todos. Cuando en un viaje a España un periodista de convicciones profundas le preguntó si la foto había tenido para él un costo muy elevado respondió en tono de sorpresa: Pero ¿cómo? Estaba con nuestro aliado más próximo, España, nuestro aliado más antiguo, Inglaterra, y nuestro aliado más importante, los Estados Unidos. Así se habla. Le faltó decir, pero se sobreentiende, que estaban apoyando una causa legal, legítima, justa y estratégicamente indispensable. No como otros.

www.gees.org

La guerra de Irak como cortina de humo

Andaban los socialistas revueltos tras la claudicación gubernamental ante la ETA personificada en la excarcelación de Iñaki de Juana. Revueltos y buscando como locos una cortina de humo que les tapase las vergüenzas que la multitud congregada en Madrid el 10 de marzo dejó al descubierto. La han encontrado con el aniversario de la guerra de Irak. Un aniversario que ni siquiera es redondo, es decir, que esta semana lo que se celebra no es el quinto o el décimo aniversario del comienzo de operaciones en el golfo Pérsico, sino el cuarto, pero, por lo que se está viendo, a los efectos de agitación, propaganda y engañifa es lo mismo. Todo vale con tal de hacer olvidar a los españoles que quien gobierna negocia y da trato de favor a asesinos implacables.

A la infame manifestación del sábado en Atocha, en la que no más de 50.000 personas exhibieron desvergonzadamente banderas de matarifes como el Che Guevara o de tiranías genocidas como la soviética, le ha sucedido una semana muy caldeada y centrada en el monotema de la guerra de Irak. Un conflicto que sigue en marcha pero que a nadie –y menos que a nadie al inquilino de la Moncloa– le ha interesado lo más mínimo hasta que ha necesitado echar mano de él.

El partido del Gobierno y sus fieles escuderos comunistas han puesto toda la carne en el asador para reverdecer los laureles de hace la friolera de cuatro años. Los mismos eslóganes, idénticas consignas, repasos pormenorizados en los medios afines de lo que fue aquella breve campaña militar... y de fondo la foto de las Azores, que es la parte mollar donde los incondicionales de Zapatero han hincado el diente. Porque es ahí donde se concentra toda la operación impulsada desde la Moncloa. Mediante una simple asociación de ideas, los promotores de la campaña enlazan aquella instantánea –tomada hace cuatro años en una cumbre cuatripartita entre Estados Unidos, Gran Bretaña, Portugal y España– y los horrores que posteriormente se han dado cita en Irak por cortesía de un terrorismo tan salvaje y sanguinario como sólo puede serlo el yihadismo elevado a su máxima potencia.

La calle esta vez ha fallado. No hubo el sábado ni en Madrid ni en ninguna otra ciudad española un clamor popular contra una guerra que terminó hace tiempo y que ha derivado en una intervención internacional apoyada expresamente por la ONU en tres resoluciones. Los soldados de la coalición están allí porque son necesarios, porque cada mes muere gente en Irak a manos de los terroristas y porque la mayor parte de iraquíes así lo desean. Desde que el único que podía hacerlo derrocase a Sadam Hussein, Irak es un país mejor y más libre, un país, en definitiva, que a pesar del terrorismo desatado sigue siendo preferible para sus habitantes que el que tenían subyugado bajo la bota de Sadam y su cuadrilla.

Evidencias tan aplastantes no son óbice para que Gaspar Llamazares, José Blanco o el mismo Baltasar Garzón se rasguen las vestiduras suspirando por el procesamiento de José María Aznar y haciendo ruido sobre las nefastas consecuencias de la guerra. En ningún momento se plantean que, ciñéndose a su adorada ONU, si las tropas abandonasen Irak estarían contraviniendo sus resoluciones. Tampoco que, hoy por hoy, la única guerra que hay en Irak es la que libran sin cuartel los terroristas de la Yihad, que sus víctimas principales son los propios iraquíes que son asesinados a mansalva en atentados sin nombre, y que su única defensa son los efectivos militares internacionales destacados en el país.

Nada de esto se ha visto en los manifiestos que han proliferado a lo largo de la última semana. Es muy cómodo pedir desde el confort de Occidente la retiradas de las tropas, y más cómodo aún utilizarlas en clave doméstica como ariete contra un ex presidente retirado de la política activa y que, en su momento, ni siquiera envió soldados a la guerra propiamente dicha. Posturas como las de Garzón predicando desde su púlpito en El País son inmorales, porque cargan la culpa de la situación de Irak en los que intentan apaciguar el país; ilegítimas, porque se vale de un asunto exterior de suma gravedad para despachar un ajuste de cuentas en casa; y contrarias a lo que dice la ONU. Garzón lo sabe pero insiste. Hace tiempo, mucho tiempo, que dejó de ejercer de juez y utiliza el prestigio que le otorga la toga para cumplimentar su agenda política.

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