miércoles, 9 de mayo de 2007

El Ladino



El ladino o judeoespañol (Djudeo-Espanyol גודיאו-איספאנייול) es la lengua que fue y es hablada por los sefardíes (judíos expulsados de España a raíz del Edicto de la Alhambra decretado en 1492 por los Reyes Católicos). Esta lengua, aunque es eminentemente derivada del castellano, es también una mezcla en diferentes proporciones de muchas de las lenguas habladas en la Península Ibérica (y las posesiones aragonesas del Mediterráneo) a la salida de los judíos a finales del siglo XV: catalán, gallego, aragonés, portugués, italiano e incluso provenzal. Como es propiamente una lengua judía, es lógico que contenga una aportación de hebreo y, dependiendo de la zona donde se hable, se nota una fuerte influencia del turco y del griego, principalmente. Por último, el judeoespañol hablado por los sefardíes del siglo XX muestra también una rica importación de vocablos del francés, dada la fuerte influencia que tuvo la Alianza Israelita Universal en ciudades como Salónica y Estambul.
Al nunca haber sido regulada esta lengua, es actualmente sujeto de muchas controversias, siendo el nombre quizás la más común. El nombre de ladino surge de la costumbre rabínica de traducir las escrituras del hebreo original, al castellano, hablado por el común de los sefardíes. A esta acción se le llamaba fazer en latino, y con el paso del tiempo, las escrituras leídas o traducidas al castellano se decía que estaban en ladino. Sin embargo, los sefardíes, la mayoría de las veces se referían a su lengua como espanyol, o más comúnmente Judezmo. El término de judeoespañol surge de la necesidad de diferenciarlo del español moderno, al ser una lengua que, aunque inteligible, es evidentemente distinta. Para el caso del Haquetía, se observa una muy fuerte influencia del árabe.



Historia [editar]
Los judíos fueron expulsados de España el 2 de agosto de 1492, que establecía la obligación de abandonar el territorio español para todos los judíos, salvo aquellos que se convirtiesen al cristianismo. La mayoría de los sefardíes optaron por el exilio, y casi todos ellos fueron recibidos por el sultán Bayaceto II en el Imperio Otomano. Otra parte se estableció en Marruecos, Holanda y algunos países de Europa Central.
Los sefardíes establecidos en el Imperio Otomano pertenecían a un nivel social y económico, en cierta medida superior al de las poblaciones autóctonas, lo cual permitió que éstos conservaran la lengua y la mayoría de sus tradiciones hispánicas por casi 400 años. Algo similar ocurrió en Marruecos, sin embargo, el tiempo favoreció que se originaran dos versiones del español sefardí, el ladino (hablado en los Balcanes) y el haquetía de Marruecos. Por la influencia cultural que tuvo el ladino y desde luego, por el número de hablantes que tuvo, mucho mayor que el haquetía, es considerado un especimen lingüístico muy interesante para filólogos e hispanistas.

Orígenes [editar]
La lengua hablada por los judíos españoles antes de la expulsión no difería sustancialmente del castellano hablado por la mayoría de la población, aunque tuviera en ocasiones rasgos específicos, particularmente el empleo ocasional de léxico hebreo. Las primeras décadas del establecimiento de los sefardíes en la ciudad de Salónica, coexistían varias de las lenguas habladas en la Península Ibérica. Era posible, en los diferentes barrios o Calls identificar lenguas como el gallego, catalán o portugués. Sin embargo, la sustancial predominancia de los sefardíes de origen castellano o andaluz propició que las lenguas anteriores cayeran en desuso, no sin haber ejercido cierta influencia. (Mazower, 2005).
El judeoespañol posee una gran cantidad de vocablos de corte "arcaico", en relación con el castellano actual. Mucho de esto se debe a la falta de dinamismo que tuvo el idioma en los Balcanes, lejos de la "Madre Patria", cuya lengua se enriqueció y sufrió reformas con el paso de los años. El judeoespañol por su parte, adquirió vitalidad de la lengua turca y griega principalmente, las cuales lo enriquecieron y en cierta medida, modernizaron.
En sus lugares de exilio, los judíos mantuvieron la lengua española porque ésta era un signo de pertenencia a la comunidad judía, y en los lugares donde los sefardíes compartían espacio con los ashkenazíes, como manera de diferenciarse. Incluso en la Turquía otomana, el español hablado por los sefardíes era conocido como yahudice (literalmente, judío). Un enviado diplomático otomano que visitó España en el siglo XVII, se sorprendía de la lengua hablada en el país, como lo manifestó en una carta escrita a la Puerta Sublime: Curiosamente, en España han adoptado la lengua de los judíos de nuestro Imperio. [cita requerida]
Durante siglos, se produjo una abundante tradición oral en judeoespañol, así como una importante cantidad de literatura. En la ciudad de Salónica, primero otomana y más tarde griega, donde la comunidad sefardí integraba el 65% de la población, el judeoespañol era usado como lingua franca en el comercio y en las relaciones sociales entre cristianos, judíos y musulmanes.

Siglo XIX [editar]
El siglo XIX marca un punto de inflexión en el desarrollo del judeoespañol, con un proceso simultáneo de auge y declive. El universo sefardí se secularizó, aumentaron las migraciones y la formación académica en otras lenguas, principalmente el francés, con lo que muchos relegaron el idioma original al ámbito familiar o lo abandonaron definitivamente. Incluso, los sefardíes cultos mostraron su grado de occidentalización integrando palabras francesas o italianas al judeoespañol para darle un carácter más "romance" a la lengua, sustituyendo palabras de origen netamente turco.
El auge del nacionalismo y la consiguiente formación de nuevos estados nacionales presionó a los sefardíes para que abandonasen su lengua en favor de la lengua oficial del Estado. Paradójicamente, los años que van desde 1880 hasta los años 30 del siglo XX son los de mayor uso del Ladino, pues es el momento histórico en que los sefardíes alcanzan su plenitud demográfica. Este mayor uso se refleja también en la producción escrita: se desarrolla la prensa judeoespañola al tiempo que se traducen multitud de obras literarias europeas o se crean otras a su semejanza.
A finales del siglo XIX, se producen también los primeros reencuentros con el Castellano peninsular, sobre todo en Marruecos, donde la lengua de los sefardíes adquiere muchos rasgos del castellano moderno. Algunas comunidades sefardíes intentaron que el Estado español asumiera una tarea de reespañolización de los antiguos exiliados, abriendo escuelas y centros de enseñanza superior que contrarrestaran la influencia del francés.
También se intentó que los sefardíes pudieran recuperar la ciudadanía española, sobre todo para ampararlos del desorden y las luchas que se estaban dando en los Balcanes, dada la progresiva desintegración territorial del Imperio Otomano. Como resultado, el 20 de noviembre de 1924 se aprobó un Decreto de Ley elaborado por Miguel Primo de Rivera según el cual los sefardíes tenían derecho a obtener la nacionalidad española. Gracias a esta ley cerca de 40.000 judíos salvaron la vida durante la persecución sufrida en la Segunda Guerra Mundial.

Siglo XX [editar]
En el siglo XX el judeoespañol experimenta un rápido declive. Por un lado, el Holocausto nazi que aniquiló comunidades enteras, como la numerosa comunidad de Salónica. La exterminación sistemática de la población judía en los campos de concentración es el acontecimiento histórico más duro que sufren las comunidades sefardíes desde la expulsión de 1492.
Por otro lado, las migraciones causadas por la propia guerra y posteriormente por la creación del Estado de Israel propiciaron el desmembramiento y aculturación de las comunidades. En apenas cinco años la lengua Sefardíes perdió al 90% de sus hablantes. Esto significó para el judeo-español dejar de tener un punto de localización reconocible y perder a quienes mejor hubieran podido abrir nuevos caminos hacia la normalización de una lengua: los escritores y creadores literarios.
El mantenimiento del judeoespañol como signo de identidad judía tenía poco sentido en Israel, donde una lengua considerada más propia de los judíos, el hebreo, había sido resucitada como lengua viva. A Israel se trasladaron la mayor parte de los sefardíes de Marruecos, emigrados masivamente en los años 50. Los sefardíes emigrados a países de habla hispana abandonaron rápidamente su lengua en favor del español, y las comunidades de Francia o Estados Unidos lo mantuvieron durante un tiempo, aunque relegándolo cada vez más al ámbito doméstico o de las relaciones sociales.

En la Actualidad [editar]
El número de hablantes de judeoespañol ronda hoy los 150.000. En Israel se mantiene una revista en judeoespañol, Aki Yerushalayim ("Aquí Jerusalén"), editada por la Autoridad Nasionala del Ladino y una emisión semanal de radio en la emisora Kol Israel. Igualmente Radio Exterior de España emite el programa Bozes de Sefarad que recientemente cumplió 20 años al aire. Otros medios de comunicación en Ladino han ido desapareciendo a medida que menguaba el número de hablantes.
Las comunidades sefardíes más numerosas fuera de Israel están en Turquía, donde hay unos 15.000 hablantes. Ahí mismo, el número de periódicos y boletines emitidos en judeoespañol sigue siendo significativo.
Desde finales del siglo XX ha habido tímidos intentos de recuperación del judeoespañol, sobre todo en Israel. Este judeoespañol académico es un estándar creado a partir de las hablas de los sefardíes. Está incluso, muy influido por el castellano estándar, del que se ha tomado numeroso vocabulario para sustituir los préstamos turcos, franceses y eslavos.
Actualmente varias casas editoriales, sobretodo españolas, editan libros escritos en lengua judeoespañola. Gad Nasí publicó recientemente su obra editorial En tierras ajenas yo me vo murir: una excelente recopilación de cuentos y testimonios en lengua judeospañola. Igualmente, han vuelto a ser colocadas en el mercado publicaciones como Los Dos Mellizos, novela sefardí publicada por primera vez a finales del siglo XIX y Crónicas de los Reyes Otomanos de Moshé Almosnino, primera publicación formal en lengua judeoespañola.
Como el yidish, el judeoespañol tradicionalmente se ha escrito con caracteres aljamiados.




Más sobre el judeoespañol
Ladino y Haketia
Difundiendo el Ladino
Diccionario Ladino-Castellano

http://www.legadosefardi.net

No hay comentarios: